Gavira es real

182 12 0
                                    


—¿Entonces te vas a declarar? —preguntó, y le doy un sorbo al vaso.

—¿Cómo me voy a declarar? Es... —se mueve el pelo con la mano haciendo que se le revuelva—. No, no puede ser, es mi amigo, joder, mi mejor amigo.

Suspira y lo miro. Pedri coge el vaso y se toma de golpe todo lo que queda en él; juraría que era whisky.

Hoy ha sido el segundo partido del Barça en esta temporada; en este caso ha sido contra el Athletic, el anterior club donde estaba Nico. Ha sido un partido difícil, bueno, eso creo. Al final han acabado ganando 3-2, dos goles de Cubarsi —quien por cierto creo que está encima de una mesa bailando— y uno de Lewandowski. Bueno, el caso es que como buena novia he ido a animar, a comparación de la otra vez que fui. Esta vez fue... no sabría cómo describirlo.

¿Con palabras?

Para celebrar la victoria, han decidido ir a una discoteca. Al llegar, la gente se ha ido a su rollo; Nico y mi prima creo que están en uno de los reservados haciendo cosas de parejas.

Cariño, dilo: follando, metiendo mano, comiéndose la boca, lo que tú quieras, con Lamine.

Lamine se ha ido con Gavi y Araujo a por más bebidas. Yo he ido hacia el reservado; dios, ¿en qué momento he pasado a esto? Y bueno, ¿qué os puedo decir? Me siento como una puñetera reina.

—Y si... —empieza Pedri.

Al llegar al reservado vi a Pedri como alma en pena; ya lleva unos días raros, según lo que había dicho Nico. Le dije que si se quería sentarse, y como buena fan de Gavira, le comenté:

—Tu amistad con Gavi es increíble, te envidio.

—Sí, sí, amistad... —contesta casi en un susurro.

Creo que es hora de intentar hacer de psicóloga.

Oh no, por favor, ya vimos cómo acabó la otra vez.

—¿Cómo es? —pregunté.

—¿El qué?

—Saber que hay alguien que nunca te olvidará, que hará lo mejor por ti, que estará contigo en todos los momentos, que bajaría la luna por ti, alguien con quien no te importe ser tú mismo... ¿qué se siente ser querido por alguien que no sea por obligación?

Espera, que a lo mejor sale bien.

Pedri me mira, coge el vaso y con el pulgar hace círculos en él.

—Se siente que quieres dar lo mismo pero no sabes si lo haces bien. Se siente miedo por perderlo, decepcionarlo o peor, tener miedo de que un día se dé cuenta de que no vale la pena quererte.

Un silencio se monta entre los dos, "Ojitos Lindos" resuena por la discoteca.

—Gavi te aprecia y te ama tanto que lo que me estás diciendo me parece más posible que Justin Bieber venga a España a que él te deje de amar.

—¿Amar...? —no sé si es una pregunta o una afirmación.

—Ajá. Gustar no es, ya que los gustos son por etapas. Querer tampoco, ya que cuando quieres algo, después de conseguirlo ya está. Encantar, cuando te encanta algo, después conocerás algo que te encante más. Adorar, solo se adora lo que no podemos tener. Amar... amar significa algo que es imposible comparar con otra cosa.

—¿Te has planteado escribir poesía? —ríe—. Amo a Gavi.

Volviendo al presente, son la una de la mañana y Pedri se está replanteando sus sentimientos.

—¡MIERDA! Sí, lo amo mucho, pero no como amigo y no... no sé qué hacer. He intentado comportarme porque esto está mal, ¿no? No me puede gustar, mierda, él no, porque con toda la gente que hay, me paso el día pensando en él. Ahora él está enfadado conmigo y es mi culpa; yo lo he separado de mi vida, y míralo... yo no le puedo gustar... —unas lágrimas caen de su rostro y vuelve a tocarse el pelo—. ¿Qué hago? ¿Tú qué harías?

Miro hacia la pista de baile donde veo a Gavi bailando con una chica; ella intenta perrearle, pero él se parte de nervios y mira hacia aquí. Pedri y él hacen contacto visual, pero Pedri lo rompe.

—No hace falta que te declares aún, pero...

—¿Pero...?

Pero...

—Podrías intentar saber qué siente.

—¿Y... y cómo lo hago?

—Mmm... tírale una copa a la chica, ella se irá a limpiar. Entonces Gavi se enfadará, te lo llevas afuera y arregláis vuestros problemas. Solo dile que has estado distraído, dile que es muy importante para ti y proponle ir a tu casa para acabar de arreglar las cosas. Y bueno, ahí veis una película gay importante, y si es calentorra mejor... si se le pone dura, bueno, algo habremos descubierto.

Rectifico: el título de psicóloga no lo consigues ni pagando.

—¿Tú te has escuchado? Es... es genial. Gracias, gracias. —Me abraza y se levanta hacia la barra—. Mañana te cuento lo que pase. —Asiento.

Y lo veo alejarse. Tendría que haberle dicho que tirara un refresco, ya que son más baratos y para malgastarlo, mejor. Bueno, es millonario, no le va a ir por una copa. Encojo los hombros.

Cojo el móvil, respondo algunos mensajes y cuando acabo entro a Instagram. Me sale un reel de esos que son de perritos que hacen gracias; río.

—¿En serio viendo videos de perros en una discoteca? Cada día me sorprendes más. —Habla una voz a mis espaldas.

Esa voz salta hacia el sofá y se tira a mi lado, poniendo su cabeza encima de mis muslos.

—Mmm... eres más cómoda de lo que esperaba —ríe, y yo lo ignoro, intentando sacarlo—. Oye, déjame, que estoy muy cómodo. Algo tendré que sacar por estar saliendo contigo.

—Que te jodan, Lamine.

—Ya lo entiendo, quieres que te joda, normal, esta yo me diría a mí mismo Cherry.

—Estás borracho, idiota. —Y lo tiro hacia el suelo; al caerse, hace un farfullo, pero al parecer la indirecta bastante directa no funciona, ya que vuelve a ponerse a mi lado, al menos no encima de mí. Coge mi vaso y le da un sorbo.

—Eh, ese es mi vaso. —Me lo devuelve—. Ya no lo quiero, ahora tiene tus babas.

—Mmm... pues que yo recuerde, no te molestan mis babas cuando nos besamos, ¿no? ¿O me equivoco? —Se acerca mucho, demasiado.

—Por favor, solo estaba fingiendo —digo ya nerviosa.

—Ajá, será eso. —Y se aparta.

¿Premio o castigo?

—Creo que es hora de que nos vayamos —dice mi prima.

Ya que al parecer Lamine no es el único que está borracho, Nico se tira al sofá... bueno, lo intenta, porque acaba cayéndose en el suelo.

—Sí, es hora de volver.

Ya saliendo por la puerta, después de unos diez minutos —ya que mi prima va con Nico borracho y yo con Lamine borracho—, en el caso de Nico, Lamine no calla.

—Cherry, no mientas, estás feliz de poder tocarme. —Lo sigo ignorando.

—Esperen un momento —habla un señor con traje.

—¿Qué pasa ahora? —suelto, quiero llegar de una vez a mi casa.

—Tienen que pagar una copa.

—¿Una copa? —pregunta mi prima.

—Exacto, uno de sus acompañantes le tiró una copa encima a una chica y la copa se rompió, y no lo hemos vuelto a ver.

Pedri, eso  pinta a que ha salido muy bien el plan. 

Pobre chica, habría que darle un romance de libro para que nos perdone.

—Eh, claro, claro —dice Nico intentando sacar su cartera. Cuando por fin lo consigue, le da un billete al señor—. Ya nos podemos ir —asiente.

Un clásico no muy clásicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora