Alexander Orión es un empresario hotelero que en el 2019 tuvo un accidente en su auto, el cual le hizo perder la vista.
Ava es una estudiante a maestra y mejor amiga de la ex prometida de Alexander, un día ella descubre que ella planea dejarlo solo...
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La joven se hallaba acomodando lácteos cuando, detrás de ella, se oyó una voz áspera y siniestra.
—Ava... —clamó con una sonrisa oscura, acercándose lentamente—. No imaginé encontrarte aquí.
Su tono de voz parecía natural, pero había algo en él que la inquietó.
—¿Lucas...?
Había algo extraño en su mirada, en cómo no apartaba los ojos de ella ni por un segundo.
—Qué bella casualidad —añadió, curvando los labios en una sonrisa apenas perceptible, pero algo en ella le provocó un escalofrío—. No sabía que trabajabas en este lugar.
Eso dijo, pero su voz insinuaba lo contrario.
—¿Ne... necesitas algo?
Los ojos de Lucas se tornaron fríos, oscuros, como si la examinara con calma antes de decidir qué decir. Incluso la pequeña sonrisa en sus labios resultaba inquietante. Pero había personas alrededor... No sucedería nada, ¿verdad?
—¿Estás bien? —preguntó, avanzando lentamente—. Te ves un poco pálida.
—¿Por qué no habría de estarlo? Solo es cansancio por el trabajo —respondió con nerviosismo, estirando un poco las manos y forzando una sonrisa—. Dime qué buscas y yo te ayudaré, Lucas.
—Bueno... solo quiero dos latas de duraznos.
—Ah... estas son nuevas, toma.
Velozmente, se inclinó y tomó dos latas de la caja.
—Que lo disfrutes. Tengo cosas que hacer.
Aquel momento fue extraño, pero no quiso prestarle demasiada atención.
Al terminar sus deberes, estiró los brazos para aliviar el adormecimiento, revisó su teléfono y, al ver la hora de salida, se preparó para marcharse.
Cruzo la puerta principal del supermercado con cansancio y normalidad,la brisa nocturna la envolvió. Las farolas iluminaban las calles, y el sonido de los coches rompía el silencio de la noche. Ava sintió un escalofrío recorrerle la espalda y comenzó a caminar hacia su casa, pero con cada paso, la sensación de ser observada se hizo más intensa.
Apretó sus cosas con fuerza, lista para correr. Pero cuando sintió un leve toque en el hombro, su cuerpo se tensó.
Se giró, con el corazón latiéndole en la garganta.
Él estaba ahí.
Sonreía... pero había algo en esa sonrisa que le revolvió el estómago.
—¿Lucas...?
—Perdona, es que... —desvió la mirada, como si estuviera avergonzado—. Tal vez haga mal, pero... ¿podrías darme un momento?
—Yo... —ansiosa, dio un paso atrás—. ¿Qué necesitas?