🦋 CAPÍTULO 17 🦋

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Norawit temblaba en medio de las cuatro paredes que le custodiaban, tenía miedo y sentía que en cualquier momento su respiración acabaría fallando y dejándole morir allí como si no fuese más que una pequeña rata acorralada en su propia ratonera. Su garganta parecía haberse estrechado, tanto que el adolescente se creía incapaz de deslizar saliva por entre la misma. Con tan sólo 17 años sentía su mundo desvanecer y el sentido de su vida nublarse un poco, haciendo de su existencia un retrato borroso y despreciable.

Aunque sus sentidos no estaban del todo claros aún podía verse al espejo, su imagen daba terror y lástima; en aquel tiempo lucía mucho más delgado, pálido y se podría decir que hasta enfermo. Gemini estaba experimentado las primeras etapas de desgracia en su vida, su padre se había puesto más exigente que nunca y no dejaba de gritarle y llamarle por "apodos" que prefería realmente olvidar. El joven llegó a culparse a sí mismo también, se culpaba de todo lo malo que había ocurrido en su familia; después de todo él era un asesino.

"Todo es su culpa..."

La presión en el pecho crecía con cada segundo que transcurría y las manchas rojas que corrían por sus muñecas, empapando sus manos y salpicando su uniforme comenzaron a manchar el suelo y el fino mármol de aquel baño. Norawit podía sentirlo, podía casi palpar el abrazo de la fría eternidad pero justo antes de que todo se oscureciera y su sufrimiento acabara de una vez por todas, aquella extraña figura apareció detrás suyo gritando o diciendo algo que el chico jamás pudo entender.

En octubre del 2021 Gemini había tenido su primer intento de suicidio y aunque en su entorno todos sabían lo que había ocurrido, el dinero de su padre se había encargado de callar y cegar a cada medio importante que pudiese difundir la noticia y por ende, arruinar su imagen. El joven no estaba preocupado por lo que dirían los demás, es más, estar encerrado en aquel hospital le parecía un castigo justo y de algún modo, un espacio para descansar.

Aún podía recordar aquel día con claridad, era un sábado como cualquier otro y él seguía estando custodiado por un enfermero personal que se aseguraba de que el chiquillo no intentara nada tonto nuevamente. Las heridas en sus muñecas estaban casi sanas y el color de sus labios había regresado levemente, no por voluntar del joven, más bien por aquellos medicamentos y sueros que le seguían suministrando sin falta cada día. Hasta que el reloj marcó el medio día, Gemini pensó que la jornada sería igual que las demás, que estaría solo como si fuera un recluso o un enfermo mental del que su padre se avergonzaba pero para su sorpresa aquel día recibió la primera visita en un mes; una que sin saberlo se volvería la más especial en su memoria.

- Hey, escuché que ya estás mejor.- Un chico de aproximadamente 1.69 de estatura entró por la puerta, Gemini pudo ver aquel uniforme de deporte y un brillo especial en su rostro.

Admitía que ver una mueca feliz luego de semanas se le hacía algo extraño.

- ¿Te conozco?- Preguntó alzando una de sus cejas y el chico que ya había llegado a la mitad de la inmensa habitación se detuvo en seco.

- ¿No me recuerdas?- Preguntó casi ofendido y el menor se quedó mirándolo de la misma manera que al principio.- Nos presentó Pond, ¿lo olvidaste? En el campamento.

Norawit lo pensó por un rato y finalmente recordó: Naravit le había presentado al extraño chico unos meses atrás, sólo se habían visto un par de veces en aquel bendito campamento escolar y el contrario no se le hizo desagradable en general, pero aún así no le veía el sentido a la confianza tan expresiva y cercana que estaba teniendo el más bajo.

Diablos, ni siquiera recordaba su nombre.

- ¿Por qué estás aquí?- Añadió viendo como el ajeno arrastraba una silla hasta el borde de la cama, sentándose a su lado mientras le mostraba aquellas bolsas.- ¿Cómo te dejaron entrar?

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