El Camino Sobre La Serpiente

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Entonces se sintió una gran tensión en la Sala, una sensación algo pesada, sofocante, como uno de esos días de calor insoportable de verano y en eso..

El timbre de mi puerta, sentí como tocaban esas campanas en sinfonía de Beethoven, aquél inmenso Musiclásico..

Me levanté de mi Silla, casi nervioso. Levanté el libro y lo puse en su lugar. Saqué la manta de la lámpara y la guardé en un baúl. Apagué las velas y guardé el candelabro en su lugar. Una vez más sentí a Beethoven.

-Enseguida- Alcé mi voz a la puerta.

Prendí las luces y abrí las puertas y ventanas de la casa. Entonces me dirigí hacia la puerta, con un poco de miedo, nadie estaba programado a venir a esta hora.

Lentamente caminé ese interminable pasillo hasta mi puerta al final, mientras recorría ese pasillo vi pasar a mis costados, encerrados en esos cuadros con un pensamiento diferente, aquellas personas que tanto significaban para mí diciéndome... No...

Por fin llegué a la puerta, el largo camino de la serpiente ha terminado..

Tomé el picaporte con forma de Ojo Mineralizado en Esmeralda, y lo enredé en mis temblorosos dedos con un movimiento leve de horror, por primera vez esa puerta rechinó, nunca lo había hecho antes.

Me enojé. No daré más vueltas.

Tomé el picaporte y tiré de la puerta...

No sé cuanto tiempo habrá pasado pero... Creo que fueron milenios.

Horrorizado quedé mirando a... Nada..

Nadie había en mi puerta...

Entonces, en ese silencio que se apoderó de mi mente sentí un golpe a mis espaldas, algo macizo y seco había caído..

Miré una vez más hacia adentro de mi casa y no observé nada raro, sólo...

Él... Estaba tirado en el suelo junto a una manta celeste transparentando su forma...

Cerré la puerta y me dirigí nuevamente hacia el final del pasillo.. Cada que me acercaba con un paso más adentrándome a mi sala, sentía otra vez ese pesado ambiente.

Tomé el libro y la manta entre mis manos pero cuando alcé la mirada noté algo que hizo que suelte los objetos y cayeran al suelo una vez más.

Las ventanas y puertas estaban cerradas y las velas seguían prendidas.

Continuará...

El Libro Rojo ©Where stories live. Discover now