20

7.1K 758 233
                                    

20

Esta entrada es un poco más larga que las pasadas.

N/A: te recomiendo que acompañes tu lectura con la canción que te dejé en multimedia

Sus ojos eran lo que me hacía perder el con conocimiento. Por dokmi9

Sus ojos eran lo que me hacía perder el conocimiento. No literalmente, claro; pero sí que hubiera podido perderme en ellos si hubiera tenido la oportunidad de contemplarlos en su rostro.

Todo comenzó cuando lo conocí por internet, desde el principio me pareció un chico amable y muy atento; por no mencionar lo idealista que parecía. Tristemente no teníamos la posibilidad de vernos de momento, puesto que su familia estaba en una situación delicada.

Entre pláticas nocturnas y charlas de interminables risas, Ian terminó pidiéndome que fuera su novia a pesar de no conocernos en persona.

Yo de inmediato acepté, y con el tiempo supimos muchos de los gustos del otro.

—Amo la fotografía —me había dicho Ian por un mensaje.

—¿En serio? Eso es genial, eres la primera persona que conozco que le gusta.

—Sí, pero prefiero las cámaras de fotos instantáneas, el problema es que el líquido para revelarlas es difícil de encontrar.

—Si me imagino...

—No importa, mejor dime de ti... ¿algún secreto que tengas? ¿O algo que le cuentes a pocas personas.

—Me gusta el anime. ¿Tú tienes algún detalle parecido?

—Pues... algo así, me falta el dedo índice de la mano derecha porque de pequeño tuve un accidente con una puerta.

Y la conversación había seguido por horas. No terminaba de maravillarme con lo amoroso que era hacia mí, cada palabra que me escribía me hacía delirar.

Yo estaba tan contenta con nuestra relación a distancia que no se me había ocurrido proponerle que nos encontráramos (por el estado de su familia) en algún sitio, hasta que la fecha de nuestro primer año de novios se acercó; por lo que le propuse que nos viéramos en el parque de la ciudad, esperando que pudiera hacer una excepción.

—¡Si! —había dicho —. Te llevaré un regalo.

—Yo también.

Toda esa semana estuve pensando en el momento en que nos encontráramos. Me hervía el estómago solo de pensar en la posibilidad de que me besara...

El único problema era que no tenía idea de que podía regalarle... había pedido consejos a mis amigas, pero nada me convencía.

Entonces sus palabras resonaron en mi cabeza: Si, pero prefiero las cámaras de fotos instantáneas, el problema es que el líquido para revelarlas es difícil de encontrar.

¡Le regalaría el líquido! En aquel tiempo me pareció algo que necesitaba para hacer lo que le apasionaba.

Los días pasaban y la fecha se acercaba. Y con eso, nuestras pláticas nerviosas.

—Ya tengo tu regalo, Francisca —me había escrito.

—¿En serio?

—Sí, espero que lo aceptes. Es más, lo llevaré siempre en mi bolsillo por si nos encontramos de casualidad en la calle y así poder dártelo.

—¡Qué lindo de tu parte!

Yo no podía decir lo mismo, ya que no cargaría con la botella del revelador a todas partes. Había concluido que el regalo era pequeño, pero seguramente especial.

Dos días antes de la gran fecha, me dirigí a una tienda llamada "Fotocación" Había investigado bien y ahí seguro vendían dicho líquido.

Me alegré mucho al ver las botellas en los estantes.

Para mi mala suerte, éste estaba colocado hasta arriba, de tal manera que me puse de puntillas y monteé para dar con él. Jamás pensé que podría llegar a pasar un accidente tan grave...

El bote (no pregunten por qué) estaba abierto, y se resbaló cuando lo jalé hacia mí, causando que el líquido se cayera en mi cara, y por lo tanto en mis ojos.

Decir que dolió no es suficiente, mencionar que ardió no cubre todo lo que sentí, añadir que mis gritos alertaron a toda lo tienda es lo mínimo.

¿Qué sucedió después? Los doctores dijeron que mis corneas se quemaron y que necesitaría un trasplante si quería volver a ver algo de esta vida.

No tenía caso que alguno de mis padres me trasplantaran, ya que ellos de por si ya tenían problemas. Pasaron los días y sentía mi celular vibrar a cada instante; era Ian, lo sabía sin necesidad de ver. No había estado en condiciones de encontrarme con él el día de nuestro aniversario... y eso más que partirme el alma, me la destrozaba.

Poco después (tal vez algunas horas), me metieron al quirófano apenas los doctores aseguraron tener un par de corneas. Todavía recuerdo que los nervios habían aplacado mi alegría de poder recuperar la visión.

A las pocas semanas tenía ojos nuevos, y tanta era mi gratitud que decidí ir a por mí misma al parque con el fin de reflexionar un poco. Mientras iba hacia allá, reparé en que Ian no respondía mis mensajes, sólo esperaba que nada malo hubiera sucedido.

Me senté en una banca a pensar sobre la vida, y cómo esa experiencia había cambiado mi forma de ver el mundo; sólo me preguntaba de quien habían sido los ojos que me permitían verlo.

Pasados los minutos llegó un joven acompañado de un perro guía y un bastón, llevaba lentes y lucía una expresión amena; se sentó junto a mí y suspiró.

No pude evitar que mis ojos se desviaran hacia él, y casi me quedó sin respiración al ver que le faltaba el dedo índice de la mano derecha.

...de pequeño tuve un accidente con una puerta.

Me tapé la boca con las manos y pasé saliva.

—Disculpe, ¿lleva algo en sus bolsillos? —le pregunté.

Él me miró con todo y sus lentes oscuros, luego asintió e hizo un ademán con la cabeza, dándome a entender que lo comprobara por mí misma. Al principio dude en hacerlo porque él no me conocía ni yo a él. Pero la curiosidad me impulsó a hacerlo.

Es más, lo llevaré siempre en mi bolsillo por si nos encontramos de casualidad en la calle y así poder dártelo.

Introduje mi mano en su bolsillo y saqué una pequeña cajita cuidadosamente adornada con un moño.

—¿Ian? —musité con un hilo de voz.

Él volteó hacia mí de inmediato.

—¿Nos conocemos? —dijo él.

No pude esperar más y abrí la cajita. Dentro se encontraba un anillo de compromiso. Mis ojos se inundaron de lágrimas y de mi garganta salieron lastimeros gemidos, no podía creerlo. Era imposible.

—Soy Francisca —musité.

Ian sonrió de oreja a oreja.

—Seguro te ves bellísima con mis ojos —dijo mientras daba unos toques a sus lentes oscuros —. Entonces, ¿quieres ser mi esposa?

Así es, como dije al principio, sus ojos eran lo que hacía perder el conocimiento, porque estaban puestos en mí, literalmente.

Basado en Kiss-Una verdadera historia de amor: http://m.youtube.com/watch?v=DR8AwNydGoQ

De Todo Un PocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora