031

13 3 4
                                    

Tomás estacionó el auto en las afueras de la corporación de Rubén, soltando un largo suspiro lleno de resignación. Iván descansaba en la parte trasera del vehículo y él solo intentaba repasar las mil y un razones que le dio Vicky para convencerlo de ir, diciéndole que ya habían estado ahí, que no había pasado absolutamente nada malo y que con una máquina mucho más grande, podría observar con mayor detalle el creciendo del pequeño bebé, que ya estaría cumpliendo sus cinco semanas en el vientre del minino.

—A ver, nene, ponte la capucha y vamos, ¿Si? Te revisan y de regreso a casa te compro leche con chocolate, ¿Te parece? —Iván asintió emocionado, colocándose el sombrero de la capucha, tal como le indicó Tomás, y tomando su mano, saliendo del auto para tocar la gran puerta principal del lugar, siendo abierta prácticamente al instante por Vicky, mostrándoles una gran sonrisa de bienvenida.

—Me alegra mucho que al final hayan decidido venir. Tomás, Iván, adelante.

Tomás se tragó un “Como si hubiéramos tenido otra opción”, sin embargo no lo dijo, dejando que sea Iván quien pase primero y después que Vicky se encargue de cerrar la gran y oxidada puerta.

Muy al contrario de las veces anteriores, ahora no eran ni las seis de la tarde y ya estaban en tal sitio, así que Iván y Tomás no debieron sorprenderse al observar tanto niño-gato caminando por todas las instalaciones del lugar, desde por el corredor principal hasta sus habitaciones, todas con las puertas abiertas, e incluso Vicky les iba informando que los pequeños tenían un patio enorme con gras artificial donde pasaban sus horas leyendo, conversando o simplemente jugando entre ellos.

Vieron niños de muchos tamaños, algunos se quedaron segundos observando a Tomás, siendo él y el personal del lugar los únicos que no contaban con orejitas y colas largas, cortas, anilladas, bicolores, ¡Wow! Definitivamente una gran variedad de pequeños con los mismos detalles felinos, pero agregándoles sus particularidades.

—¡Hola! —Tomás e Iván se detuvieron cuando justo frente a sus ojos se detuvo un niño, un poco más pequeño que Iván y parecido, aunque sus ojos se veían diferentes. No sabía la razón, pero Tomás no encontraba el mismo rastro de inocencia que en su pequeño. Era como una especie de Rodrigo, aunque tenía el cabello casi del mismo color que el de su pequeño novio—. ¡Me llamo Pedro! —Meneó sus dos grandes y esponjosas orejas. Se veían bien, el niño era considerablemente adorable o eso creyó Tomás, hasta que sintió como los pequeños brazos de su bebé rodearon su cuerpo y escuchó un sonido diferente a cualquiera que hubiera oído de Iván antes—. Uh, uhm.

Pedro retrocedió unos pasos, hasta que llegó Vicky y, al verla, automáticamente se escondió detrás de la señora, sacando su cabeza e inclinando sus orejas, manteniendo su mirada fija en Iván.

—¿Qué pasa, nene? —Iván no apartaba la mirada de Pedro, con sus orejas caídas hacía atrás, gruñendo después de que Pedro volvió a esconder su cabeza detrás de la mujer.

—Está celoso. —Habló la voz dulce de Vicky, volteando para dirigirse a Pedro, colocándose en cuclillas, quedando a una altura más reconfortante para el pequeño—. Pedro, Tomás es el novio de Iván. Sabes que no debes mirar mucho a los novios de los demás.

—Yo no sabía. —Pedro movió sus pies como pataleando, recibiendo una caricia sobre sus ondulados cabellos, sonriéndole después a la madura mujer—. ¿Podes decirle que lo siento?

—Él lo sabe. Ahora ve a jugar, ¿De acuerdo? Encárgate que nadie mire mucho a Tomás. Se bueno y podrás ver tu programa ese de bichitos raros aunque lo pasen muy tarde.

—¡Pokémon, Vicky! ¡Se llama Pokémon!

Mientras Vicky veía a Pedro alejarse y cumplir con sus palabras, Tomás bajó la mirada, observando como Iván no lo soltaba a pesar que la “amenaza” ya se había ido; el minino lo miró y le maulló, mostrándole sus ojitos llorosos.

𝐍𝐄𝐊𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐏𝐎𝐑𝐀𝐓𝐈𝐎𝐍 ── Spreen and RobleisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora