XIV. El orgullo de Snape

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Moviendo la mano con lentitud trazó el contorno de la persona que en la fotografía se presentaba; era quizá algo muy idiota el recordar y añorar algo que en su momento no supo bien apreciar. Tal vez no eran lo más cariñosos, tal vez ni siquiera buena palabras amorosas salían de sus labios —porque uno no sabía realmente pronunciarlas y otro, en su momento de crecimiento, despreciaba mucho aquellas muestras de debilidad que su padre bien le había dicho no mostrar ante nadie—, tal vez pensar en el hubiera realmente no ayudaba en nada, sin embargo a Draco le gustaba sentarse en su habitación a reflexionar cuestiones que jamás imaginó de niño.

Recordaba perfectamente el momento en el cual su padre había sido trasladado a Azkabán de forma definitiva y cómo él, con el orgullo que aún parecía tener, le había asentido con la cabeza, mirado a los ojos, soltado un lamentoso suspiro antes de decir: "Es un orgullo poder decir que eres mi hijo, Dragón; aprende entonces que mi nombre jamás representará orgullo ante ti. Crece como ahora y vive lo que mis estándares te prohibieron. Finalmente puedo anunciarte que ante tu presencia soy sólo la sombra de lo que alguna vez fui"

Tan altivo como años atrás, Lucius Malfoy salió de la mansión —junto a algunas pertenencias confiscadas por el ministerio— con paso firme sabiendo que si bien sus ideales no habían cambiado del todo sí admitía realmente sus errores. "Porque él cayó muchas veces, hijo —le había dicho su madre—. Cayó y siguió cayendo porque sabía que no estaba ya sólo en todo esto; todos estábamos involucrados ya. Y puede que no lo veas ni ahora ni nunca, puede incluso que te suene fuera de contexto esto que te digo: pero Lucius fue el que sufrió más, cariño. Cometió errores que aún le dan pesadillas, tomó decisiones de las cuales no pudo retractarse y aún así siguió adelante por nosotros. Él admiraba a Severus pese a que nunca quiera realmente admitirlo. Lo admiraba muy a su manera porque Severus fue el guerrero que tu padre quiso ser pero no consiguió... ya que, de alguna manera, Lucius tenía más que perder que lo que tu padrino pudo haber puesto en juego debido a que, queriéndolo o no, él ya había perdido hacía mucho tiempo su única razón real por la cual había luchado."

Su madre había acariciado quedamente sus mejillas antes de soltar un suspiro lastimero acompañado de lágrimas.

"Y Lucius tenía miedo a eso, porque tal vez sabía que él no podría reponerse como tu padrino lo hizo. Nadie puede entenderlo, nadie lo hará jamás puedo jurar. Pero yo lo amo, Dragón y sé que pese a haber tenido la oportunidad de morir en varias ocasiones para acabar al menos con todo su sufrimiento nunca lo hizo pues lo sabía, hijo, que si cometía aquello sería realizar otra mala decisión que lo haría penar: tu padre jamás deseó que vivieras lo que viviste. Y puedes odiarlo pues no lo niego, puedes no perdonarlo ni entenderlo pero quiero que lo veas, Draco, que muy en el fondo él es ese padre que no supo ser como tal. Es mi esposo y lo amo pero jamás impondré nada ante ti; piensa lo que quieras de él pero no niegues nunca una segunda oportunidad a nadie, ¿de acuerdo? Sé lo que tu padre ni tu padrino pudieron ser y vive, hijo. No por ellos sino por ti."

Volviendo a la realidad, Draco regresó la mirada la fotografía de quien fuera su padrino en vida.

Severus Snape, con su permanente semblante de seriedad le dedicaba una pequeña sonrisa —que rayaba incluso en lo invisble— al Draco de tres años situado en una silla pequeña a su costado izquierdo.

Sonriendo, el primogénito de Lucius comenzó a llorar.

Porque si bien él amaba a su familia de una manera muy diferente: a su padre que estaba en Azkabán y a su madre, quien cada día sonreía con menos lucidez encerrada en la mansión... era Severus quien había tomado el rol familiar en lo más importante de su vida. Y a él, Draco lo amaba más que nadie. Porque su padrino fue más familia que lo que alguna vez Narcissa y Lucius pudieron llegar a ser.

Fueron sus padres quienes estuvieron con él durante sus primeros once años de manera más visible y tal vez un poco en los años siguientes pero fue Snape quien, a pesar de ser también una constante durante aquellos primeros años, relució más en los siete años posteriores.

Ya que el Dragón más pequeño de los Malfoys lo sabía.

Aún pasado ya medio año desde su muerte Severus era un héroe para él. Un héroe lleno de heridas debido a batallas perdidas y ganadas. Nadie podía cambiar eso.

Llorando, Draco se fue a sentar en su cama para luego acostarse.

Ya mañana sería el orgullo de los Malfoy. Hoy sólo le importaba ser el orgullo de Snape.

El orgullo de un hombre que ganó menos de lo que merecía y ni así dejó de luchar...

Un grito de vida [UGDV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora