París

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Dulce como la miel e inocente como un bebé, así era Daniela; creía en el amor eterno y confiaba en que un día lo hallaría si sabía en dónde buscar

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Dulce como la miel e inocente como un bebé, así era Daniela; creía en el amor eterno y confiaba en que un día lo hallaría si sabía en dónde buscar. Sus padres, empresarios sacrificados, tenían grandes expectativas para ella y en sus planes no entraba que buscara el amor verdadero. Pero Daniela tenía un sueño, recorrería el planeta entero si era necesario con tal de encontrar al dueño de la costilla de la que Dios se había servido para crearla, a quien ella estaba destinada.

Pero los padres de Daniela controlaban toda su vida y no la dejaban tomar sus propias decisiones, además tenían en mente algo más beneficioso para toda la familia, un matrimonio por conveniencia. De hecho, ya tenían al candidato ideal, un joven cirujano muy prometedor, y el casamiento estaba programado para cuando ella se recibiera de la carrera de Abogacía. Esto sin aprobación previa por parte de la chica, pero sí con su aceptación sumisa. Por ahora todo iba de acuerdo al plan, Daniela se encontraba cursando el tercer año de la carrera en la Universidad de Buenos Aires (UBA), llevaba buen ritmo y no demostraba signos de rebeldía.

Cuando Daniela cumplió veintiún años, salió sorteada para hacer un intercambio estudiantil a nivel internacional, destino: París, Francia. Cuando se anotó en el programa de intercambio, pensó que sería una buena excusa para hacer su voluntad sin que sus padres se opusieran; viajaría y tendría la oportunidad de conocer más gente. No conocía el idioma, pero se afanó en aprenderlo desde que supo cuál sería el destino si ganaba la plaza. Ganar no le preocupaba, ya que tenía una de las mejores notas. Al final ganó, y se puede decir que su vida comenzó en el instante en que recibió la noticia.

Sus padres no estuvieron muy contentos, que digamos; intentaron impedir que sucediera, temían que su pequeña oveja se descarriara una vez que conociera lo que el mundo tenía para ofrecerle. Pero para Daniela no hubo objeción que le impidiera seguir sus sueños. Para convencerlos utilizó todo tipo de argumentos, poniendo en práctica sus habilidades retóricas, y pudo lograr que depositaran la confianza suficiente para dejarla viajar sola. Tan emocionada estaba por el viaje, que empacó dos meses antes lo que llevaría a Francia.

El programa de intercambio estudiantil becaba a tres estudiantes para viajar; los otros dos, varones ambos, eran compañeros de su curso con los que nunca tuvo demasiada relación, pues ella los encontraba petulantes. A sus padres, tuvo que jurarles que nunca se involucraría con ellos.

Toda su familia y amigos fueron a despedirla al aeropuerto de Ezeiza. Sus amigas decían:

—¡Qué envidia! Nosotras también queremos ir a la ciudad del amor.

Y ella les respondía por enésima vez:

—No crean que es un viaje de placer, lo único que voy a hacer será estudiar todo el día. —Algo que le interesaba más que oyeran sus padres.

Sin ánimos de lamentar su huida, se despidió rápidamente de la concurrencia y fue corriendo a tomar el avión. Parecía una niña saltando y haciendo volar sus valijas en el aire, estaba muy emocionada.

En Algún Lugar del Mundo [TERMINADA]Where stories live. Discover now