Capítulo 38.

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En la escuela, Toya caminaba por los pasillos como si no le importaran las miradas y murmullos de asco que lo seguían a cada paso

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En la escuela, Toya caminaba por los pasillos como si no le importaran las miradas y murmullos de asco que lo seguían a cada paso. Las palabras susurradas se las dejaba resbalar, ignorándolas con la misma indiferencia que mostraba en su expresión. Sus pensamientos estaban enfocados en una sola cosa: encontrarte ahora que estabas en Japón y llevarte lejos de todo el caos que habían desatado.

Keigo, continuaba a su lado, apoyándolo como siempre lo había hecho. Incluso Rumi, que al principio se había mostrado sorprendida por la naturaleza de su relación contigo, había decidido no juzgarlo. Al contrario, había unido fuerzas con Keigo para idear un plan. Usarían las plumas de Keigo para seguir a Enji discretamente, buscando cualquier pista que los llevara a ti.

Toya, ansioso y nervioso, apenas lograba concentrarse en sus clases. Su mente se sumergía en pensamientos caóticos sobre lo que vendría después, sobre cómo escaparían y qué harían una vez estuvieran lejos de la sombra de su padre. Mientras divagaba en esas ideas, su compañero de clase y rival, Koori, se acercó a su mesa, con una sonrisa que denotaba pura malicia.

─ Hey, supe que tu hermanita volvió. Es una buena noticia, ¿no? ─ le dijo, con un tono burlón.

Toya suspiró, intentando mantenerse tranquilo. Sin decir una palabra, buscó sus auriculares para aislarse del ruido, pero Koori le detuvo la mano antes de que pudiera colocárselos.

─ Me quedé con ganas de pelear contigo ─ continuó el chico, sus ojos destellaron con desafío ─ Ya sabes... Fuego contra hielo, ¿qué dices?

Toya lo miró con desdén.

─ ¿Qué mierda estás diciendo? ─ espetó, irritado.

Koori se inclinó un poco más, su voz bajando a un susurro para que solo Toya pudiera oírlo.

─ Un combate amistoso, tú y yo en el monte Mioku.

─ ¿Y por qué tendría que aceptar? ─ replicó Toya, sintiendo cómo su paciencia comenzaba a desgastarse.

La sonrisa de Koori se ensanchó.

─ Porque... No pudiste golpearme cuando te dije que yo mandé las fotografías.

La sangre de Toya hirvió al escuchar aquello. Recordar que por culpa de Koori todo había explotado lo llenaba de ira.

─ Sí... No creo que sea buena idea ─ interrumpió Keigo, que había estado observando de lejos la interacción. Sin pensarlo, empujó a Koori de la silla, haciendo que casi perdiera el equilibrio.

─ Oye, pollo de mierda, no interrumpas ─ se quejó Koori, enderezándose con un gruñido.

Keigo se cruzó de brazos, su mirada fija en el chico ─ Largo de aquí, Koori.

El de mechón blanco lanzó una última mirada a Toya, sonriendo con burla antes de girarse y caminar de vuelta a su lugar. Keigo, viendo que Toya seguía tenso y furioso, le dio un ligero golpe en la frente para captar su atención.

─ Oye, no le prestes atención ─ dijo Keigo, colocando un plato de comida frente a Toya, tratando de distraerlo de los pensamientos oscuros que lo asediaban.

Toya tomó un tacoyaki y lo mordió, aunque su mente seguía fija en encontrar una solución.

─ ¿Averiguaste algo? ─ preguntó entre bocados, su voz cargada de impaciencia.

Keigo suspiró ─ Sí, T/n está en un hotel ─ confirmó ─ Pero no nos dejan entrar. Incluso Rumi intentó colarse por el balcón, pero hay una barrera protegiendo toda la habitación.

Toya frunció el ceño, frustrado por las medidas extremas que su padre había tomado para mantenerlos separados. Soltó un suspiro molesto mientras masticaba el tacoyaki.

─ ¿Qué puedo hacer? ─ preguntó, más para sí mismo, pero Keigo lo escuchó.

El rubio se quedó en silencio unos segundos, pensando, antes de que una chispa de idea cruzara por su mente.

─ Podemos intentar algo diferente ─ dijo Keigo, acercándose un poco más a Toya para que nadie más pudiera escuchar ─ La barrera es de su secretaria.

─ ¿La secretaria de papá? ─ preguntó Toya, confundido ─ ¿Cómo sabes eso?

El rubio rasco su nuca, nervioso ─ Ah, bueno... Ya sabes ─ le hizo unas señas obscenas. Dándole a entender que había tenido sexo con ella.

─ Eres un idiota ─ respondió serio.

─ ¡Vamos viejo! ─ exclamó ─ ¡Lo hice por una buena causa!

─ Claro, claro... Mejor continúa ─ le pidió.

El rubio suspiró ─ Necesitamos desviar la atención de esa mujer. Tal vez no puedas entrar por la fuerza, pero si logramos que ella se enfoque en otra cosa, podrías tener una oportunidad.

Toya levantó la mirada, mostrando un interés renovado.

─ ¿Y cómo planeas desviar su atención?

Keigo esbozó una sonrisa cómplice.

─ Ya sabes... ─ de nuevo le hizo las señas obscenas ─ En ese momento su mente estará en otro lado, disfrutando del placer que le voy a estar provocando.

─ ¿Y qué hago yo mientras tanto? ─ preguntó Toya, intrigado.

─ Tú te prepararías para entrar en el hotel en cuanto veas que la barrera se debilita. Con la barrera debilitada, podrías entrar y sacar a T/n de allí. Si todo sale bien, tendríamos el tiempo suficiente para desaparecer antes de que Enji se dé cuenta de lo que está pasando.

Toya se quedó pensativo, asimilando el plan. No era perfecto, pero era la mejor opción que tenían en ese momento.

─ Está bien ─ dijo finalmente ─ Hagámoslo.

Keigo aplaudió con entusiasmo, su energía contagiosa como siempre.

─ ¡Hoy es noche de sexo! ─ exclamó con una sonrisa.

Toya lo miró con una mezcla de escepticismo y resignación, mientras Keigo se reía y seguía comiendo los takoyaki como si nada.

Poco después, Rumi llegó a la mesa, con un semblante agotado por las tareas atrasadas que había estado intentando terminar. Keigo, sin perder tiempo, le explicó el plan, detallando cómo iban a distraer a la secretaria de Enji. Rumi lo escuchó con una mezcla de incredulidad y diversión, incapaz de creer que su amigo el "pollo" estuviera prestando su cuerpo para algo así.

─ ¿De verdad vas a hacer esto, Keigo? ─ preguntó Rumi, arqueando una ceja.

Keigo asintió con una sonrisa despreocupada.

─ Claro, ¿por qué no? ─ respondió ─ No es la primera vez que me sacrificó por una causa noble, y esta es una de esas veces.

Rumi suspiró, pero no pudo evitar sonreír. Sabía que Keigo siempre tenía una inclinación por las aventuras arriesgadas, especialmente cuando había mujeres involucradas.

Mientras discutían los detalles del plan, Koori, que había estado cerca, escuchaba cada palabra sin ser notado. Aunque encontraba el plan algo estúpido y arriesgado, decidió no intervenir esta vez. En lugar de eso, optó por mantenerse al margen, observando y esperando el momento oportuno para actuar.

Koori tenía sus propios motivos para seguir de cerca el plan de Toya. Así que, mientras los demás estaban concentrados en su plan de distracción, el chico decidió esperar su oportunidad, dejando que el caos se desarrollara a su alrededor.

Prohibido | Toya TodorokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora