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O quizás el infierno estaba por empezar.






-Bueno...-Decía Sebastian mientras salía de bañarse y veía a su joven amo cambiándose tranquilamente
Si, si, se habían dado un baño juntos, pero solo disfrutaron de la compañía del otro, sin toqueteos de por medio.

-Sobre el parto...-No sabía de qué manera realizar la pregunta.

-Según Evolett, cuando me desmaye mi cuerpo también desapareció, luego de unos treinta minutos reaparecí y mi vientre ya tenía la cicatriz recién cocida.-Le contesto sin querer mirarle mientras acomodaba su cabello. Bueno, intentaba.

Sebastian, con la mirada triste, se aproximó a su amo y, tomando el peine que este tenía en su mano derecha, comenzó con suave subidas y bajadas, así, acomodando y desenredando el pelo.

-Quedo una cicatriz...-dice con un tono enojado/apenado Ciel.- ¿No la viste?-

Sebastian, mirando las finas hebras azules sonríe suavemente.
-Me concentre en sus bellos ojos, en su bellas pestañas, en sus hermosas cejas, en su perfecta nariz y en su, casi nula, sonrisa, pero aun así hermosa. No tenía tiempo de ver su cuerpo amo...aunque este también se mira precioso-

El rubor de Ciel se extendió hasta sus orejas y agacho la cabeza, pero no tanto como para que el demonio dejase de tener acceso a su cabello.
-Aunque... déjeme decirle que...-sus ojos se tornaron rosas, unos intentos, se acercó a la oreja del chico y con voz ronca dijo-Su cuerpo es una obra de arte, me encantaría cometer ese tipo de pecado más usual en mi con usted... ¿Sabe cuál es no?- Obviamente Ciel lo sabía, pero no podía hablar de la vergüenza.

Agarro la muñeca de Sebastian y la aparto haciendo que deje de peinarlo.
-Deja de decir esas barbaridades, y no me hables de tu, recuerda que ahora somos...-No pudo continuar porque ni siquiera el sabia en que habían quedado.

Hubo un silencio un poco incómodo en la habitación pero aun así Sebastian sonrió.
-Somos una pareja no pareja.-Afirmo seguro mientras dejaba el peine en el mueble y se dirigía a la cama.
Ciel soltó una pequeña carcajada y luego se acercó a su amante el cual lo esperaba.

-Sé que, quizás, no sea el momento adecuado pero...-El demonio miro a su amo con una mirada de supuesta "inocencia"
-Bien pequeño demonio lujurioso...tienes el permiso de tu amo...-le respondió Ciel con una sonrisa traviesa.

Así, Sebastian destapo las sabanas perfectamente acomodadas por Claude y recostó a su amo colocándose sobre el sin dejarse caer completamente.

Ambos mirándose de manera coqueta.
















































































Mientras tanto, y en otra habitación, específicamente fuera de esta, en la puerta, se encontraba un demonio de lentes al cual le temblaban las piernas al saber lo que el mismo estaba por hacer, pues debía de hacerlo.
Así, y con el corazón en la garganta, toco.

-Adelante.-Se escuchó una voz angelical para muchos.

Y sobre todo para Claude.

Ninguno de los dos se dijo algo luego del abrazo, solo se separaron y cada quien por su lado.

Ahora, ese mayordomo volvía a entrar a la habitación de su amo, justo a la hora de dormir, como en los viejos tiempos, pero esos viejos tiempos ya eran nuevos, y muy diferentes por cierto.

-Ah...Claude...-Dijo Alois mientras acomodaba delicadamente se cabello rubio mirando a la araña por el espejo donde el mismo se reflejaba.
Para Claude sin duda era una vista preciosa, su amo, con su camisón de dormir tan blanco como el, sus pies descalzos que ni siquiera llegaban al suelo, pues el menor estaba sentado frente a su escritorio, sus ojos azules, esos con los que soñó por tanto tiempo.
-¿Cómo estás?-Pregunto volviendo a mirarse en el espejo y tomar el peine.
Claude no respondió.
Solo se acercó a él en un andar lento, cuidadoso, pero seguro. Alois solo le observaba por el reflejo.

Reencribiendo la historia (Sebaciel)Where stories live. Discover now