Introducción

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Minuto tras minuto y ella no aparecía. Luke nervioso esperaba sentado en la mesa con la cena servida. Ella dijo que iba a llegar a las nueve y media y ya eran las diez de la noche.

Luke cogió el móvil y la llamó varias veces, su móvil sonaba pero ella no lo cogía. ¿Por qué? Se preguntaba Luke. Lo tendría en silencio seguramente o estaría conduciendo, pero eso no era lo que le estaba ocurriendo. Luke empezó a pensar lo peor, su gran pesadilla, lo que más le dolía en el mundo.

Salió del comedor y casi corriendo fue al despacho, cuando llegó lo primero que hizo fue rastrear el móvil de Helena desde el portátil.

Confirmó sus sospechas y notó como ella le estaba pagando con su misma moneda. Pero ella no era así, le había decepcionado desde un nivel muy alto. Ella era pura, ella era inquebrantable, ella era... todo lo contrario a lo que él pensaba.

Se le saltaron las lágrimas y empezó a llorar, confuso y desorientado. ¿Qué debía hacer? ¿Entrar en la casa de Michael y ver con sus propios ojos como él la tocaba como si fuera suya? ¿O quedarse parado ahí, sin hacer nada, callárselo como un mudo y hacer como si nunca hubiese sucedido? Luke iba a luchar por lo que era suyo y en este caso, era Helena su posesión más preciada, el amor de su vida que lo había dejado en vela más de una noche por culpa de sus discusiones y también cada vez que ella se había puesto enferma.

Salió del despacho con pasos firmes mientras se retiraba del rostro aquellas lágrimas, que se merecía derramar. Había cometido muchos errores y nunca, jamás, había pagado por ellos. Se podía decir que él se merecía lo que le estaba ocurriendo, pero Luke no pensaba eso, se veía como la víctima, aunque en parte lo estaba siendo.

Cogió una chaqueta de cuero negro y el casco de la moto antes de dirigirse hacia la casa de Michael.

Luke sabía que corría el riesgo de que si dejaba a Michael ser amigo de Helena eso iba a ocurrir, la engatusaría y se la follaría ni más ni menos. Confió en que Michael era su amigo y que Helena solo quería tener una bonita amistad con él, pero se equivocó como hacía millones de veces. Michael se la estaba tirando o acababa de terminar. Pensaba en los miles de insultos que le iba a gritar y en los golpes que le iba a propinar con sus propias manos. Lo quería dejar como la mierda, pero no podía. Luke quedaría mucho peor si La Cúpula se llegara a enterar de lo ocurrido, él sería un hombre incapaz de hacer que su mujer lo respetase -pero él tampoco es que la respetase mucho-. ¡Ella le había puesto los cuernos!

Luke se montó en la moto, arrancó y pisó el acelerador al máximo. El vehículo de dos ruedas respondió y empezó a circular por el asfalto a su máxima velocidad.

Dolía.

Dolía.

Dolía.

Dolía.

Dolía.

Notaba como su corazón quería dejar de latir, como a él le costaba respirar por culpa de todo el sufrimiento que estaba sintiendo.

Se preguntó si Helena lo amaba, cómo le podía haber hecho aquello después de todos los te quiero que se habían dedicado.

No quería llorar, quería solamente desatar la furia y todos aquellos adjetivos que le estaban matando el alma, o por lo menos, lo que quedaba de ella.

Luke presionaba con todas sus fuerzas los puños del manillar de la moto, solo estaba calentando para la paliza que le iba a dar a Michael o por lo menos la que pensaba que le iba a dar.

No había cosa que deseara él más que Helena y Michael nunca se hubieran conocido y que jamás se hubiesen hecho íntimos amigos, amigos con derecho a roce, amantes o lo que creyeran que fueran.

Y su coche ahí estaba, ligeramente subido en el bordillo delante de la casa de Michael.

A Luke se le quebrantó aún más el corazón, sabía que eso se le había escapado, que ella había tenido demasiada rienda suelta. Helena había hecho lo que le había pasado por la mente sin pensar en la consecuencias. ¿Acaso no sabía que le podría ocurrir lo mismo que le pasó a Clary y a Harry?

Luke no cabía en su cuerpo, notaba como su cerebro se colapsaba, aquello lo superaba. Miles de pensamientos, ideas e hipótesis intentaban aclarar todo aquel entuerto de la manera que más le convenía a él, pero eso hacían: intentar.

Se sentía ahogado y notaba como las lágrimas le apuñalaban los lagrimales para poder salir. Pero él las contuvo, no quiso mostrar a la luz de las estrellas lo mal que le había salido su estúpido sueño, basado en su retorcida mente, en lo que más odiaba y en lo que más deseaba.

Luke se sacó el casco de la cabeza y dejó que cayera al suelo haciendo un ruido espantoso, no se había roto ni se había hecho algún rasguño, pero había sonado igual que a cuando a Luke se le rompió el corazón.

Todo aquello se le había escapado y quería morir por ello. Se sentía traicionado, destrozado, solo veía como el dolor le enturbiaba la vista y le hacía caer en un pozo de sombras que le susurraban: "te lo mereces".

Sexta Fase *Segunda temporada de Sexto Sentido  ~Luke Hemmings~*Where stories live. Discover now