Señales

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La carretera lucía sola a pesar de la hora de la mañana. La familia Darnell se había encaminado hacia la ciudad. Cada quién tenía diferentes actividades para ese día.

Alan, tenía una importante entrevista de trabajo programada, así que vestía su traje más formal. Valeria, debía hacer las compras y llevar a Susy a la terapia con Miriam, una psicóloga infantil.

Susy iba en el asiento de atrás en total silencio. De cuando en cuando asomaba la mirada hacia la carretera, la sostenía ahí un momento y luego la desviaba antes de cerrar los ojos y abrazar con más fuerza a su conejo.

Sus padres no lo sabían porque ella jamás se había atrevido a decirles, pero cada vez que conducían por la carretera, Susy prefería mantener la vista lejos de las ventanas.

Siempre que miraba a través de ellas, sin importar la hora del día, era capaz de ver a las personas que habían perecido ahí. Algunas de forma muy trágica.

No le gustaba viajar por la carretera y tener que observar a tantas personas en condiciones tan feas. Con marcas de neumáticos en el rostro y/o cuerpo. Bañados en sangre, con miradas que transmitían demasiado dolor, angustia y miedo.

A veces, las personas que veía tenían agujeros en alguna parte del cuerpo, como si alguien les hubiese disparado, o tenían golpes, amputaciones o los intestinos salidos...

No comprendía por qué ante sus ojos todas esas personas se mostraban, y por qué sus padres no eran capaces de verlos. Pero, sin importar los motivos, no le gustaba para nada, aunque su hermano mayor le hubiese dicho que aquello, era parte de lo que era.

Lo curioso de esa situación, era que no se escondía porque les tuviese miedo, sino porque le hacían sentir una tristeza tan grande, que su corazón dolía.

Susy se deshizo del cinturón de seguridad para acostarse en el asiento, de esa manera estaría muy lejos de las ventanas. Se mantuvo de aquella manera hasta que por fin llegaron a la ciudad.

Alan decidió dejarle las llaves del auto a Valeria, para que así, al salir de la terapia, pudieran regresarse a casa sin problemas. Él tomaría el autobús hasta el edificio donde sería su entrevista y después se las arreglaría para volver a casa.

Mientras Alan se encaminaba hacia la parada del autobús, Valeria y Susy entraron en un edificio muy alto, de más de 5 pisos.

El consultorio de Miriam se encontraba en el segundo piso, así que en lugar de llamar al elevador subieron por las escaleras.

La decoración de la planta baja era demasiado fea para Susy, con sus paredes grises y blancas, sillas nada divertidas y una apariencia que le provocaba sueño. En cambio, le encantaba el segundo piso, porque todas las paredes estaban pintadas de colores alegres, incluso todas las puertas que conducían a los diferentes consultorios, tenían marcos o dibujos de caricaturas.

Mami, no quiero dormir [S.O. #2] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora