Capítulo 25

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Asher

La pesadez no me deja entender lo que mi asistente me está diciendo. Han pasado tres días desde que no veo a Ivy y creo que es lo mejor; lo del juicio, los problemas de la empresa y sumarle la situación de Ivy hace estallar mi malhumor.

—Envíame todo a mi email—le digo a la secretaria antes de cerrar la puerta de mi oficina.

Me apresuro en revisar todos los documentos que tengo en el escritorio, sin dejar atrás los emails pendientes por responder. La secretaria toca mi puerta avisándome de la reunión.

Me dirijo a la sala de conferencia donde se encuentran la mayoría de los socios. Lucas está sentado en la esquina derecha de la mesa, me mira cuando entro y niega con la cabeza. Resoplo porque esa acción me hace entender que algo anda mal.

—Agradezco la presencia de todos, convoque esta reunión porque como saben el contrato de asociación de mi empresa con la empresa Harlowad está por vencerse y por ello anuncio el retiro de mi empresa como socio de esta. —Habla uno de los socios que ha estado en la empresa por más de una década.

Todos voltean a verme esperando una reacción.

Me levanto con una sonrisa irónica.

— ¿Alguien más se quiere retirar? — Cuestiono con una mirada fulminante.

Nick, otro socio empieza a voltear a ver a sus compañeros y levanta la mano dudoso.

Perfecto, dos inservibles menos.

—Bien, ambas empresas se pueden largar ya mismo—les dedico una sonrisa falsa.

—Asher, tampoco queremos que esto termine de mala manera, seguiremos siendo colegas— dice el imbécil que habló anunciando que acabara con esta asociación.

—Si no me sirven, entonces no me estorben—le escupo.

—No queremos quedar mal contigo Asher— tartamudea Nick.

—Me vale mierda lo que ustedes quieran, teníamos proyectos pendientes y a ustedes no les importaron. —Todos están en silencio observándome— no pasa nada, la empresa Harlowad no necesita de nadie— afirmo con prepotencia.

Los murmullos empiezan a opacar la sala.

—Se pueden ir— los corro de la sala. — Esta será la última vez que visiten este lugar porque en nombre de esta empresa les informo que más nunca habrá o existirá otro contrato con ustedes.

Ambos se miran y explayan los ojos cuando escuchan lo que digo. Tratan de hablar pero no los dejo.

—Díganle a Mason que muy buena jugada—les suelto—lástima que ustedes salgan perjudicados.

El nerviosismo los delata e intentan volver a hablar pero mi grito los espanta.

— ¡Fuera!

Los presentes me miran.

—Así funcionan las cosas acá y al que no le guste se puede largar. Las jugarretas de Mason no van a afectar mi trabajo y si ustedes son cómplices más le vale largarse antes que lo descubra—advierto.

Les doy la espalda antes de soltar un portazo. Salgo del edificio esperando a que me traigan mi auto.

— ¿Qué pruebas tienes de que Mason está detrás de esto?

—No hace falta las pruebas para algo tan obvio, Lucas.

—Perdimos dos socios importantes.

—Buscaremos dos mejores, encárgate.

Asiente y se retira cuando mi auto llega. Manejo sin rumbo, no quiero ir al apartamento y enfrentar el otro problema que tengo pendiente. Golpeo el volante, el estrés no me abandona, fumar no me consuela y sigo sin poder dormir. Estoy cansado y por primera vez en mi vida surge ese pensamiento de rendirme y bajar la guardia con todo el asunto de los Bardeen, pero mi orgullo y mi ego no me lo permite.

No pienso darles el gusto de ganar, no está vez.

Estaciono el auto frente a la cabaña familiar que se encuentra a las afueras de la ciudad, busco las llaves en la guantera y bajo del auto.

Abro la puerta y recorro la cabaña, no venía desde que era un niño. Está remodelada, más lujosa, no se parece en nada a la cabaña que conocía.

Subo las escaleras buscando la habitación principal, entro y cierro la puerta, me despojo de mi ropa y me meto a la ducha. Enciendo la regadera y el agua fría no logra espabilarme, paso mis manos por tercera vez por mi cabello frustrado. Salgo enrollando una toalla en mi cintura, busco en la maleta la ropa, pero el ruido de la puerta abriéndose me hace voltear.

— ¿Qué haces acá?—Cuestiono queriendo saber cómo supo que estoy acá y en cómo entro.

No contesta y se acerca. Me enderezo mostrándole una actitud soberbia, coloca sus manos en mi pecho y recuesta su cabeza sobre mi mentón por la diferencia de altura.

— ¿Seguiremos así?—Susurra.

—No sé, pregúntatelo— respondo con frialdad.

Alza la cara clavándome los ojos, me mantengo serio y ella voltea la cara, no es capaz de mantenerme la mirada.

Intenta besarme y volteo la cara. Rodea mi abdomen y mi espalda con sus brazos.

—Asher—me llama.

La vuelvo a voltear a ver. Me es imposible no detallarla, más no tengo ganas de seguir siendo su juguete, algo está sucediendo y hasta que ella no hable no pienso ceder.

—Lo mejor es que te vayas—me alejo.

Intenta decir algo pero se queda callada.

—Cuando seas sincera conmigo podremos volver a lo que éramos antes.

—Yo...—Trata de hablar pero pareciera que las palabras se convierten en un nudo.

Sigo observándola a que me diga qué es lo que tanto me está ocultando.

—Perdón—susurra.

Me acerco tomando su cara obligándola a mirarme.

—Dime—pego mi frente a la de ella. — Solo dime y lo solucionaremos—la miro esperando una respuesta.

Suelta un suspiro, se da la vuelta y se termina yendo.

No es capaz de afrontarme, le estoy ofreciendo una solución y ella se aleja, le estoy tendiendo mi mano y no le importa, estoy dejando a un lado mi orgullo y ni lo valora, nos estamos alejando tanto que hemos llegado al punto de desconocernos.

La amo a pesar de estar naufragando en un océano desconocido. Estoy cansado de ser su salvavidas sin que le importe que me esté haciendo daño. Ivy jamás será una carga, sin embargo, no soy estúpido, sé que algo está pasando y lo mínimo que merezco es una gota de sinceridad.

Termino de vestirme y me acuesto en la cama con la mirada clavada en el techo.

Otra vez solo, trato de alejar el pensamiento que acaba de surgir. Siempre he estado solo, no es algo que deba de asustarme, pero cuando eres una persona solitaria y pruebas esa pizca de la compañía y no cualquiera, sino una buena compañía el miedo no es volver a quedarte solo. Sino que no vuelvas a encontrar o a sentir de la misma manera.

Cierro los ojos y vuelvo a ser cómplice, sí, cómplice por lo que está sucediendo y por lo que sucederá, no sé qué rumbo tomar, mas no soy tonto para no saber que algo se avecina y surge la duda de que si esto sería capaz de arrollarme.

Mason me respira en la nuca, Ivy me oculta algo y yo...Yo solo estoy luchando una batalla a ciegas.

Idílico (Libro Completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora