11. Entrelazar dedos

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Ship: Hasgard x Kagaho

Universo Alternativo.// Fantasy AU.// Magic AU.// Mithology AU.// Magic creature x Human.// M-preg.

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Cazar, atacar, matar, pelear por su vida y la de su hermano, vivir apartado de los humanos, soportar el rechazo...

Un ambiente hostil, cruel, lúgubre, melancólico y lleno de sangre. Así había sido toda su existencia... Al menos, hasta que ese humano apareció en el radar.

Aún recordaba cómo se conocieron, justo cuando Hasgard llegó a esa ciudadela como médico.

Desde el segundo en que sus miradas se encontraron en el mercado, supo que había algo en ese humano de cabello blanco. Y no se equivocó, el destino se ensañó en unirlos.

Tras ser herido accidentalmente por su propio hermano en la segunda noche de luna llena, terminó buscando la ayuda del médico con su forma de lobo. Hasgard, como el humano gentil y compasivo que era, terminó ayudándolo, salvando su vida.

Había un código entre los de su especie, así que la noche siguiente tuvo que confesarle toda la verdad al humano, incluido el lazo que desde ese momento los uniría.

"Si un humano salva la vida de un licántropo y descubre su identidad, el licántropo está obligado a ser su protector por el resto de su vida... Porque otros licántropos se darán cuenta, y tratarán de matarlo para evitar que revele su existencia a otros humanos. Así que, nos guste o no. Estoy en deuda contigo, hasta que uno de los dos se muera."

Esas fueron las palabras que sellaron sus destinos. Desde ese entonces, habían permanecido juntos.

Habían pasado casi tres años desde que tenía a ese humano a su lado. Tiempo en el que habían vivido de todo.

Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había herido o matado a algún licántropo que intentó ir por la cabeza de su protegido y amante.

En ese tiempo, Hasgard se había terminado por adaptar al nuevo mundo del que ahora era parte, pero, a la par, se esforzaba en ayudarlo a ser menos agresivo y acercarse más a las personas.

Kagaho, por su parte, además de esforzarse en protegerlo, también intentaba ayudarle a comprender que no podía ir por la vida confiando ciegamente en la buena voluntad y dando segundas oportunidades y misericordia a todos.

Eran dos opuestos, completamente diferentes uno del otro, pero que se complementaban. Un par de contradicciones que en conjunto cobraban sentido.

— ¿Está todo bien?

— Tanto como podría estarlo en este estado.- Respondió con dificultad, recostado en su lecho.- Esto duele cada vez más...

— No estoy seguro de cómo funciona en estos casos, pero en las mujeres humanas el trabajo de parto puede durar hasta un día entero.

— ¿Te parece que yo sé cómo funciona?- Replicó, apretando los dientes del dolor.- Ni siquiera sabía que la maldita parte licántropo era un lobo Omega... Creí que la parte de vampiro lo haría imposible.

— Tranquilo, todo estará bien.- Le alentó el albino, acercándose a su lado para tomar su mano.- Eres fuerte. Sé que puedes con esto.

— Si pude pelear con este pequeño parásito dentro, claro que puedo parirlo.- Repuso con una pequeña sonrisa arrogante, misma que no tardó en borrarse al sentir otra fuerte contracción.

Pocas veces en su vida se había sentido tan indefenso y débil. Había enfrentado a vampiros y licántropos puros, híbridos, cazadores... Pero esa experiencia lo estaba destrozando.

— Tú puedes.- Le susurró el médico, sin soltar su mano.- Ya falta poco, solo resiste. Aquí estoy para protegerte.

A duras penas fue capaz de asentir, mordiéndose los labios para contener los sollozos y gritos que querían escapar de su garganta.

El tiempo parecía eterno, pero Hasgard no se apartó de su lado en ningún momento. No soltó su mano, ni siquiera cuando comenzó a ejercer una fuerte presión a causa del dolor en su espalda baja.

— Ya casi.- Le siguió alentando el más alto, aún manteniendo sus manos unidas.- Solo un poco más y habrá terminado.

Ese era uno de los peores dolores que había experimentado en su vida, quizás el peor. Se sentía desfallecer, pero, de algún modo, las palabras, la mirada compasiva, y el agarre de Hasgard en su mano, le dieron las fuerzas necesarias para pujar una última vez.

Al escuchar el llanto, supo que al fin el calvario había finalizado, y pudo respirar con calma de nuevo.

Hasgard se encargó de sostener al recién nacido y acercarlo a él, dejándolo con cuidado en sus brazos.

— Lo lograste.- Sonrió el albino, dejando un beso en su frente.- Buen trabajo.

— Un trihíbrido...- Murmuró con cansancio, observando al cachorro.- Parece normal, pero es una mezcla de tres especies diferentes.

— Es idéntico a tí.- Señaló Hasgard, volviendo a tomar su mano.

— Podría ser bastante peligroso cuando crezca.

— Por suerte te tiene a ti para entrenarlo.- Sonrió el mayor, dejando un beso en su mano.- Estaremos bien.

— ¿Por qué siempre eres tan positivo?

— Porque tú ya eres lo suficientemente fatalista, y debemos mantener un equilibrio para evitar caer en la locura.- Bromeó, contagiando una pequeña sonrisa al híbrido.- Te amo.

— También te amo, mastodonte sentimental.- Rió bajo el azabache, aceptando el beso que le fue ofrecido, sin soltarse de las manos.

Era un gesto que podría pasar desapercibido, o considerado estúpido por muchos. Pero a él le había servido como un gesto tranquilizante desde que ese humano al que tanto amaba llegó a su vida.

De algún modo lo hacía sentirse seguro, respaldado, protegido, amado...

Hasgard lo sabía, y por eso lo hacía con tanta frecuencia, especialmente en momentos complicados, pero también en los más dulces. Tal y como ese día, con el nacimiento de su cachorro.

No sabían qué les deparaba el futuro, ni qué desafíos deberían enfrentar. Solo sabían que estaban juntos, y así se cayera el cielo a pedazos, jamás soltarían la mano del otro. Juntos, hasta que la muerte los separase.

Flufftober 2024. Saint Seiya Ships Donde viven las historias. Descúbrelo ahora