52. La primera vez, ¿o la segunda?

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Héctor Fort
11 de junio de 2024

Miro la puerta inseguro y saco mi móvil entrando en contactos.

Cuñado

puedo subir?

pero tú cuanto pagas para que te teletransporten hasta aquí? si hace media hora estabas en la Masía

tengo mis trucos
puedo subir o no?

espera, que bajo para que Haizea no sospeche nd si escucha el timbre

Guardo mi teléfono en el bolsillo soltando un pequeño suspiro y me pongo la capucha de la sudadera sintiendo un par de miradas curiosas sobre mi, probablemente no porque me reconozcan ya que son algunas mujeres mayores sino porque es un pueblo pequeño y todos se conocen entre todos pero ellas no me conocen a mí.

–¿Quieres pasar, cariño?– Una señora que es vecina de los Mendizabal sujeta la puerta del portal esperándome.

–Oh, si. Muchas gracias.– Entro sabiendo que Aratz bajará en cualquier momento y yo solo quiero ver ya a Haizea.

–¿Y tú de quién eres, chico?– Pregunta mientras abre su buzón y yo arrastro mi maleta subiendo la cuesta que hay para llegar al ascensor.– No me suenas mucho.

–Oh, es que no vivo aquí.– Le explico.

–Ay, ya sé quién eres. Tú eres el chico de la hija de los Mendizabal, ¿verdad?– Asiento sonriendo al escuchar que ya la gente sabe que soy su chico.– Conozco a Haizea desde que era así.– Baja su mano lo máximo que puede.– Es una chica muy bonita pero muy sensible.– Noto como le cuesta subir la rampa por lo que bajo para ayudarla.

–Lo sé.

–Cuídala, ¿vale?

–Con mi vida.– Murmuro y llegamos hasta el ascensor.

–Me caes bien.– Me da un par de palmadas en el brazo.– Quedan pocos chicos como tú.– Me siento en las escaleras que hay al lado mientras esperamos el ascensor hasta que escucho como las puertas de este se abren pero no lo veo debido al sitio en el que estoy sentado.

–Hola, Concha.– Se oye la voz de Aratz.

–Hola, cariño.– Le contesta la mujer.

–Espera que te ayudo.

–No hace falta, seguro que tienes prisa.

–Que va, solo vengo a buscar al novio de Haizea.

–¿El chico guapo?– Río ante la manera en la que me llama.

–El único novio que tiene, Concha.– Noto el tono divertido en su voz.

–Está en las escaleras.– El chico se asoma mientras yo me levanto.

–Hola, Aratz.

–Venga, anda. Súbete al ascensor.– Me da una colleja cuando paso al lado suyo.

–¡Aratz! ¡No le pegues al pobre chico!– Ahora es ella la que le pega al chico.– Aprende de él y sé igual de detallista con las chicas.

¿Rojiblanco o azulgrana? // H.FortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora