CAPITULO XI "LA ESTRELLA DEL SUR"*

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ANDRÉS

Todo el vuelo estuve pensando en la hermosa chaparrita, si me hubiera alguien apuntado con un arma o hubiera querido cargarse mi alma sin duda lo hubiera logrado, estaba sobre las nubes, puesto que voy en un pájaro de acero, pero pensar en la humanidad de la chaparrita me hacía llegar mucho mas allá de las nubes...

- primo.. luces como un idiota...

- tu naciste así y mira que nadie te lo reprocha...

me reí aun con la sonrisa de la pitufina en mi mente, soy un idiota, si lo soy.

- esa mujer me lo va a meter en muchos problemas... deberías tener cuidado...

- es indefensa, además soy correspondido, ella no me es indiferente...

- ella no es peligrosa, es fiscal de distrito y no es peligrosa...

- me refiero a que no haría algo en mi contra...

- ¿y como por qué estás tan seguro?

- porque sé reconocer cuándo alguien reconoce al lugar a donde pertenece, y ella reconoce mi piel, y lo mas interesante, mi piel reconoce la suya.

- te estamos perdiendo de una manera muy preocupante primo.

- no digan burradas y pónganse al tiro, llegaremos en unos minutos.

traté  de impedir que los otros me miraran directo a la cara, se me notaba un poco mas lo estúpido que estaba, pero era un verdadero espectáculo mental la pequeña.

justamente estaba a punto de concentrarme cuando mi móvil vibró varias veces, fruncí el ceño, ¿quién puede ser?

Estimado Señor Ponce.

Solo espero que esté  disfrutando de su vuelo, y que después de que haga sus asuntos en Colombia pueda regresar sano y salvo a tierras mexicanas, donde le aseguro es muy echado de menos. Ni siquiera se pregunte porqué tengo su numero móvil, no olvide a qué me dedico, le mando un beso.

- Fátima.

Ni siquiera puedo imaginar mi cara de asombro y de evidente felicidad ¿pero cómo se atreve? me ha mandado un mensaje a mi móvil sin que yo se lo haya autorizado, mierda! me encantan las chicas rebeldes.

pasé como 20 mil veces mi mano sobre mi cabello y sonriendo como un estúpido, vaya chavalita, me salió mejor de lo que pensaba.

- Andy, hemos llegado...

- ¿la camioneta está lista?

- pero claro.. jálate ya... deja de sonreirle a una pantalla como un verdadero tonto...

- venga, calmate, vámonos pues...

tomé mi arma que se encontraba en la mesa y bajé del yet, me puse mis lentes oscuros y miré el reloj... teníamos una hora volada antes de nuestra cita.

- ¿ya es hora?

niego con la cabeza y miro mi alrededor, esto esta demasiado callado para ser Colombia.

- esto no me cuadra... suban a la camioneta... vamos, a la cita...

- pero falta una hora..

- me importa un carajo, vamos a la cita...

mi primo condujo a toda velocidad a donde nos esperaban para la cita, los colombianos sabían con quién trataban, digamos que la visita de uno de los míos aquí era como la visita del presidente de E.U a México.

- bienvenido a Colombia señor Ponce.

- saludos....

entré a la mansión con mis primos detrás de mí, como todo un maldito mafioso, el sonido de nuestras botas chocando con el suelo resonaba en la casa, eha! que buena entrada.

- pero si es el emperador de México.

- Franco, mi padre te envía sus saludos, y tu encargo...

- perfecto muchachos, pues sean bienvenidos.

yo sabía lo que esa mondriga palabra significaba, en instantes aparecieron chicas en poca ropa, Dios, solo de pensar que alguna podría ser mi hermana quiero matar a este cabrón, pero lo mejor será que me calme, aun no es momento de ajustarle cuentas a éste obeso.

- no vengo a follar Franco, vengo a hacer negocios...

le dije mientras me quitaba las manos de la mujercita esa de encima, ella parecia fascinada conmigo y yo aterrado con ella, si acaso tenía los 16.

- ¿pensé que te gustaban jóvenes? ¿me he equivocado?

- no es eso, vengo a hacer negocios.

- bien, Mario no tarda en llegar, mientras Relájate, apuesto a que vienes cansado, además traje a tu estrella.

las colombianas tenían fama de ser bonitas, porque lo eran, desde que mi padre habia comenzado a hacer negocios con los Durán, tanto con Franco como con Mario, su hijo, me había quedado fascinado con una de sus edecanes, Estrella del Sur la hacía llamar, era delgada, con un bronceado perfecto y unos ojos color esmeralda que endiosaban a cualquiera, y cuando la vi de nuevo, me di cuenta que el hechizo había terminado.

- hola emperador...

- Estrella, que gusto verla...

- a mi me da mas gusto...

ella se acercó a mi y comenzó a besarme el cuello mientras Franco me miraba fascinado, correspondí el beso mientras Franco se alejaba.

- he pensado mucho en ti, tenía mucho que no venías para acá, sigo esperando que me lleves contigo a México.

- dudo que eso pase, las cosas estan muy complicadas allá...

ella no era una estúpida, su trabajo era sacarme toda la información posible para acabar con el dominio que tenian lo Ponce sobre los Durán, me vendería por un par de zapatos aunque según ella estaba "enamorada" de mí...

ja...

pensé...

- ¿entonces no me llevarás? ¿que sucede?

- me capturaron hace unas semanas...

le dije mientras le mostraba mi herida de bala en el estómago...

- Dios! ¿que paso?

- no lo sé, alguien quiso ganarme la partida, pero como siempre, salgo airoso, nadie puede contra los Ponce mi querida Estrellita, si matan a uno, salen 20 a vengar, asi somos en mi familia, mas le valdría a quién sea que quiere matarme, dejarlo pasar, porque acabara en el mismo lugar donde quiere verme.

ella se movió incómoda, es claro que ella conocía a la persona que me había mandado asesinar...

- ¿ha venido Arturo para aca?

ella negó con la cabeza, pero nunca me miró a los ojos...

- mira Estrellita, mas te vale que no me mientas, de otra forma, si me entero que quieres jugar conmigo puedo hacerte cosas no tan bonitas como las que te he venido haciendo.

- ¿dónde queda tu caballerosidad Ponce?

- los Ponce no premian las traiciones, y si Arturo estuvo aquí, tú lo sabes, y si no me lo dices, me estás traicionando...

- supe, que... estuvo aqui hace 3 semanas, no sé donde, estuvo en Colombia... aquí no...

me decía mientras seguía besandome...

- ¿sabes si habló con Mario o con Franco?

- no, solo escuché el rumor en el mercado, ya sabes que cuándo ustedes llegan todo se sabe...

- mas te vale que no estés jugando con mis sentimientos muñeca, sabes bien de lo que soy capaz...

- lo sé, por eso te estoy diciendo todo... pero ven, estás un poco cubierto de estrés... 

- bien preciosa, creo que te has ganado unas caricias... 

No es que se las hubiera ganado, las cosas tendrían que seguir como antes, eso evitaría las sospechas.

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