XXII - Los Finales Son Los Nuevos Comienzos.

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La mente de Evina se oscurece como si un eclipse se hubiera provocado en su interior provocando grandes catástrofes. Su atención se dirige hacia el hombre quien, en lugar de detener a los Servos, empuja a sus colegas a ser atacados por ellos.

Rodhan había sido de gran ayuda cuando, en aquel momento, la joven se sentía completamente sola. Él la comprendió como ninguno y le dijo las palabras correctas para pelear por lo que se merecía. Rodhan fue el único hombre que no la trató como una mierda y quien le prometió que un día Idena vería su furia y caería de rodillas frente a ella.

Pero todo fue una mentira. Y Evina detesta con todo su ser que la tomen por idiota.

"Debes decidir quiénes son tus verdaderos enemigos," dice la chica sintiéndose tan mareada que no puede enfocar su visión. La mujer, aprieta su agarre pero la suelta luego, haciendo que Maia empiece a toser, buscando con desesperación bocanadas de aire que le permitan seguir.

La pelinegra se aleja caminando con fiereza hacia el hombre pero alguien más se interpone antes de llegar a su destino. Alan se encuentra frente a ella impidiendo que continúe sus pasos.

"Muévete," demanda la mujer.

"No lo creo."

Evina rechina sus dientes. "¿Qué demonios estás haciendo."

"¿No te lo dije antes? Onuth trabaja para mí." La voz de Rodhan parece hacer eco en todo el lugar y antes de que Evina pudiera reaccionar, Alan coloca las esposas de Guffrydd, capaces de interceptar cualquier tipo de magia.

El anciano sonríe mientras Evina intenta comprender todo con claridad.

"Onuth decidió jurarme lealtad sabiendo que a mi lado estaría mejor," afirma el hombre mirando a la pelinegra con una expresión de superioridad. Estar un paso delante de ella le resulta tan placentero y el hecho de que su plan haya funcionado tan bien sólo es una confirmación de lo inteligente que es. No sólo obligó a Onuth a seguir pretendiendo ser un seguidor de Evina, sino que además hizo tan bien su trabajo en poseer a Alan y guiar a los demás hacia aquí que hasta podría darle una medalla, piensa con diversión.

"Vaya desperdicio," sisea la mujer sin esconder lo furiosa que está en este momento.

"Finalmente estás a mi merced, te advertí que las cosas iban a ser diferentes, dije que te esperaría y así lo hice." Evina hace el amague de ir por él pero Onuth la sostiene por detrás. "Aquí es donde todo termina."

"¿Y empieza tu reinado?" Suelta una risita. "Déjame adivinar tu siguiente movimiento, me matas y te llevas el crédito de esa victoria esperando a que tus asquerosos superiores te tengan en cuenta por primera vez en tu vida." El sonido de la cachetada es tan fuerte que hasta a Maia le dolió quien ha estado mirando esta escena de muy cerca.

Evina no es más que otra víctima en este juego, se dice, Rodhan ha manipulado a todos desde un principio y nadie se había dado cuenta de eso.

"Voy a disfrutar tanto dándote lo que mereces," murmura entre dientes, "es una pena que Adrien haya caído en tus garras, no tenía por qué terminar así."

La mujer suelta un grito de impotencia. Rodhan entonces saca la misma daga con la que iba a matar a Xion y lo coloca en su garganta. "Nos vemos en la otra vida."

Entonces Maia empuja a la mujer hacia un lado antes de que la hoja filosa toque su piel. Donovan forcejea contra Rodhan pero los demonios cercanos empiezan a rondarlo.

El Alquimista de Almas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora