Capítulo 39.

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Podía sentir su voz a la distancia. Mis sentidos no reaccionaban como debieran, un escalofrío recorrió cada centímetro de mi cuerpo y me hacía saltar, tener leves espasmos, podía sentirlo. Mis pies estaban inertes al igual que mi cabeza, pero las manos de alguna manera podía moverlas, o quizás yo creía que podía. Un extraño calor se apoderaba de mi extremidad y a ratos lo dejaba de sentir, estoy seguro que Callum debe estar sosteniendo mi mano, pero no quería pensar en él, por mi hubiese sido mejor olvidar su cara y haber perdido aquél recuerdo que me atormenta en estos momentos. Me costaba respirar, inhalar se me hacía imposible e incómodo, comenzaba a desesperarme. "Damm, no temas, despierta" repetía mi subconsciente una y otra vez, como un loro, pero tenía razón, tengo que abrir los ojos y concentrarme en lograrlo. La habitación estaba fría como un congelador, nuevamente un escalofríos se escabullo por mis músculos y abrí los ojos, ahogué un grito y comencé a convulsionar. Esto no estaba bien, mi cuerpo no está reaccionando como debiera.

—Damien, ¿Puedes oírme?—Un señor con bata blanca comenzó a alumbrar mis ojos con una linterna, estoy demasiado confundido para hablar así que solo asentí.

—Hey vaquerito, al fin abriste los ojos—La pelirroja se acercó a la camilla, intenté sonreír.

Matilda y Fredd miraban desde lejos, mis padres se abrazaban con una cara de tranquilidad y el pequeño Rory dormía en un sofá que había en una esquina.

—Sus signos vitales son estables, al parecer se está recuperando a una velocidad impecable. Ahora solo necesita descansar y en unos días más podremos darle el alta—Dijo el médico, lo vi hablar con mis padres y luego se marchó.

— ¿Cómo te sientes?—Preguntó mi madre acercándose, arregló uno de mis mechones rebeldes.

—Confuso, todo es muy confuso—Sentía la garganta seca.

—Estuviste durmiendo casi una semana, llevamos aquí seis días aproximadamente—La voz de mi padre es tan grave que sería imposible confundirlo.

— ¡¿Siete días?!—Dije sorprendido.

—Sí, siete días—Agregó Callum, lo fulminé con la mira y no le dirigí la palabra. Puedo haber dormido todos estos días pero los recuerdos no los olvidaría nunca.

—Esto... esto es muy extraño—Intenté acomodarme, hice una mueca y permanecí en la misma posición.

—Lo más probable es que en tres días más puedas volver a la universidad—Mamá me besó la frente—Nosotros con tu padre y Rory buscaremos un lugar dónde quedarnos hasta que te den el alta, espero que no te moleste que nos vayamos.

Tosí y un leve dolor se albergó en mis costillas.

—Claro que no, pero vengan todos los días, los extrañaba mucho—Hice un puchero, no me importaba que mis amigos me vieran actuando así con mis padres.

—Por supuesto mi vida, me encargaré de traer muchas cosas ricas para que comas—Mamá besó mi mejilla y papá una de mis mejillas. Papá tomó en sus brazos a Rory y se marcharon.

—Tus padres son muy amables, y el pequeño es lo más tierno que he conocido—Dijo Matilda con los brazos cruzados, estaba a un extremo de la cama junto a Fredd.

Unos tormentosos recuerdos comenzaron a aparecer poco a poco. Miré a Callum.

— ¿Qué haces aquí?—Intenté no alterarme—

— ¿P—por qué preguntas?—Abrió los ojos y miró a mis amigos, luego volvió su mirada hasta mis ojos.

—Tienes el descaro de preguntar, me das vergüenza Callum—Comencé a levantar la voz y un pequeño dolor en mis pulmones se hizo presente.

Ámbar, Matilda y Fredd miraban atónitos.

—Damm...—Intentó acercarse pero lo detuve, nadie me vería la cara de estúpido, nunca más—Debemos hablar.

—No hay nada que hablar, vete, vete lejos y no vuelvas—Ahogué las lágrimas, no me vería caer nuevamente—Ya destruiste mi corazón, no quiero que sigas con mi alma.

Noté como mis palabras se clavaban en su corazón y lo hacían sufrir, quiero que sienta lo mismo que sentí yo cuando me falló, cuando logró incendiar mis sentimientos. Debo aguantar las lágrimas, tengo que ser fuerte.

—Está bien—Se colocó de pie—Será mejor que me marche—Abrochó su poleron y caminó hasta la salida—No me cansaré hasta reconstruir tu corazón por completo, lo juro por mi vida.

Su mirada era dura, impenetrable como siempre, pero de un momento a otro fue vulnerable y débil. Cerró la puerta con suavidad y por fin pude llorar, ahí se iba el único hombre por el cual he sentido amor, se escabullía como arena entre los dedos, de escabullía como las cenizas de mi corazón.

Limerence.Where stories live. Discover now