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Querido padre:

Sabes que no soy una persona que pida perdón a la ligera. Ni que muestre sus emociones o se arrepienta de sus decisiones. Al menos, no desde la muerte de Orna. Quiero contarte la verdad porque hay tantas posibilidades de que no volvamos a vernos que te mereces saber qué sucedió en realidad.

Hace cinco años, le pedí a Orna como regalo de cumpleaños subir a la muralla para contemplar desde ahí la noche de las plegarias juntas. También sentía una curiosidad imparable por ver el abismo con mis propios ojos. Todo iba bien hasta que distinguimos a tres Cuervos en la muralla, uno de ellos portaba un accesorio inconfundible. Estaba y sigo estando casi segura de que se trata de una persona de la que pronto me encargaré yo misma. Ya sabes que Orna era... En fin, da igual. Ella tomó la decisión de enfrentarse a los Cuervos sola. La asesinaron mientras yo lo presenciaba todo como una cobarde paralizada entre las almenas.

Tu hija Orna murió defendiendo la muralla, pero no fue un Cantapenas lo que la asesinó, devoró el medio cuerpo que le faltaba y la lanzó al vacío para encargarse de los guerreros que llegaban. Tu hija Orna jamás sopló el Cuerno porque ya estaba muerta. Fui yo quien sopló su Cuerno antes de salir corriendo. Porque ella había roto su juramento como guerrera al llevarme allí. Muerta o viva, ¿qué más podía hacer sino conservar el honor de Orna y protegerte de las consecuencias? He vivido con el secreto hasta hoy. Espero que sepas guardarlo con el mismo recelo.

Lo siento.

A día de hoy, no soy capaz de perdonarme por haberle pedido ese regalo. Te prometo que la vengaré. Que se arrepentirán de lo que hicieron. Me he preparado estos años para ello. Pero no sé si volveremos a vernos o a abrazarnos, a compartir una noche de las plegarias en lo alto de la muralla o si volveré a verte sonreír, así que necesito que sepas que mi partida tiene un significado. Que, si muero, mi muerte también tendrá un significado. Tal y como nos enseñaste desde pequeñas, «debemos saber por qué queremos morir».

Habría sido maravilloso celebrar mi graduación junto a ti y a Orna.

¡Ah! Por favor, necesito que corras al túnel del este. Rawen estará ahí. Es una de las consecuencias de mi partida. Dile de mi parte que ojalá pueda perdonarme algún día por arrebatarle su sueño. Aunque al principio utilicé nuestra amistad para llevar a cabo mis planes, quiero que sepa que para mí fue real.

No sé muy bien cómo despedirme... Gracias por todo. Sé que te lo digo poco, pero... Os querré a Orna y a ti hasta la muerte. Espero que esta carta alivie de alguna manera el dolor de tu corazón. Te estaré eternamente agradecida por haberme hablado de mamá.

©Piel de Cuervo (PDC) 🖤 TAMBIÉN EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now