22| Tenemos que hablar

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—Brooke. —Comienzo a moverme incomoda y con pereza bostezando.

La fiesta de anoche fue la mejor de mi vida entera, después del slime y varias locuras más todos caímos rendidos, se alargó más de lo previsto y terminamos llegando a mi casa como a las 3 o 4 de la mañana, sinceramente no me acuerdo y lo único que deseo es volver a dormir.

Me coloco una almohada en la cabeza tratando de ignorar todo y volviendo a dormir.

—Brooke —insiste esa voz ahora moviéndome un poco.

—Mmmm. —Comienzo a quejarme aun dormida.

—Brooke, despierta, por favor.

Maldigo para mis adentros, levantándome lentamente. Comienzo a abrir mis párpados pesados y mi visión se nubla, tallo mis ojos con toda la pereza del mundo y después veo a mi alrededor. Estamos en la sala de estar donde mi tía amablemente colocó colchonetas, no recuerdo bien que pasó en ese momento, pero por lo que veo mis amigos se vinieron a mi casa, todos están aquí de manera amontonada e incómoda. Me miro y compruebo que no me quité el vestido, de verdad llegamos rendidos. Todos estamos hechos un asco, con restos de pintura verde, despeinados, nosotras seguramente con el maquillaje corrido y el pelo más que enredado.

Volteo hacia la voz que enfadosamente me está hablando, Sofía está frente a mí, aún en su vestido rojo y con algunas lágrimas en sus ojos. Mis sentidos se ponen alerta despertándome por completo.

—¿Qué sucede, Sof? ¿Por qué estas llorando? —pregunto torpemente y con voz ronca.

—Brooke, tu tía y yo lo tratamos de correr, pero está mal y está hecho una fiera, de verdad lo siento. —Sin comprender nada comienzo a tranquilizarla pasando mi mano una y otra vez por su enredado cabello.

Todos comienzan a despertarse debido a sus sollozos. Austin al abrir los ojos y ver de quien trata se alerta, llegando a mi lado.

—¿Qué sucede? —pregunta mi primo, abrazándola. Ella lo abraza enseguida, llorando. Nadie comprende y todos me miran esperando respuestas, pero yo no tengo ni la más remota idea.

—¡Brooke! —un grito rebota en las paredes, extrañándolos a todos y helándome la sangre a mí.

Me levanto enseguida, ignorando la voz de Heyden que me llama. Descalza y con aspecto horrible salgo enfurecida hacia el responsable de los gritos. Escucho pasos rápidos por la escalera una vez que estoy cerca de la puerta. Mi tía está ahí, llorando y tratando de cerrar la puerta pues alguien intenta abrirla; se ve aterrorizada, cosa me enfurece aún más.

Nadie. Se. Mete. Con. Mi. Mejor. Amiga. Y. Mi. Tía. Y. Vive. Para. Contarlo.

Quito de manera sutil y educada a mi tía, abriendo la puerta de par en par y encontrándome con alguien a quien pedí mil veces no volver a ver en mi vida. Ryan está parado ante mí, claramente borracho y llorando peor que Sofía. Al verme sus ojos se suavizan e intenta acercarse a mí; lo permito solo para que mi mano viaje de mi cadera a su rostro, dándole el mejor puñetazo de mi vida, uno que siempre soñé con dar. Él cae al suelo, sobándose la mejilla comienza a levantarse.

—Tenemos que hablar —dice, valiéndole un comino el puñetazo que le he dado. Me toma de las muñecas acercándome, veo de reojo como Heyden, rojo de la furia, se acerca rápidamente seguido de todos mis chicos dispuestos a defenderme; pero soy más rápida y me zafo de Ryan con el más sincero asco.

—¡¿Cómo te atreves a venir aquí, a hacer llorar a mi mejor amiga, a mi tía y tener la mínima esperanza de hablar conmigo?! —le grito con odio puro en mi voz.

¡Oye, Brooke! (Ya en físico por Amazon. )Where stories live. Discover now