Capítulo 5

219 60 4
                                    

Lo que Ashton había pensado como una batalla ganada no fue nada parecido, pues quince minutos después, se encontraba con Eilidh, muy cerca del lindero entre el jardín más alejado y los bosques que eran parte de las propiedades de los MacAuliffe, sentado sobre una roca mientras ella hacia esfuerzo por dejar de reír y concentrarse en untar pomada sobre los golpes de Ashton.

–¡Basta, Ashton! No más bromas, por favor –las carcajadas de Eilidh desconcertaban a los soldados que seguían a Ashton como si fueran su sombra–. Gracias.

–¿Por qué me agradeces? ¿Porque permito que practiques tus artes sanadoras conmigo o porque evito que te metas en problemas?

–¿Tú? ¡Yo soy la que evito que tú tengas problemas! Si supieras lo que... –Eilidh se sobresaltó cuando él emitió un simulado grito de dolor–. ¡Ashton, basta!

–¿Acaso no ves que me duele?

–¿Acaso crees que no sé qué estás fingiendo?

–Eilidh, eres muy perspicaz para ser tan pequeña.

–Ashton, tú en cambio eres... –bostezó una vez más– eres... ¡deja de distraerme!

–¿Tienes sueño?

–¡Claro que no! ¿Por qué tendría sueño? ¡Apenas será mediodía y no es como si fuera un bebé para tomar siestas!

–No me refería... –puso en blanco los ojos–. ¿Por qué eres sensible con el tema de la edad, Eilidh? Eres adorable.

–¡No soy adorable! –protestó. En realidad, le habría encantado que Ashton la encontrara adorable en cualquier sentido, pero la manera en que lo había dicho sonaba como si "adorable" fuera lo que le hubiera dicho a una hermana menor fastidiosa.

–Sí, lo eres. Ahora, ¿quieres dormir?

–¡No voy a ir al castillo!

–Sí, eso es evidente. Puedes dormir... –buscó alrededor. Señaló un claro cercano– ahí.

–¿Ahí? ¿Y tú qué harás mientras tanto? ¿Huir de mí?

–Oh, no, mi pequeña Eilidh. Yo velaré tu sueño.

–¿Tú... lo harás?

Ashton no respondió. La tomó de la mano y la llevó hasta el lugar que había señalado.

–Duerme.

–Pero, Ashton...

–Estaré aquí cuando despiertes.

–¿Lo prometes?

–Lo prometo.

Con esas palabras, Eilidh que no había descansado hacía lo que parecía una vida, durmió.


***


Hacía días que Ashton no descansaba como era debido. Primero el asedio no – frontal al hogar familiar; y, posteriormente, la huida para buscar ayuda. Haber terminado en un calabozo y después prisionero dentro de los muros del castillo MacAuliffe tampoco había ayudado a su causa. Era ya el segundo día y él seguía estando atrapado, aunque la carta estaba en camino. Probablemente había llegado a su destino. Podía respirar y dormir.

Observó a Eilidh, acurrucada en la hierba y con varios mechones de cabello escapando de su trenza. Era una niña que había visto demasiado para su corta edad. Aún dormida lucía triste y agotada.

Se recostó frente a ella, manteniendo una distancia prudente, que no alarmara a nadie que pudiera pasar cerca, pero que le permitiera mirarla y defenderla si surgiera algún peligro.

Solo una promesa (Drummond #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora