Dante había tenido pesadillas a causa de lo sucedido con su padre y el intento de compra a su persona su voluntad, pero se sentía aliviado porque Aleksei estaba allí, consolándolo. No solo eso, sino que estuvo a su lado todo el tiempo que quiso, como en los viejos tiempos.
Al llegar el fin de semana, Dante decidió salir y hacer algo divertido con Aleksei. Después de tantas emociones, necesitaba relajarse, y sabía que Aleksei también lo necesitaba.
Había visto las cicatrices en la espalda de Aleksei y recordó lo que él le contó acerca de su padre. Aunque Aleksei le pidió que no se preocupara ni se sintiera culpable, Dante sabía que en parte era por su culpa.
Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos. Respirando hondo y sosteniendo una cesta de picnic que Amanda había preparado, se armó de valor y entró al despacho de Aleksei, quien levantó la cabeza de forma abrupta y alerta.
—No me mires como si fueras a devorarme —bromeó al ver la intensidad de la mirada de Aleksei.
—Lo siento, no esperaba que aparecieras —se apresuró a decir, suavizando su expresión.
—Perdón si interrumpo... —murmuró Dante, algo avergonzado.
—Está bien, no te preocupes. Dime, ¿qué sucede?
Dante se sintió tímido de nuevo, pero se armó de valor.
—Hoy es sábado, así que pensé que sería divertido ir de picnic.
Aleksei miró a Dante y luego a la cesta que llevaba en sus manos.
—Tengo mucho trabajo que hacer y no puedo...
—No voy a aceptar un no por respuesta —interrumpió Dante con más valentía.
Aleksei levantó una ceja, divertido por el tono repentino de Dante.
—Tu trabajo no se irá a ninguna parte, seguirá allí cuando volvamos. Por favor, Alek, necesito algo que me distraiga después de lo que pasó... —Las últimas palabras lo hicieron estremecer y bajó la cabeza, deseando no recordar aquella experiencia.
—Está bien —soltó de repente Aleksei, haciendo que Dante levantara la cabeza de golpe.
—¿De verdad? —preguntó emocionado, sin poder creerlo.
Aleksei asintió, distraído por las emociones tan claras de su pequeño tesoro.
—Bien, entonces te espero en la entrada. Conozco un lugar que te encantará —dijo Dante con más emoción, acercándose a la puerta.
—Será mejor que no tardes o vendré y quemaré el despacho —añadió con una sonrisa alegre, dejando a Aleksei con la boca abierta, sorprendido por semejante amenaza de alguien tan adorable como Dante.
Aleksei no dudó en dar órdenes rápidas y seguir a Dante. No quería que el chico quemara su despacho... si es que era capaz.
El día parecía realmente bueno. Aunque a Aleksei no le agradara la idea de estar al sol, suspiró, sabiendo que no tenía más opción y que Dante tenía razón: necesitaban un respiro.
Aleksei encontró a Dante en el gran patio trasero, con una manta sobre el pasto verde y el sol iluminando sus hermosos ojos grises, que ahora se veían casi transparentes a causa del sol.
Aleksei sintió una especie de electricidad recorrer su cuerpo, lo que lo inquietó un poco, pero solo se sentó junto al chico.
Ambos se sentaron en el pasto. El sol reluciente hizo que Aleksei aceptara su destino. Enfrentar la luz solar le provocó una cara amargada, lo que hizo que Dante se burlara de él.
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Obligados a amarse
RomanceObligados a casarse por decisión de sus padres, se ven forzados a convivir bajo el mismo techo. La convivencia está marcada por constantes discusiones y enfrentamientos, ya que ninguno de los dos está dispuesto a ceder. Cada encuentro se convierte...