Ojalá todo fuera como antes.

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La puerta emite un sonoro ruido, proclamando por toda la casa mi salida y haciendo, así, que el dolor de cabeza que sufro aumente un grado más.

Avanzo a paso rápido por la acera, obligándome a escapar de todo lo que me rodea e intenta hundirme.

Quiero escapar y no volver.

Y siento una verdadera impotencia por todo lo que está sucediendo. Todo esta pasando ante mis ojos, sin previo aviso, arrasando con toda la vida que llevo recorrida. Sin embargo, no logro detener toda esa mierda que me causa sufrimiento constantemente.
No consigo encontrar esa calma de la que hablan, esa que dicen que viene después de la tormenta - la muerte de mi querida madre y de ella, mi amiga -. Me siento totalmente insignificante. Soy débil y con el paso del tiempo sé que recaeré y nadie podrá ayudarme. Soy una tremenda inútil, incapaz de apaciguar a una bestia, incapaz de pararme.

Una ligera brisa baila a mi alrededor, transmitiéndome ese frescor que anhelaba mi cuerpo.

Los pies me arden bajo la tela de mis zapatos, quemando la distancia que llevo recorrida.

Y las lágrimas lideran una batalla entre ellas, recorriendo mis mejillas y desprendiendo humedad por todo mi rostro.

La furia me invade y cobra el mando sobre todos mis sentidos.

Todo comienza a superarme, todo esto está consiguiendo destruirme.

No quiero pensar y mucho menos discutir.

Solamente quiero correr al ritmo del aire, sentir cada nota que emiten los pájaros al cantar y observar las nubes sin ningún miedo a ser descubierta.

¡Quiero ser yo misma, joder! Quiero volver a ser la que siempre fui, esa que se fue con la muere de las dos personas más importantes para mí.

Sin embargo, estos últimos meses he aprendido que mi verdadera personalidad nunca será aceptada sin apoyos a mi lado.

La oscuridad de la noche se abalancha sobre mí, causandome una pizca de temor ante lo que pueda sucederme.

Pero esto parece no importar, nada gira en torno a mí y nadie intentará rescatarme.

Todo el mundo sigue con sus vidas, aunque la mía ya no pueda recibir ese nombre. Todas las personas realizan sus actividades cotidianas, felices y alegres, pero nadie se percata de aquella joven que vive anclada en el pasado.

Mis pies dejan de moverse y acaban parándose, lentamente.

El silencio se apodera de la intensa oscuridad de la noche y en ella, solo diferencio mi acelerada respiración. El pulso me va a mil y durante unos segundos temo por mi penoso estado.

Cobro un poco de sentido y contemplo mi alrededor.
Estoy completamente perdida, vagando sin dirección alguna por un vacío creado por mí.

Suspiro varias veces, reteniendo los próximos sollozos y cierro los ojos.

Jamás podré vivir tranquila. Mi alma se ha transformado en todos esos engaños por parte de mis seres queridos, por cada una de las mentiras que he debido contar para satisfacerme a mí misma sin motivos algunos. Yo misma soy una triste mentira.

Respiro hondo un par de veces, abriendo los ojos de nuevo aunque no quiera ver lo que me espera, para luego seguir con mi cometido, perderme entre mis pasos.

Retiro un mechón rebelde de mi rostro y mantengo la mirada baja, absorta en todos mis pensamientos.

Aun no comprendo como mi padre puede tener esa absurda idea. Todavía no logro entender como puede llegar a elegir antes a un amor pasajero que a su propia hija. Es su vida, claro que lo es, pero debe pensar que todos los errores que cometa en ella me perjudicarán a mí.

Finjamos ser algo. #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora