Los truamas del pasado
Adara Morgan.
No se que esperaba con esto, quizás ver si ella era capaz de mirarme a los ojos o si yo podía hacerlo. Me veo en la obligación de quitarme los lentes de sol, cuando el guardia de seguridad entra a la oscura habitación en compañía de la mujer que me dio la vida, pero también me la ha querido arrebatar. Odio verla y saber que por más que la desprecie comparto muchos rasgos físicos con ella.
-Adara.
Toma asiento en la silla que se encuentra delante de mi, sus ojos negros se clavan en los míos cómo un par de dagas. Analiza cada parte de mi rostro, como si tratase de buscar algo.
-Natasha.
-¿Haz estado llorando? ¿Por qué tus ojos están rojos y un poco hinchados?- no tengo que ser una genia para saber que esta disfrutando esto, se que Eduardo ya la debió llamar e informar todo.
-Lo estás disfrutando ¿No?- siento cómo un nudo se va formando en mi garganta.
-Lo único que lamento de esa noche es el que no hayas muerto, si vienes buscando una disculpa pierdes tu tiempo- pone sus manos sobre la mesa, que se encuentra unidas por unas esposas -. Estoy disfrutando esto, me alegra saber que por fin sepas la verdad. Me encanta ser la razón de tus lágrimas y sufrimiento.
-No te creas tanto, ¿por qué quien dice que he llorado por ti?- apoyo mis manos contra la mesa de metal-. Te felicito, superaste mis expectativas con lo cruel que podías ser conmigo.
Ahora mismo solo deseo poder viajar al pasado y darle unos buenos golpes a la Adara que creyó que su madre podría amarla.
-¿Recuerdas todo?
-No.
-Lástima, me hubiera gustado saber que piensas ahora de mis castigos- juega con sus dedos-. Mi favorito siempre va hacer cuando te obligaba a amarrar una cuerda alrededor de tu cuello y podía tirara de ella; sentía que tenía tu vida en mis manos.
-Eso me recuerda algo, madre- meto mi mano en los bolsillos de mi chaqueta de cuero, tomó el par de fotos dejando estas sobre la mesa-. Encontré a tu querido esposo.
Su sonrisa se desvanece poco a poco cuando ve las imágenes que muestran a su esposo siendo quemado vivo. La verdad nunca había disfrutado tanto escuchar a alguien gritar de dolor, ver como cada parte de su cuerpo se iba quemando hasta que quedó reducido a cenizas, que después terminaron en la comida de sus hijos. Lo disfrute mucho.
-Voy dejarte claro algo Natasha, no soy la Adara ingenua que manipulabas a tu antojo, que hacia todo lo que querías sin dudar, la que te temía. Esa Adara ya no hiciste- golpeó con fuerza la mesa-. Se que te gusta jugar a la presa y al cazador. La diferencia de los años anteriores consta que ahora querida madre: pasaste a ser la presa, al igual que tus amados hijitos.
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Entre Nosotras
Teen FictionUn secreto. Una mentira. Un pasado. Una promesa. La culpa. Son factores que le impide a Samantha Monette, estar con el amor de su vida. Todos los días se culpa así misma por mentirle, por ocultar la verdad de su vida. Se tortura así misma con el p...