Capítulo XIX

129 25 17
                                    

Con mucho cuidado, luego de estar bastante tiempo mirando el cielo, decidieron bajar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con mucho cuidado, luego de estar bastante tiempo mirando el cielo, decidieron bajar. Ya era hora de cada uno irse a su hogar. La luna poco a poco se movía y sabian que en un par de horas, el sol llegaría.

La verdad es que aún no tenías ganas de irte. Querías quedarte a su lado por un momento más. Tal vez de esa forma podrías olvidar que aún había mucho por hacer en tu hogar, que aún debías tener cuidado de que los encontrarán. Buscar otras soluciones y así ya no tener que irte de allí, ya no querías pensar en irte, ya no era una opción.

Tal vez solo querías sentirte nuevamente, como una adolescente normal y vivir esto junto a Miguel Ángel.

Aunque fue un suspiro lo que salió de tus labios cuando te diste cuenta de la hora. Miguel Ángel aún así, no te soltó y pensó en lo próximo que podían hacer, dejar de verte jamás sería una opción.

Miguel Ángel con la cadena de su arma se ayudó a bajar contigo en sus brazos, te sostenía de la cintura mientras se deslizaban por la cadena con cuidado. Aunque te aferrabas a su cuello y Mikey reía por eso.

—¡Listo! – Dijo con una gran sonrisa. —¿Lo ves? Dije que no te dejaría caer. –

—Parece que tienes experiencia con tu arma.  – Mencionaste apuntando su arma.

—¿Con esto? ¡Pues claro! Si no, no sería un gran ninja. –

—Bueno, creo que es genial. –

—¡¿Lo crees?! –

—Si, Mikey. Eres genial. – Respondiste.

Una gran sonrisa apareció en su rostro. Tomó tus manos y entrelazó sus dedos con los tuyos.

—¡Tú también eres genial, T/N! –

Reíste algo avergonzada.

—No tanto, no como tú. –

—¡Claro que sí! Puedes hacer muchas cosas ¡Incluso venciste a Cara de pez! Yo creo que eres alguien increíble. Tal vez por eso me gustas tanto... –

Lo miraste con tus ojos abiertos, con mucha sorpresa. Avergonzada y muy nerviosa.

Tus manos temblaron y comenzaron a sentirse algo sudorosas, eran los nervios. Tus mejillas se pusieron tan rojas, que probablemente incluso sobre tu pelaje, se podría llegar a ver el color carmín por la vergüenza. Tus pupilas se dilataron y brillaron con un gran intensidad.

Miguel Ángel lo había dicho.

Lo había dicho en voz alta.

Y luego de verte a ti, tan radiante y avergonzada, se dió cuenta de ello.

—¡Ah! Yo no... ¡Yo no...! Fue... ¡Uh! – Era un cúmulo de frases nerviosas que no podían salir en orden y decir algo coherente.

Solo balbuceaba sin saber que decir realmente.

Dos Mutantes -Mikey2012 Y Tu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora