2. Acusaciones salvajes

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Capítulo 2
La hija del lobo
2. Acusaciones salvajes

El lobo seguía viendo al chico detenidamente, en ese momento sus pensamientos eran muy salvajes, quería acabar con este humano de una buena vez, por todas las conclusiones que se había hecho en su cabeza, conclusiones que solo llegaban a la teoría de que el chico que tenía debajo de su cuerpo había matado a su esposa y que la bebé que traía era su hija.

Los ojos de Gulf estaban aterrorizados, llorosos y muy asustados, quería hablar pero tenía mucho miedo de que tan solo por el simple hecho de abrir la boca, la bestia que estaba sobre él abriera la boca y se comiera su cabeza, además quería proteger a la bebé y sí moría no la iba a poder proteger de este lobo malo ya que sus ojos amarillentos dan a conocer lo malo que era él mismo.

Ambos estaban estático, pero en un descuido el chico deslizó su mano por el suelo agarrando una pequeña roca la cual la estrelló en la cabeza del lobo de manera fuerte haciendo que el lobo se moviera y agitara su cabeza de lado a lado por el impacto de la roca en su cabeza.

Este acto lo puso más furioso viendo como el chico gateaba lejos de donde lo tenía hace un momento, caminó en sus cuatro patas de manera muy lenta, puso una de sus patas en la espalda del chico deteniéndolo mientras aulló a la luna.

...

La señora Zira quedó cuidando el cuerpo sin vida de Nara, ya que su hijo se lo pidió pero esta señora no era tan buena que digamos, al contrario, era una mala persona, solo que la mayoría de las personas lo sabían excepto Mew, su hijo que se dejaban influenciar por su madre. 

La señora Zira miró desde la posición en la que estaba a Nara, y una sonrisa ladina se formó en su rostro porque a pesar de todo el simple hecho de ver a esta mujer muerta la ponía de muy buen humor, y eso era lo que más le gustaba.

— Por fin vamos a descansar de ti... Me daba tanta furia verte por la casa y cuando saliste embarazada de mi hijo no lo podía soportar, pero ahora que tanto tú como tú hijo bastardo están muertos, es más que suficiente para alegrarme por el resto de mi vida.

La señora Zira alcanzó un pedazo de una rama seca que había en el lugar, la agarró en su mano de manera fuerte y le clavó la misma en el abdomen a Nara salpicándose con un poco de sangre por el impacto. Al clavarle la astilla tal vez pondría a Mew en contra y le haría pensar que Nara se suicidio y mato a su hijo clavándose esa astilla en el vientre.

Todo lo tenía fríamente calculado, solo faltaba que su hijo regresara de donde sea que se había ido porque no soportaba estar más en este lugar tan horrible y al lado de esta mujer que en realidad no valía la pena, si vino al bosque después de todo fue para acompañar a su hijo y no dejarlo solo porque no sabía que podía pasar.

La señora se levantó del suelo le sacó la astilla y la lanzó a una distancia prudente, sacó un pañuelo del bolsillo de su falda y se limpió las manos, las mismas que tenían restos de sangre, lo volvió a guardar mientras aprovechaba para acomodarse el cabello y poner sus ojos un tanto amarillentos fijos en la luna mientras aspiraba todo el aroma del bosque.

— Gracias luna por darme tan emotiva noticia.

Le agradeció a la luna llena el llevarse a Nara y al bastardo que iba a ser su nieto, no los quería desde un principio y obviamente esta noticia fue maravillosa para ella.

Solo estaba esperando que Mew regresara de donde sea que se había ido, ya que sentía su aroma un tanto cerca, por eso era evidente que no estaba tan lejos, Mew era bastante fuerte capaz de cuidarse solo. Solo que aveces tenía leves ataques de ira que podrían terminar en algo trágico.

La hija del loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora