Mykonos.

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23 de diciembre. 19:00. Malú.

Acabamos de dejar a Lucía en casa de su padre, Pablo se ha quedado en el coche mientras yo me despedía de ella delante de su padre. Finalmente me he acostumbrado a pasar las navidades sin ella, aunque no del todo, pero está Navidad será diferente y en la próxima, si Dios quiere, mi pequeño estará con nosotros. Subo al coche y Pablo arranca mirándome con una sonrisa.

+¿Bien?

-Sí, acostumbrándome... Me ha dado la enhorabuena por el embarazo.

+Me alegro... ¿Que quieres que hagamos estos dos días? -preguntó cambiando de tema.

-¿Estar con nuestras familias, no?

+Yo había pensado en hacer algo distinto...

-¿El qué?

+Abre la guantera.

Hice lo que me ordenó y abrí la guantera. Cogí el sobre que sobresalía y le miré antes de abrirlo.

-¿Esté?

+Lee lo que pone en el sobre.

-"Feliz Navidad, mi amor".

+Pues la sorpresa está dentro de ese sobre. -respondió riendo.

Abrí el sobre y saqué dos billetes de avión.
No esperaba encontrarme con esto pero mucho menos que el destino fuese Mykonos.

-¿Nos vamos a Grecia? -pregunté emocionada, él asintió sonriendo-. Pero, Pablo, el vuelo sale en dos horas. ¿Y las maletas? No nos da tiempo a hacerlas.

+Las maletas están en el maletero.

-¿Qué? -pregunté riendo.

+La tuya la ha hecho tu cuñada. Toda la familia sabe que nos vamos de viaje... y me han agradecido mucho que nos fuéramos porqué pese a que lo lleves mejor no es muy bueno estar dos días en casa pensando en ella y en lo muchísimo que la echas de menos. Mejor irnos un par de días y disfrutar de nosotros...

-¿Cuando hiciste esto? -preguntó con curiosidad.

+Hace un par de semanas... Llevo tiempo planeando que hacer pero hace mal tiempo y creó que estaremos más en el hotel... pero bueno, también podemos hacer buenos planes en la habitación, ¿no?

Reí y cogí su cara para dejar un corto beso en sus labios sin que quitará la mirada de la carretera.

-Gracias, cariño.

Durante el trayecto, hablamos de las cosas que nos gustaría hacer en Mykonos, si por suerte hiciera buen tiempo, y de lo agradecida que estaba por la sorpresa. Nunca había estado en Grecia antes, y estar allí con Pablo sería mágico. Cuando llegamos al aeropuerto, recogimos las maletas y nos dirigimos al mostrador de facturación. El tiempo parecía transcurrir rápidamente, y antes de que nos diéramos cuenta, ya estábamos en el avión y despegando hacia nuestro destino.

Al aterrizar en Mykonos, fuimos recibidos por una hermosa puesta de sol que iluminaba el cielo en tonos rojizos y naranjas. Hacía mucho frío pero no llovía y el cielo estaba despejado, aunque había llovido.
Pedimos un taxi qué nos llevó a nuestro hotel, y al entrar en la habitación, me quedé sin aliento ante la vista del mar y la blanca ciudad en la distancia.

+Bienvenida a Mykonos. -dijo Pablo mientras me abrazaba por detrás-. Espero que esta sorpresa sea mejor de lo que imaginabas.

-Sí. -respondí con la voz llena de emoción-. Gracias por dejarme vivir contigo está maravilla.

24 de diciembre. 20:00.

Pablo me había preparado una sorpresa.
Me pidió que me pusiera un vestido elegante y que lo esperará en el vestíbulo del hotel.
En la maleta solo llevaba uno y la verdad es que me quedaba bastante bien y dejaba ver mi barriga. Lo acompañé de una chaqueta vaquera, hoy hacía mejor tiempo, pero hacia un poco de frío.
Cuando estuve lista, bajé al vestíbulo y me recibió con unas rosas rojas y una sonrisa encantadora.

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