Capítulo 3: El primer día.

775 49 6
                                    

*BEEEP! BEEEP!*
¿Qué cojones es eso? Oh, sí, lo olvidaba, hoy empiezo a trabajar en el bar de Ignazio y mi querido hermano ha insistido en que pusiera el despertador para no quedarme dormida. Me levanté como pude y abrí la puerta que conducía al pasillo:
Piero: ¡¡¡TN!!!
TN: ¡¡¡JODER!!! ¿Qué quieres? ¡Me has asustado!
Piero: Ven abajo a desayunar con nosotros, luego te arreglas e Igna te explica todo lo que debes saber.
TN: No tengo hambre...
De nada me sirvió protestar, Piero me agarró y tiró de mí para bajar las escaleras. En la cocina estaba Ignazio, bebiendo de un bol con leche:
TN: Hola...
Ignazio: ¡Buenos días! ¿Qué tal has dormido?
Pero qué asqueroso era. Delante de Piero se comportaba como un caballero, pero cuando nos quedábamos solos, ahí sí que demostraba quién era realmente. Respondí:
TN: Bien, gracias.
Ignazio: ¿Estás lista para tu primer día?
Y entonces intervino Piero:
Piero: La verdad es que está un poco nerviosa.
TN: ¿QUÉ? ¡No es cierto! Total, trabajar en un bar no tiene mucha ciencia, solo hay que darle a la gente la bebida y punto.
El tonto de Ignazio puso cara de ofendido y Piero me riñó:
Piero: No hables sobre lo que no sabes y deja de estar todo el día enfurruñada.
Bufé y me tomé el desayuno a toda prisa para subir cuanto antes a arreglarme y alejarme de ellos. Estaba duchándome cuando alguien aporreó la puerta del baño:
Piero: ¡LLEVAS MÁS DE 10 MINUTOS EN LA DUCHA, SAL YA!
Salí de mala gana, me envolví en la toalla y dejé pasar a mi hermano:
TN: Ya he terminado.
Piero: Deberías haber terminado hace mucho tiempo.
Desde que habíamos llegado a Abruzzo, era más estricto conmigo de lo normal. No podía entender por qué. Cerró la puerta y yo me dirigí a la habitación con la mirada fija en el suelo hasta que choqué contra algo duro. Más bien, contra alguien duro. Me caí encima de Ignazio, mojándolo con la toalla:
Ignazio: ¡HOSTIA! ¿¡SE PUEDE SABER QUÉ HACES!?
Quise ponerme de pie, pero él no me dejó:
TN: ¡Suelta!
Ignazio: En mi casa no se pasea nadie en bolas, ¿de acuerdo? Si ni siquiera tienes un buen cuerpo para lucirlo, mírate, estás achacosa perdida. ¡¡¡PONTE ALGO DE ROPA, IDIOTA!!!
Dicho eso, me empujó y se levantó, dejándome goteando en medio del pasillo. Entré en mi cuarto maldiciéndolo, lo odiaba a más no poder, era insoportable. Encontré un vestidito de playa y, como me pareció bonito, me lo puse y volví a bajar:
Ignazio: ¿Tenías que ponerte precisamente eso?
TN: ¿Qué tiene de malo? Y, además, ¿a ti qué coño te importa lo que me ponga?
Él solo se rió. Por fin bajó Piero y se colocó a mi lado. Estábamos en fila y parecía el campamento del capitán Ignazio:
Ignazio: Bien, primos, antes de nada debo repartir los uniformes, tenéis que llevarlos puestos siempre, ¿vale? Encima de la ropa. Aquí tenéis.
El uniforme estaba compuesto por una camiseta muy ancha de color naranja y una visera verde lima. Era horrible y más que obvio que este retrasado no sabía combinar colores. Notó que yo miraba la ropa con cara de asco:
Ignazio: ¿No te gusta?
TN: Me la repampinfla lo que me tenga que poner para trabajar en tu antro de mala muerte, así te lo digo.
Piero me iba a volver a reñir, pero lo corté:
TN: Y a ti ni se te ocurra abrir la boca otra vez, por tu culpa estamos aquí, porque eres un auténtico imbécil que necesita depender de alguien para sentirse completo, y como ya no tienes a papá y a mamá, lo buscas a él. ¿No te das cuenta de que estábamos bien en Agrigento? ¿¡NO TE DAS CUENTA DE QUE ME HAS JODIDO LA VIDA!?
Se había quedado sin habla. Quizá me había pasado, pero ya lo había dicho. Ignazio sonreía hacia mí, pero le dio una palmada a Piero para consolarlo. Eso era lo que quería, que nos enemistásemos. Y yo le estaba dando el gusto:
Piero: TN, yo... Ponte el uniforme. Primo, por favor, explícanos cómo funciona el negocio.
Me puse todo y los seguí. El sitio no era tan feo como los uniformes, pero tampoco era muy bonito. Nos lo explicó todo en unos 3 minutos, hasta que entró un chico de pelo rizado y pelirrojo. Era natural. Vaya si era natural. Los rizos le caían sobre la cara, y sus ojos grises me miraban fijamente. Ignazio fue a saludarlo:
Ignazio: ¡Nico! Buenos días, ven, tengo que presentarte a mis primos. Este es Piero, y ella es TN.
Le estrechó la mano a Piero:
Nico: ¿Qué tal? Encantado.
Y a mí me la besó:
Nico: Un gusto, señorita.
Yo sonreí, pero no pude evitar preguntar:
TN: ¿No era que no tenías personal?
Ignazio: Necesitaba a tres personas, y solo tenía a Nico.
Asentí, no del todo convencida:
Ignazio: Bueno, yo me voy al despacho a realizar el trabajo de contabilidad. Vosotros atended a los clientes.
Y se esfumó. Nico se puso detrás de la barra, indicándonos que hiciésemos lo mismo. Atendimos a un par de personas, pero cuando un chico me pidió un café de máquina, Nico tuvo que ayudarme:
Nico: Se hace así.
TN: Gracias...
Me sonrió:
Nico: Tranquila, yo también tuve mi primer día, ¿sabes?
Al finalizar el día, me sentí algo cansada, aunque solamente había servido algunas mesas para la gente que no se había sentado en la barra. Al final decidimos que Nico y Piero atenderían la barra y yo las mesas. Ignazio nos "felicitó", pero cuando nos quedamos solos, empezó a meterse conmigo otra vez:
Ignazio: Conque no sabías hacer algo tan simple como un café de máquina, ¿eh?
TN: Déjame en paz. Y, para tu información, Nico me ha aprendido. Estúpido, eso es lo que eres, un estúpido.
Empecé a subir las escaleras, pero él corrió detrás de mí y me acorraló contra la barandilla:
Ignazio: ¿Quién te crees que eres? ¿Piensas que aquí vas a hacer lo que te dé la gana? Estás muy equivocada, quizá a Piero puedas manejarlo a tu antojo, pero yo no soy así. Aquí mando YO. Y...
Tocó despectivamente mi vestido:
Ignazio: No vuelvas a salir de esa manera a atender a mis clientes, ellos quieren beber, no verle los huesos a una niñata que está entrando en la pubertad.
Me tenía harta, y le pegué un bofetón antes de ponerme a gritar como una histérica:
TN: ¡¡¡TE ODIO, TE ODIO, JODER, OJALÁ TE MUERAS, ESO SERÍA LO QUE MÁS FELIZ ME HARÍA, DEJA DE METERTE SIEMPRE EN TODO LO QUE HAGO!!!
Ni se inmutó. Me rebatió con lo que más daño me hacía:
Ignazio: ¿Sabes qué? Deberías haber muerto tú en lugar de tus padres. Ten por seguro que yo sería el primero en bailar sobre tu tumba.
Ese comentario me hirió muchísimo, él sabía que lo haría, era repugnante. Iba a llorar, pero preferí hacerlo en la intimidad de mi habitación y no delante de sus narices. No iba a aguantar aquello...

 

✴ VIVO PER LEI ✴ {Gianluca Ginoble & Tú} #Wattys2015Where stories live. Discover now