Capitulo 3

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Me acerqué a ella y me senté a un lado. Al parecer había estado despierta hace poco, ya que había una bandeja con comida a medio terminar en el estante de su derecha. La observé intensamente durante unos segundos, luego, con timidez, deslize un mechón de pelo que cubría parte de su rostro. Mi mano buscó la suya, hasta que finalmente hicieron contacto. Acaricié su palma con mi dedo pulgar.
Sí fuera un cuento de hadas, este sería el momento en el que el príncipe y la princesa se reencuentran y se dan un largo y apasionado beso. El problema era que esto no era ningún cuento de hadas y, aunque ella sea una princesa, yo no llegaba ni siquiera a ser plebeyo. De todas maneras deseaba un beso. Volví a observar esos labios tan atrayentes y, como dos polos opuestos, nuestros labios se magnetizaron. Entonces comencé a recordar, no recuerdos, sino sentimientos, emociones, nervios, sensaciones, de esas que sólo se sienten cuando besas a la persona indicada. Ella seguía conservando el mismo sabor, dulce e intenso.
Podía pasarme la eternidad así, pero algo me incomodó. Era natural en mí prestar atención a cada ruido externo, por esa misma razón pude percibir el pequeño rechinido que dio la puerta al abrirse. Me separé automáticamente de Agostina, pero ya era tarde, la nueva persona en la habitación había sido testigo de lo que acababa de hacer. Era Carla, con sus ojos clavados en mí. Sentí vergüenza y pánico a la vez, y lo que más pánico me daba era la forma de sonreír que tenía Carla en ese momento. Me alejé de la camilla unos centímetros más, mientras soltaba su mano y me planté en frente de ella. La pequeña miraba inocentemente, como si no hubiese ocurrido nada. Siempre me encantó su forma de actuar, pero en ese momento me pareció irritante.
-Bueno, ¿Algo que decir en tu defensa?- preguntó Carla cruzando los brazos.
-¿Cuanto vale tu silencio?
Sin decir una palabra, observó a Agostina por unos instantes, que continuaba dormida. Se apartó de la puerta y me cedió el paso para salir. Me retiré lentamente, y cuando no la tenía a la vista, apresuré el paso. Al día siguiente ella y yo nos veríamos en el colegio, y podríamos negociar, si no se lo contaba hoy, claro esta.
Recorrí los pasillos de aquel hospital, volví a pasar por recepción donde la recepcionista seguía con la misma sonrisa falsa. Llegué a la entrada del hospital y ví que mis padres seguían esperando con el auto.

Me levanté, casi sin ganas, y comencé a prepararme para el imstituto. En las puertas del mismo se encontraban mis amigos, no parecían estar esperándome así que pasé de.ellos y me adentre en el colegio. Cuando pude ver a Carla, me dirigí hacia ella rápidamente. Nos apartamos de la mayoría de los alumnos y comenzamos a hablar.
- ¿Que tengo que darte para que no digas nada?
-Nada- dijo Carla sonriendo aún más de lo que ya sonreía. Por alguna razón, no me tranquilizó para nada.
-¿Que?
-No voy a decir nada, así que deja de preocuparte- aclaró.
Luego de eso se despidió y se fue, dejándome con una intranquilidad mayor. Seguí caminando y me encontré con Lionel, el cual cerró bruscamente un libro algo antiguo y soltó algo de polvo con el sacudon.
- Hola Lionel.
- Hola Franco, justo a vos te quería ver.
- ¿Que querías decirme?
- Algo raro esta pasando en este colegio, y se que puedo contar con vos. Nesecito que me informes sobre cualquier evento o situación paranormal presencies acá.
- Lionel ¿Te acordas que un día hablamos sobre que drogarse estaba mal?
- No estoy jugando, lo digo de verdad.
- Como sea, nos vemos más tarde.
Como faltaba un rato para el comienzo de la clase, decidí ir al salón de 4to año para curiosear. Al llegar, ví un cartel en la puerta:
"El salón de 4to año fue removido a la sala de audio hasta nuevo aviso"
La puerta no estaba bajo llave, así que me tomé la libertad de entrar. El salón estaba escaso de pupitres, sólo había unos cuantos arruinados. Lo más llamativo era la pared del fondo, esa pared en especial tenía las notables manchas negras de una explosión, a la explosión de la estufa de la que me habló Nicolás. En medio de la gran mancha negra, se encontraba la estufa dañada, trozos de vidrio se notaban alrededor. Al costado de la estufa, un gran hueco vacío, donde tendría que estar el pedazo de hormigón que me había mandado al hospital.

- ¿Cuando sale Agostina del hospital?- le pregunté a Carla en el recreo.
- El lunes, este fin de semana voy a visitarla- contestó.
Estaba esperando que me dijera algo sobre una invitación, pero no mencionó nada al respecto.
<Ojalá siga con intenciones de hablarme> pensé mientras volvía a clases.

Alba Perdida: La Chica Del AlbaМесто, где живут истории. Откройте их для себя