Si esto fuera un clásico, el que estaría muerto sería Lamine. Solo digo eso.
POV: Marina
Realidad: en el presente, asistiendo a la gala.
La mañana empieza como un estruendo cuando escucho a mi madre gritando desde el otro lado de la puerta, ordenándome que me levante, que raro. Por unos segundos me hago la dormida, pero no sirve de nada porque su voz sigue resonando, imparable.
-¡Marinaa, ya levántate! ¡Tenemos que irnos al aeropuerto, que vas a llegar tarde y eso es de mala educación-grita detrás de la puerta
Sin remedio, me giro y estiro un brazo, palpando la mesilla hasta que encuentro el móvil. Entre sueños, veo la hora y suelto un quejido: aún queda tiempo, pero al parecer mi madre quiere que lleguemos en cuanto abran el aeropuerto.
– ¡Mamá! ¡Voy en un segundo! –grito, esperando que sea suficiente para calmarla mientras me arrastro fuera de la cama.
Finalmente, me pongo en pie y, antes de salir de la habitación, escucho la voz de mi madre desde la cocina, casi chillando:
– ¡Ah! Y no te olvides de hablar con tu hermano, que está raro estos días. Algo le pasa, estoy segura –comenta con ese tono de quien sabe más de lo que dice.
Me pongo unos jeans y una sudadera antes de ir hacia la habitación de Diego. Me detengo frente a su puerta, que está cerrada, y toco dos veces antes de entrar.
– ¡Voy a entrar! –digo en tono advertencia mientras empujo la puerta y me asomo.
Te entiendo , nunca sabes que te puedes encontrar.
No sorprende nada el espectáculo: la habitación es un tributo al fútbol. Paredes empapeladas de pósters, medallas colgando en el corcho, trofeos ordenados en una estantería. Incluso las sábanas llevan el escudo del club favorito de Diego. Él está ahí, medio tapado, con los auriculares puestos. Al verme, los aparta un poco y me hace una seña para que pase.
– Marina, ¿qué haces aquí? –pregunta, levantando una ceja.
– Te he venido a ver –respondo con tono burlón, lanzándole una almohada que había caído al suelo–. Mamá dice que estás raro últimamente... ¿Me cuentas qué pasa?
Diego se ríe y mira hacia otro lado, haciéndose el misterioso. Finalmente, suspira y me mira con una expresión que nunca le había visto antes.
– Oye, Marina... tú... ¿estás enamorada de Lamine? –su pregunta me pilla tan por sorpresa que noto cómo me pongo roja al instante.
Me cruzo de brazos y, al mirar a Diego, no puedo evitar recordar todos esos momentos con Lamine, desde las risas compartidas hasta esas miradas que dicen mucho más que las palabras. Con él todo se siente fácil, natural, y aunque todavía me cuesta decirlo en voz alta... sí, estoy enamorada de él.Y mañana es la gala y pasado todo habrá cambiado.
– Sí–admito, finalmente, y noto una sonrisa divertida en los ojos de mi hermano–. Y dime, ¿por qué la pregunta? ¿Tendrá algo que ver con cierta conquista que has hecho últimamente?
Cierto chico ladrón de bocadillos ,rectifico intento de ladrón.
Diego se encoge de hombros, pero su sonrisa lo delata.
– Bueno, tal vez –dice, fingiendo modestia–. Pero, , dime algo... ¿qué es estar enamorado?
La pregunta me sorprende. Diego siempre ha sido el típico chico despreocupado, casi un fuckboy, como se dice, así que verlo así, con cierta timidez, me enternece.
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Un clásico no muy clásico
Fanfiction¿Qué probabilidades hay de que, de un día para otro, tu prima empiece a salir con Nico Williams? ¿Y de que Nico, recién fichado por el Barça, decida construir una casa justo al lado de la tuya? ¿Qué tan probable es que, un día cualquiera, Lamine Yam...