Dos almas, un solo corazón

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Capítulo 24

Caitlyn.

En qué problema me había metido. Había aceptado la ayuda de Violet porque pensé que sería útil, pero solo había ganado un retraso y tener que llevarla a rastras mientras huíamos de los matones de Silco. Después de todo, Caos y Violet llevan el mismo significado.

Estaba herida y, aunque había deseado verla sufrir de esta manera durante años, no sentía ningún placer ahora, solo la necesidad de sobrevivir y sacarla de ahí conmigo. Solo tenía que mantener el control y no caer en sus... ¿acercamientos? No tiene idea del odio que siento al verla.

Ella soltaba un quejido en cada paso, nuestras manos puestas en su herida, y sentía su sangre manchar la mía. Observé al frente, había una construcción extraña, deteriorada y solo iluminada por una luz ultravioleta. Estaba dentro de un barranco.

—¿Qué diablos es eso? —pregunté, acercándonos casi a la orilla.

—La señal —ella respondió entre quejidos—. Olvídalo, solo ayúdame a llegar a la orilla.

Seguimos caminando, nos detuvimos justo al pie del barranco. Era enorme y solo había una manera de llegar abajo, saltando e intentando no morir. Violet se alejó de mí, intentando mantenerse en pie, su vista fija en el vacío.

—¿Estás segura de que puedes hacer esto en tu condici...

No alcancé a terminar la frase siquiera; Violet había saltado hacia el abismo, sosteniéndose de los pocos agarres y partes de la señal. Veía su cuerpo ser golpeado por el metal una y otra vez. Su figura desapareció ante mi vista. Volteé atrás; se escuchaban los gritos acercándose.

—Mierda —maldije antes de lanzarme también, intentando seguir los pasos de Violet.

Sin más tiempo para pensar, me preparé para seguirla. Salté, mis manos buscaron desesperadamente algún punto de apoyo mientras el viento me chocaba en el rostro. Logré agarrarme de una estructura metálica, sintiendo un dolor agudo en mis manos al hacerlo. Descendí con cuidado, imitando a Violet, tratando de no caer al vacío.

Al caer con más cuidado que el que ella tuvo, la ubiqué en el suelo, retorciéndose de dolor. Me acerqué a ella, ayudándola a levantarse nuevamente. Era un lugar solitario y deplorable; había personas encapuchadas pidiendo con sus manos vacías o incluso comiendo porquerías en la oscuridad.

—¿Qué es este lugar? —pregunté, analizando a las personas que retrocedían asustadas por mi linterna.

—El lugar donde los de arriba no quieren imaginar terminar —Violet respondió con pesadez. —Ahí —señaló detrás de mí.

Había un edificio hecho de madera, casi en ruinas. Caminamos hasta entrar en él. Había dibujos por todas partes, coloridos, y una pequeña hamaca al fondo, tablas de madera arriba y un olor no muy agradable.

Recosté a Violet junto a la pared; respiraba con dificultad y había perdido mucha sangre. Ella parecía perder el conocimiento por momentos, pero su mirada recorría el lugar y luego me miraba a mí, sacudiéndola ligeramente.

—Estás perdiendo mucha sangre, ¿Cuál es tu tipo? —pregunté. Ella sonrió de lado, levantando la mirada hacia mí.

—Cabello azul oscuro, ojos azules también, altas con expresión de muerte y, preferiblemente, vigilantes tercas —respondió describiéndome. Si no la mataba el desangrado, la mataba yo de un puño.

—Tu tipo de sangre, Violet —aclaré. Su sonrisa se borró al instante.

—Ah, no lo sé —soltó entre quejidos, su cabeza cayendo hacia abajo nuevamente.

Corazones enemigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora