Capítulo 14

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Un leve gemido escapa de mis labios mientras me remuevo sobre la cama, se siente tan bien, la sedosa tela de las sábanas acaricia suavemente mi piel expuesta. He dormido plácidamente sin que ninguna de las habituales pesadillas invada mis sueños, hace muchos años que no descansaba así, pero entonces no recuerdo haberme trasladado hacía mi dormitorio en el instituto, apenas recuerdo haberme recostado mientras el poder de Helena inundaba mi cuerpo. Aunque el dolor en el proceso de sanación fue intenso, estaba realmente aliviada de que las hemorragias se hayan detenido.

Escucho un leve carraspeo varonil en la habitación y de pronto la cama ya no me parece tan cómoda, aunque mi cuerpo aún se sienta como si un camión me hubiese arrollado obligo a mis ojos a abrirse de par en par, incorporandome en la cama tan rápido como puedo. Recorro la oscura habitación descubriendo a Barret durmiendo en un sofá cerca del otro extremo de la cama, su cuerpo encorvado de una forma que no parece cómoda y muevo mis ojos encontrando a Ajax en el sofá en la otra esquina del dormitorio profundamente dormido.

Observo lo suficiente sus respiraciones pausadas asegurándome que realmente se encuentran en un profundo sueño, antes de hacer a un lado el acolchado y ponerme de pié. Una vez que logro incorporarme una oleada de dolor me atraviesa, todo mis huesos sufren las consecuencias de el toque de un mortífero y aprieto mis dientes con fuerza impidiendo cualquier queja que quiera salir de mis labios. Mi cabeza palpita de forma insoportable mientras me ayudo de las paredes, moviéndome lentamente hacía el baño. Antes de encender la luz cierro la puerta a mis espaldas, no quiero despertar a mis vinculados que se encuentran aquí.

Me precipito hacía el inodoro cuando las primeras arcadas me toman y me doblo frente a este vomitando en su interior. Cantidades exorbitantes del líquido negro y espeso abandona mi cuerpo, unos espasmos se apoderan de mi ante la violencia con la que mi cuerpo rechaza y expulsa el veneno de los mortíferos, el toque directo de estos espectros es letal. Aloja una especie de toxinas en tu interior que, luego de que ellos absorben tu poder y tu alma, el veneno se encarga de descomponer tu cuerpo de forma asquerosa, algo muy distinto a lo que Kaleb explicó en su clase. Es como un ácido que carcome tu carne y tus huesos en tan solo unos minutos. Gracias al poder inusual que poseo, el cual aún no estoy segura que tenga un nombre, soy inmune a sus efectos. Aunque cada vez que me enfrento a los mortíferos y logran tocarme, debo enfrentarme a un proceso de curación lento pero efectivo.

Tomo un cepillo dental nuevo del lavabo y luego de aplicarle una buena cantidad de dentífrico comienzo a cepillar mis dientes con esmero. Trato de evitar observar mi rostro pero inevitablemente mi mirada se fija en mi reflejo reparando mi aspecto pálido, unas enormes ojeras se alojan debajo de mis ojos haciendo más notable el color gris pálido de mis pupilas sin vida. Mi cabello alborotado cae libremente hasta mis caderas luciendo ese tono blanco que tanto me molesta, la piel en mi muslo y en mi abdomen están como nuevas, incluso los hematomas desaparecieron por lo que deberé agradecerle a Helena más tarde. Mis ojos vuelven a mi rostro reparando mis labios resecos y un poco agrietados, detesto lucir así. Desvío la mirada y me apresuró en enjuagar mi boca, debo enfocarme en lo realmente importante aquí y planear lo que haré a partir de ahora.

Luego de tomar un atuendo y cepillar mi cabello para amarrarlo en una coleta alta, regreso a la habitación siendo extremadamente silenciosa. Mis ojos buscan en la oscuridad hasta encontrar la bolsa que contiene mi ropa y me apresuro a tomarla, rebusco en los bolsillos del pantalón hasta que encuentro mi collar y lo guardo en un bolsillo del pantalón que llevo puesto. Cojo la bolsa y camino sigilosa hacía la puerta de salida.

Una vez que llego a la planta baja de la mansión, camino por los pasillos tratando de ubicarme un poco. Encuentro la puerta que da a la cocina y me adentro esperando encontrar a alguien del personal aquí, pero el maldito lugar está completamente vacío. Mi cuerpo aún duele como la mierda y el dolor en mi cabeza amenaza con hacerla explotar en cualquier momento, dejo caer la bolsa en el suelo y abro la nevera, casi suspirando de alivio al ver botellas de agua. Tomo una sin pensarlo dos veces y vacío su contenido en un santiamén, el ardor en mi estómago parece remitir un poco ante eso, busco algún depósito de basura y descarto allí la botella vacía, yendo por la bolsa con mi ropa y deshaciéndome de ella también allí.

Sempiterno: Atrapada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora