Las voces

918 57 62
                                    

Capítulo 13

En algún lugar del distrito suburbano.

—Tenemos información, señor —informó Sevika, dejándose caer en el sofá frente a su jefe.

—¿Es Jinx? ¿Ha creado algo nuevo? —preguntó Silco, pero la mujer negó con la cabeza.

—No es Jinx, es la hermana, Violet —contestó, el hombre se levantó de inmediato, su mirada oscureciéndose.

—¿Qué pasa con ese problema andante? ¿Volvió? —preguntó él, su voz cargada de impaciencia.

—No, está en la cárcel de Piltover, pero tiene una aliada, una vigilante. Estuvo investigando lo que fuera que lo relacionara a usted. Quiere encerrarlo, señor —contó la mujer. Silco rió, una risa seca y desprovista de humor.

—¿Encerrarme? A duras penas pudo sobrevivir esa noche —se burló, su mirada se volvió fría y calculadora—. No voy a permitir que se meta en mis planes, no con Jinx bajo mi cuidado. Debo cortar esto de raíz.

—¿Qué piensa hacer? —cuestionó Sevika, con una mezcla de curiosidad y cautela.

Silco se detuvo por un momento, su mirada fría y calculadora fija en el humo que se elevaba de su cigarro. Dio una calada profunda antes de hablar, dejando que el suspense se espesara en el aire.

—Le diremos a Jinx que su hermana ha muerto —dijo finalmente, su voz baja y fria—. Luego, haremos que se pudra en Stillwater o simplemente le pagaré más a Marcus para que la mate. Y esta vigilante... averigua todo lo que puedas sobre ella. Si se interpone en nuestro camino, también caerá.

 Si se interpone en nuestro camino, también caerá

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Powder.

Desperté con cansancio, el amanecer ya iluminaba la habitación a través de la pequeña ventana. Me levanté sintiendo el frío del suelo bajo mis pies, acomodé las trenzas que Silco me había hecho la noche anterior y me puse mis pantuflas de conejito. Él las había conseguido para mí.

Caminé hacia su despacho para desearle buenos días. Habían pasado muchos días desde aquel incidente. Entrenaba con Silco cada día y había comenzado a crear para él; le gustaban mis ideas. Al entrar, lo vi dormido en el sillón detrás de su escritorio.

Sonreí y me senté sobre el escritorio. Le aparté un mechón de cabello del rostro y toqué su piel cerca del ojo, notando su textura rústica.

—Señor, hay algo...

—Shhh —Sevika entró a la habitación y nos observó a ambos, interrumpiéndome— Haz silencio, él no ha dormido en dos noches enteras —le recordé y salió luego de rodar los ojos, cerrando la puerta tras de sí.

Volví a lo que estaba, tomé algunas hojas tiradas del escritorio y empecé a dibujar en ellas mientras tarareaba una canción. Pensé en Vi.

—¿Jinx? —Escuché a Silco preguntar, sonoliento, y me subí en sus piernas.

Corazones enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora