Capítulo 21: Sombras del Pasado pt.2

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Spencer Reid

Después del último caso, decidimos que sería bueno tomarnos unos días libres. Ethan me invitó a su hogar en Telluride, Colorado. El lugar era hermoso y pintoresco, pero sabía que algo lo inquietaba: conocería a su familia, a su madre y a su hermano menor. Me alegraba que nuestra relación avanzara tan rápido, aunque me enternecía verlo nervioso. Sus manos tamborileaban en el volante mientras miraba las calles, su mandíbula estaba tensa, y se notaba inquieto. Nos acercábamos a la casa, una cabaña rústica rodeada de árboles que parecían abrazar el paisaje montañoso. El silencio en el auto se hacía cada vez más pesado, como si las palabras que no decíamos nos estuvieran envolviendo en una incómoda burbuja. Noté que Ethan tragó saliva antes de estacionar el coche frente a la entrada.

—Oye —dije, colocando suavemente una mano sobre su brazo—. Todo va a salir bien.

Él giró la cabeza y esbozó una pequeña sonrisa, pero no llegaba a sus ojos. Sabía que, aunque yo tratara de calmarlo, conocer a su familia en este punto de nuestra relación era un gran paso para él. Me había hablado mucho de su madre: estricta, protectora, pero con un amor feroz hacia sus hijos. Y su hermano, más joven, que siempre parecía tener a su hermano en un pedestal.

—Es solo... no sé cómo van a reaccionar —admitió finalmente—. Nunca les he presentado a nadie antes.

Ese "nadie" resonó en mi cabeza más de lo que me gustaría admitir. A pesar de los meses que llevábamos juntos, aún había muchas cosas que no sabía de Ethan, y ahora iba a ser parte de algo mucho más personal.

—Estarán bien, porque tú estás bien —respondí, tratando de darle fuerzas.

Ethan tomó aire profundamente, apagó el motor del auto y se quedó en silencio unos segundos más. Luego, sin decir nada, salió del coche. Lo seguí, tratando de transmitir la mayor confianza posible, pero mi propio corazón latía con fuerza. Sabía que este momento no solo era crucial para Ethan, sino también para nosotros.

Al llegar a la puerta, su mano tembló levemente cuando tocó el timbre. El sonido resonó dentro de la casa, y tras unos instantes que parecieron eternos, la puerta se abrió. Una mujer de mediana edad, con el cabello castaño entrecano recogido en un moño sencillo, apareció en el umbral. Sus ojos, parecidos a los de Ethan, se iluminaron al verlo, pero inmediatamente se posaron en mí, analizándome con rapidez.

—Mamá —dijo Ethan, con una leve vacilación—. Este es Spencer.

Ella me observó con una mirada intensa, como si estuviera evaluando cada aspecto de mi ser en cuestión de segundos. Pero entonces, esbozó una sonrisa cálida.

—Encantada de conocerte, Spencer. He oído mucho sobre ti.

La tensión que había estado acumulándose en mis hombros se disipó un poco con su tono amable. Ethan soltó un suspiro silencioso y me lanzó una mirada agradecida. La madre de Ethan nos invitó a pasar, y mientras cruzábamos el umbral, noté que la casa tenía un ambiente cálido y acogedor, con detalles rústicos que combinaban perfectamente con el entorno montañoso. El aroma a café recién hecho flotaba en el aire, mezclado con el olor a madera envejecida. Ethan, aunque aún un poco tenso, comenzó a relajarse poco a poco.

—Ya está por llegar tu hermano —dijo su madre mientras nos guiaba hacia la sala—. Ha estado muy emocionado por verte, Ethan. No ha dejado de hablar de su carrera en criminología, está convencido de que sigue tus pasos.

Ethan sonrió con una mezcla de orgullo y modestia, pero se limitó a asentir. Pude notar que hablar de su hermano lo emocionaba, aunque no lo demostrara de forma evidente. Sabía que tenía una relación cercana con él, pero ahora podía ver que su influencia en su vida era mucho más grande de lo que Ethan dejaba entrever.

𝑪𝒐́𝒅𝒊𝒈𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒂𝒕𝒓𝒂𝒄𝒄𝒊𝒐́𝒏 || 𝑴.𝑪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora