El clima de Missoula estaba inquietantemente gris. Las noticias recientes hablaban de una serie de ataques y desapariciones que no lograban entender. No era habitual que ocurrieran cosas tan extrañas en esta ciudad, y había una ansiedad latente en el aire, como si algo oscuro se aproximara. Apagué el televisor, tratando de sacarme esas imágenes perturbadoras de la mente, y tomé el último sorbo de mi café.
Mientras caminaba hacia la escuela, mis pensamientos divagaban en los eventos recientes. Había noches en que despertaba de un salto, como si hubiera soñado con algo aterrador que no lograba recordar. Mis sueños eran vagos y difusos, pero siempre sentía una extraña sensación de pérdida, como si algo —o alguien— importante hubiera desaparecido de mi vida.
Al llegar, vi a Taylor, mi mejor amiga, esperándome junto a su coche. Su expresión, por primera vez, parecía algo preocupada.
—¿Estás bien, Jade? Te veo distraída —me preguntó, con la mirada fija en mí.
—No sé... me siento rara últimamente. Como si algo me faltara y no logro entender qué es —respondí, tratando de sonar despreocupada, aunque sabía que no podía ocultarle la verdad a Taylor.
—Bueno, lo importante es que estamos bien. Tú y yo —dijo, dándome un suave empujón en el hombro y sacándome una sonrisa—. La vida es demasiado corta para preocuparnos por cosas que no podemos controlar, ¿no crees?
No respondí, solo asentí mientras entrábamos en el edificio. Todo parecía igual, pero había algo... algo en el ambiente que me hacía sentir fuera de lugar. En el pasillo, vi a un chico que, aunque siempre había pasado desapercibido para mí, ahora no podía ignorar. Era Dylan Black. Su presencia era imponente, aunque él parecía preferir mantenerse en las sombras, siempre apartado de los demás.
Sentí un escalofrío cuando nuestras miradas se cruzaron. Sus ojos eran oscuros y profundos, llenos de algo que no podía descifrar. Por un instante, me pareció que él también me miraba como si me conociera. Me di la vuelta, incómoda con la intensidad de su mirada, y me apresuré hacia mi clase.
Las primeras horas transcurrieron con normalidad, aunque mi mente no dejaba de divagar. Al final de una de las clases, vi a Maison, otro amigo, esperándome en la puerta del aula. Tenía una sonrisa amable y su presencia siempre lograba tranquilizarme.
—¿Cómo va tu día, Jade? —preguntó mientras caminábamos juntos hacia el patio.
—Normal, supongo. Bueno, tan normal como puede ser con todas las cosas que están pasando en la ciudad —respondí, con un suspiro.
Maison asintió, pero algo en sus ojos parecía decir que entendía más de lo que yo misma comprendía.
—Es normal sentirte así. Estos días han sido raros para todos —comentó, mirándome un poco más de lo necesario—. A veces, las cosas más extrañas suceden en los momentos más inesperados.
Nos quedamos en silencio, y aunque no decía nada, notaba una especie de preocupación en su mirada. Cuando nos despedimos para ir a nuestras siguientes clases, no pude evitar sentir que Maison sabía algo más, algo que estaba escondiendo.
La última clase del día fue un torbellino de confusión. Era la materia de química, y el profesor Cervantez nos anunció un proyecto final que sería en parejas. Aunque intentaba concentrarme en la explicación, mi mente divagaba hacia aquel extraño sentimiento de vacío. El profesor anunciaba las parejas en voz alta, y mi nombre apareció junto al de Dylan Black.
Sentí una mezcla de emociones: curiosidad, nervios y una incomodidad que no lograba entender. Dylan no era el tipo de persona con la que te gustaría pasar mucho tiempo. Era enigmático, solitario y parecía no confiar en nadie. Pero al mismo tiempo, no podía negar que algo me atraía hacia él, como si una fuerza invisible me empujara a acercarme.

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Secuestrada por mi mate alpha
WerewolfTemporada 1 terminada Temporada 2 En curso El titular de los derechos de autor se reserva todos los derechos previstos por la ley de derechos de autor , como la distribución , el rendimiento y la creación de su trabajo. De alguna manera, usted tie...