𝑪𝒐́𝒅𝒊𝒈𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒂𝒕𝒓𝒂𝒄𝒄𝒊𝒐́𝒏 || 𝑴.𝑪

Prólogo

El sonido de la lluvia golpeando suavemente contra la ventana era mi única compañía en la habitación silenciosa. Estaba sentado en mi escritorio, con la mirada fija en la maraña de papeles que cubrían la superficie. La luz tenue de la lámpara creaba sombras alargadas que se movían en las paredes, distorsionando las formas hasta que parecían personajes de una historia olvidada.

Mi mente, normalmente una fortaleza de lógica y razón, estaba ahora atrapada en un torbellino de emociones que no sabía cómo manejar. Después de todo lo que había visto y vivido, debería estar acostumbrado a la oscuridad. Sin embargo, las sombras de mi propia mente eran las que más temía.

Un golpecito en la puerta me sacó de mis pensamientos. No esperaba a nadie, y mucho menos a esta hora. Mi corazón dio un pequeño salto, pero traté de calmar la inquietud que se alzaba dentro de mí. Con un suspiro, me levanté y caminé hacia la puerta, cada paso resonando en el silencio de mi apartamento.

Al abrirla, me encontré cara a cara con un hombre que no esperaba ver allí, al menos no fuera del entorno controlado del BAU. Era Ethan Montgomery, el nuevo agente. Me miraba con una mezcla de curiosidad y algo más que no lograba descifrar.

—¿Te interrumpo?—preguntó Ethan con voz calmada, aunque había un tono en ella que sugería que estaba allí por algo más que una simple visita.

Lo observé por un momento, notando cómo la lluvia había empapado su cabello oscuro, haciendo que pequeñas gotas cayeran por su frente.

—No, para nada. Pasa —respondí finalmente, dando un paso atrás para dejarlo entrar.

Ethan entró con la misma confianza que lo caracterizaba, pero había algo en sus ojos esa noche, algo que no coincidía con la imagen que tenía de él. Mientras se acercaba al escritorio desordenado, sentí que el aire en la habitación se volvía más pesado, cargado con una tensión que no podía identificar.

—Tenemos que hablar, Reid —dijo finalmente, girándose para mirarme directamente—. Sobre nosotros. Sobre lo que está pasando.

Sentí que mi pulso se aceleraba, pero me obligué a mantener la compostura. Había visto cosas mucho peores que mis propios miedos, pero algo en la forma en que Ethan me miraba ahora hacía que todo lo que creía seguro empezara a desmoronarse.