❝¿Qué podría salir mal para Jungkook al tener que fingir ser el novio de su amiga que es lesbiana?❞
Hermosa portada, banner y separador hechos por: @sxnrics
• Heterosexual y Homosexual
• Contenido explícito
• Lenguaje vulgar
• Narrada en tercera pe...
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El sonido del motor alejándose seguía retumbando en sus oídos. Megan sintió que el aire le pesaba en los pulmones, como si cada bocanada de oxígeno la ahogara en lugar de darle vida. Sus piernas se doblaron por un momento, y tuvo que apoyarse en la pared de la entrada del edificio para no desplomarse.
Las lágrimas quemaban sus mejillas, pero no podía quedarse ahí. No podía simplemente ver cómo Jungkook se alejaba y aceptar esa despedida.
Su corazón latía desbocado, la garganta le ardía y su mente era un caos de pensamientos inconexos. Sus pasos resonaron torpes y apresurados hacia el elevador del edificio para subir a su departamento, limpiándose con el dorso de la mano las lágrimas que no dejaban de brotar.
Al entrar, el aire se sintió más frío, más hostil. Se acercó a la mesa donde dejó las llaves del coche. Su respiración era errática, entrecortada, mientras su mente repetía una y otra vez lo que Jungkook le dijo.
"No soy suficiente para ti, Megan. Nunca lo fui."
Negó con la cabeza con furia, mordiéndose el labio con fuerza.
—Idiota… —susurró con voz rota, sintiendo la rabia arderle en las venas.
Con un movimiento torpe, sacó el celular del bolsillo trasero de sus pantalones. Sus dedos apenas podían sostenerlo mientras navegaba por los contactos, buscando un número que no vio en meses.
Heather.
El nombre parecía un mal chiste en la pantalla, un recordatorio cruel de todo lo que trató de enterrar.
Apretó los dientes y desbloqueó su contacto. Su pulgar titubeó sobre la opción de llamada, pero no se permitió dudar. Presionó el botón y llevó el teléfono a su oído, su otra mano apretando con fuerza la tela de la chaqueta de Jungkook que no pudo devolverle, como si eso pudiera calmarla.
El tono de llamada se prolongó por unos segundos eternos, hasta que finalmente una voz familiar, casi olvidada, rompió el silencio.
—¿Megan...? —Heather sonaba sorprendida, como si jamás hubiera esperado esa llamada.
Megan cerró los ojos con fuerza, conteniendo la rabia que amenazaba con explotar.
—Necesito verte —soltó, sin rodeos.
El silencio del otro lado se alargó lo suficiente como para que creyera que iba a rechazarla. Pero luego, la rubia suspiró.
—No pensé que me llamarías.
—No creí que te atreverías a venir a Filadelfia.
El filo en su voz la sorprendió a sí misma, pero no podía evitarlo. Había demasiadas emociones acumuladas dentro de ella: rabia, miedo, dolor, decepción.
—¿Dónde quieres verme?
Megan le envió la ubicación sin responder. No quería alargar esa conversación.
