Miedo de sólo despertar

2 1 0
                                    

Blake:

Desperté, esta vez en el piso de la cocina, esposada de ambas manos a la mesa.

Comenzaba a tenerle un miedo horrible a despertar, ya que las últimas veces al hacerlo, sólo me encontraba a mí misma encerrada en contra de mi voluntad y lejos de la gente que quiero. Esto era aún peor que una película de terror. Era mi realidad.

La mesa era demasiado pesada para si quiera poder arrastrarla un poco. Desesperada comencé a forcejear con las esposas.

—Ah... ya despertaste... —dijo Chas entrando a la cocina.

Sin previo aviso, dio una fuerte patada en mis costillas.

Entre sollozos, me doblé del dolor, tratando de cubrir mi vientre.

—¿¡Cómo te atreves!? ¡Eres una maldita perra salvaje! —Me gritó—. ¡No tienes idea del daño que me hiciste! ¡Ahora tendré que ir al hospital por tu puta culpa!

—¡Ojalá haber tenido la oportunidad de cortarte el pene, bastardo! —le grité.

—¡No me contestes! —dijo mientras daba un golpe en mi nariz con la punta de su zapato—. Te vas a quedar aquí castigada hasta que aprendas a respetarme.

—¡Púdrete!

A pesar de que estando en esta posición tan vulnerable, él podía hacerme lo que quisiese, no podía evitar decirle lo que pensaba. Lo odiaba con todo mi ser.

—¡Cállate! —Dio otra patada esta vez en mi espalda.

Rendida, y pensando en que yo no era la única que estaría recibiendo los golpes, decidí callar y llevar mis rodillas cerca de mi pecho.

—Voy a ir al hospital a que me curen lo que hiciste. Y tú... —Cortó un trozo de cinta adhesiva con los dientes y me la empezó a colocar en la boca—. Te quedarás aquí, calladita. No quiero más problemas, ni más intentos de escape. Cuando regrese te quiero aquí o te juro que haré descender la ira de Dios sobre ti, querida.

Sus palabras no me sorprendían, ahora sabía que él era capaz de lo más bajo.

Cuando salió comencé a llorar lo más fuerte que aquella cinta adhesiva en mis labios me permitió.

No me percaté de la sangre que brotaba de mi nariz, hasta que vi las gotas en el suelo. Tal vez prefería morir que seguir viviendo así.

¿Pero cómo olvidarme de mi bebé? Dios, Chas me matará cuando se entere.

~

Perdí la noción del tiempo, pero desperté con un brinco, al escuchar las voces de Chas y sus padres en la casa.

—Necesito que me traigan más cosas. Esta apestosa cabaña me empieza a poner de los nervios... —dijo Chas.

—Hijo, cuando salimos de la comisaría recibimos tu llamada y nos fuimos directo al hospital contigo. No pasamos a la casa —explicó su padre.

—Pues avísale a alguien que me traiga mis cosas ahora. Necesito mi computadora, mi consola, y mi tableta —exigió Chas.

—Está bien, haré una llamada —dijo el padre de Chas.

—Cariño, ¿dónde está Blake? —preguntó su madre.

¿Cómo es que ellos sabían todo esto y no les importaba? Juro que tenía unas ganas inmensas de vomitar.

—Ahm... está castigada por ahora, tuvimos una pelea, mamá.

—¿Entonces ella fue la que te hizo esto?

—Sí, así es...

—Cariño, esa niña no tiene modales, te lo he dicho una docena de veces. No debiste traerla aquí.

Set Me FreeWhere stories live. Discover now