VIII. (Hu)ella

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Arden mis ojos cuando
no esperarla, ¿y cómo?
Si se hace de noche tanto,
me pierdo y no razono.
La peste es roja y nunca
me advierte ella, ¿cuales?
miedo de aquella pregunta,
aquella que tú sabes.
Si el silencio te carcome,
la brisa no es ceniza,
espero tu dios te perdone
y camines más aprisa,
ya la luz no es intensa
y el abismo, eh, nos llama;
que mi mente en ti piensa
y hay un vacío en la cama.
Que las nubes no son nubes,
vivir me sabe a porquería,
de mi amar más nunca dudes
cada día, cada día...
Que el acero más caliente
no lacera cual usted.
Encuéntrame, tan impaciente
por estar a tu merced.

𝑬𝒍 𝑨𝒓𝒄𝒉𝒊𝒗𝒐 𝒅𝒆 𝑳𝒂𝒔 𝑭𝒖𝒓𝒊𝒂𝒔 𝟐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora