Capítulo 4

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-¿Y qué tal tu día? -Me preguntó, de camino, mi, digamos, nuevo y rubio amigo.

-Bien. -Dije evitando la pregunta.

-Eso no sonó convincente. -Dijo girando su cuerpo para mirarme mientras caminaba, ya que iba algo más adelantado.

-Eso fue absolutamente convincente. -Repliqué.

-No lo fue. -Rió él evitando chocar contra una farola que, obviamente al ir de espalda, no había visto.

-Terminarás mal si sigues andando al revés. -Me reí de su risa, viendo como trataba de no caer y mantener un equilibrio.

- ...Quizá tengas razón. -Dijo bajando la cabeza y volviendo a una posición normal a mi lado. Siguiendo el camino con paso decidido. -¿No te saltaste el camino a tu casa ya? -Abrí los ojos y observé la calle en la que me encontraba ahora. Escuché a Niall reír como loco al ver mi expresión desconcertada. Definitivamente o estuve lo suficientemente atento.

-¡Claro! ¡Me entretienes y termino perdido! -Me quejé bromeando.

-Oh, ahora es mi culpa. Vaya. Ya te puedes ir, rulos. -Sonreí por el apodo, aunque era realmente horrible.

-Qué poca imaginación, hay que mejorar eso. -Le dije alejándome en dirección a mi casa.

-¡Cierra la boca! -Escuché de lejos una risa y seguí con mi camino sin volver la mirada. Esperaba con ansia poder encerrarme en mi habitación.

Al llegar a casa me vi obligado a llamar a la puerta ya que había olvidado las llaves de nuevo. Sí, de nuevo. Esta no era la primera vez, oh, ni la última. Nadie parecía abrirme así que maldije en voz baja y me senté en las escaleras en la entrada. ¿Dónde demonios se había metido la gente? Saqué mi teléfono y no tenia batería. Esto me pasa por pasarme las horas de clase jugando con él... Pasado un rato ya me cansé, algo desesperado por entrar ya que empezaba a aburrirme de estar aquí solo. Tenía la cabeza escondida entre mis brazos, éstos apoyados en las piernas. Con los ojos cerrados escuchaba a la gente pasar y los ladridos del perro de la pesada vecina Jones. Nada más.

-Ey, ¡tú! -Oh, vaya...

Levanté la cabeza y un coche descapotado de un color rojo que dolía a los ojos estaba estacionado delante de mí. En él, Zayn y Liam.

-¿Qué quieres? -Pregunté entrecerrando los ojos por el sol que daba en mis ojos en el reflejo de la deslumbrante carrocería.

-¿Recuerdas nuestro acuerdo? -Dijo el morocho. Yo asentí con el corazón a mil. ¿Liam lo sabría?

-Mañana tienes que llevar esta camiseta al instituto. -Fui a hablar pero él me lanzo con rudeza una camiseta de manga corta, blanca y con unas letras en color rosa: «Marica». Se me hizo un nudo en la garganta y levante los ojos para mirarles.

-¿Él lo sabe? -Pregunté tragándome las lágrimas mientras apuntaba con la cabeza a Liam, quien nos miraba algo extrañado. Zayn se mantuvo en silencio y arrancó el auto.

-Todo el día, princesa. -Dijo con tono despectivo e ignorando mi pregunta, alejándose a gran velocidad con su descapotable.

Volví a mirar la camiseta y apreté los puños hasta que mis nudillos quedaron blancos. Me levanté furioso y pateé el cubo de basura de la entrada.

Grité intentando desahogarme. Me tiré al suelo y tapé mis ojos con los puños mientras las lágrimas salían solas.

¿Por qué demonios me estaba Zayn haciendo esto?

Era ya tarde y mi madre no había llegado. Aún tenía la camisa que Zayn me había dado entre las manos y mi ira seguía presente también. Estaba oscureciendo y empezaba a hacer frío. Ya no escuchaba nada. La gente estaba en sus casas y los coches no pasaban a esta hora por mi calle. Miraba el asfalto, a mi alrededor y de nuevo hacia abajo; todo desierto. Hasta que escuche un sonido parecido a alguien golpeando una lata. Giré mi cabeza y vi al chico que me hizo sacar una pequeña sonrisa sin siquiera quererlo. Esos pantalones desgastados y su típica camisa ajustada. Vestía igual que siempre. Sus cabellos se movían gracias al suave viento que minutos antes me estaba erizando la piel. Ya no, es más, un tono carmesí acompañado de un ligero calor se apoderaron de mis mejillas tan solo verlo. Se acercaba poco a poco con las manos en sus bolsillos, mirando al suelo. Parecía concentrado en golpear aquella lata vacía. Le observé hasta que levantó la cabeza y me vió, clavando su mirada en la mía. Bajé la vista rápidamente avergonzado, escondiendo el escalofrío que recorrió mi espalda removiéndome en el sitio. Todo mi enfado parecía haberse esfumado.

-Hey. -Escuché. ¿Era a mí? Levanté la vista y miré hacia los lados. Él me miraba y yo como estúpido buscaba a alguien detrás de mi. -No, es a ti. -Escuché una risa aguda, dulce; su risa. Lo miré y me sonrojé mucho mas. Louis se acercaba a mí algo más rápido que antes. Se colocó delante de mí.

-¿Qué haces aquí, Harold? -Bromeó. Mi sonrisa desapareció al instante y torcí los labios.

-No tengo llaves.

-¿Y tus padres?

-No lo sé. -Dije moviendo mis rulos, dándome cuenta del sudor que se estaba acumulando en las palmas de mi manos. Nos quedamos un momento en silencio.

-¿Puedo sentarme? -Preguntó mirando un escalón más bajo que el mio. Asentí lentamente e intenté esconder mi sonrisa.

Mi Pequeño Secreto [Larry Stylinson] (Pausada.)Where stories live. Discover now