Quererte.

514 30 2
                                    

Natalia.

-Así es -asiento en un leve movimiento- Cuando terminó con él...

-¿Fue ella quién terminó? -me interrumpe, entrelazando ambas nuestras manos, mientras me observa.

-Sí, con nuestra ayuda -suspiro- Ariadna y yo la ayudamos a darse cuenta de lo que estaba sucediendo y también a alejarse de él. Aún con varias amanazas por su parte, conseguimos denunciarlo y ahora, se encuentra haciendo labores comunitarios para los vecinos de su barrio y cada noche duerme en prisión. Ahora es él el que no tiene libertad y se lo tiene bien merecido.

-Qué cabrón -suelta con desdén y sus labios se fruncen, conteniendo la ira- Yo... Dios, yo nunca te haré eso, Natalia, creeme. No estoy aquí buscando una puta denuncia ni tampoco que tú quieras ponerte a mi altura, porque ambos estamos juntos y ninguno ocupa un lugar superior... Y...

-Lo sé, Jesús -Sus palabras cesan y dirije su mirada a mis ojos, mostrándome un destello de claridad que nunca antes había visto en él. Yo tampoco estoy aquí para crecer por él, sino con él.

Doy un pequeño toque de fuerza en su mano y éste vuelve la mirada, esbozando una leve y diminuta sonrisa en la anchura de sus labios. Jamás podré ver otra más bonita.
Sus dedos se estiran y sueltan mi mano por un instante, llevándose con él los temblores de mi puslo y el frío que ahora ansiaba tener de sus manos. De manera inesperada, aparece en mi mejilla, recorriendo cada punto de mi rostro y saltando las pequeñas pecas que se posicionan bajo mis ojos. Su tacto me devuelve la respiración y acalla cada pensamiento oscuro que conlleve extrañar a mi amiga.

-Nata -me llama y alcanzo sus ojos, parpadeando varias veces. Siento mi garganta helada- Pareceré un completo idiota diciéndote esto, pero -sus ojos se hunden en mis pupilas- creo que estoy comenzando a quererte.

Mi respiración se ralentiza y mi cuerpo fusiona todos sus sentidos en sus últimas palabras. Hasta ahora no me había percatado de las ansias que me corroían por escucharlo salir de sus labios.

***

Ariadna.

Mi pecho sube y baja en vaivén continuamente y mi garganta suelta carcajadas llenas de diversión. Mi vista parece estar nublada a causa de las lágrimas que brotan de mis ojos.

-No volví a tomar zumo de naranja desde ese día -prosigue Cata, y la observo reír junto a mí, intentando tragar el sorbo de cerveza que hace unos segundos bebió.- Me voy a atrangantar, lo juro.

-No me extraña, hija -Cuando logro calmarme y cesar las risas, me atrevo a tomar un trago de Nestea, aclarando y refrescando mi garganta.

-Si esto te hace gracia, esperate a que te cuente lo que le pasó un día a mi hermano... -me advierte, y sus ojos pierden tamaño cuando esboza un sonrisa.

-No -niego y alzo una mano- Me voy a morir aquí mismo si me río más. Me duele la barriga.

Transcurren un par de horas más, entre risas, historias inimaginables, tos, dolor de barriga y más risas. Ambas permanecemos sentadas en una de las mesas del puf "Muévete", el cuál eligió Cata para tomarnos algo. En un principio, me llevé la sorpresa de su edad. Ella tiene dieciocho años, por lo que una cerveza en sus manos no corre riesgo para ningún propietario de locales. Su sentido del humor también me causó asombro e impactó en mí de la mejor manera posible, riéndome. Fue cuando mi pecho se contrajo por primera vez dando paso a una carcajada que pensé en Paula y también en Natalia. Desde que las tres nos separamos no creí que podría volver a ser yo, una chica divertida y adicta a reír. Sin embargo, Cata ha logrado estirparme una parte de añoranza hacia ellas y ha colocado mi vista, por unos segundos, en dirección al futuro. Y no me opongo a eso.

-Hacía mucho que no me reía tanto -Mi voz deja un rastro de diversión en el aire y mi garganta produce una leve y apenas perceptible risa. Catalina me observa desde su posición, negando con la cabeza y soltando a su vez una sonrisa torcida.

-¿Salimos? Me han entrado ganas de fumarme uno -señala la cajetilla de cartón que reposa en la mesa y yo tan sólo asiento, incorporándome.

Ambas cogemos nuestros abrigos y nos encaminamos al exterior del local, recibiendo una helada y húmeda ráfaga de frío en nuestros cuerpos. Me aferro a mi cazadora, colocando el cuello desta con una mano y espero a Cata, que trata de extraer un pitillo de la cajetilla entre temblores y pequeñas combustiones de sus propias manos.

-Por fin -suspira cuando logra tenerlo entre sus dedos, prendiéndole fuego.

-No sabía que fumabas -admito y dirijo la mirada a mis pies, conteniendo el poco calor que retiene mi cuerpo.

-Lucas me lo pegó -me responde y deja escapar una pequeña bocanada de humo que acaba esfumándose en el aire. Elevo la mirada y frunzo el ceño. ¿Lucas? Se percata de mi expresión y añade-Mi hermano.

Asiento y devuelvo mi mirada al suelo, esta vez envuelta en una nube del pasado.

La imagen de un joven rubio, alto y delgado aparece en mi mente, su cínica sonrisa también hace presencia y de manera fugaz los ardientes moratones de Paula me recuerdan que él fue el causante de su muerte. El novio de Paula se llamaba Lucas.

-¿Y dónde está él ahora? -Su hermano no es el mismo, lo sé. Sin embargo, desde lo que ocurrió, me persigue una horrible y inmensa manía que me obliga a sospechar de cualquier personaje que se presente en mi vida.

-Hum... -su garganta suena ronca y mi estómago se encoje de inmediato. ¿Por qué duda?- En Francia, está estudiando allí.

-¿Cuántos años tiene? -pregunto y creo haber hablado con demasiada rapidez.

-Diecinueve.

Ambas permanecemos en silencio y durante unos minutos, continuamos sin extraer palabras de nuestra mente, tampoco de nuestros labios. Quizá he sido un poco brusca.

-¿Qué te ocurre? -Su voz llega a mí de manera inesperada y cuando accedo a mirarla, todas aquellas suposiciones maquinadas en mi cabeza desaparecen en la oscuridad.

-Nada -niego y sonrío, riéndome internamente mientras observo su pelo lacio y rojo, junto a su débil pero simpática sonrisa. ¿Cómo podría ese delincuente tener parentesco con esta chica? - Ha estado bien quedar contigo.

-Obvio -se encoje de hombros y tarda unos segundos en dar una calada y expulsar el humo contenido, alejando su mirada a algún otro punto- Yo también me lo he pasado bien, oye.

______________________________________________

Helou, capituleras. Hoy mi día no está yendo demasiado bien, así que el final de este capítulo es demasiado chof. Sorry.

Mañana, en los carnavales de mi insti, iré de obrera. Augh. Recalco que ha sido idea de los idiotas (masculino) de mi clase, en fin.

¿Vosotras de qué os disfrazaréis?

¡OS QUIERO!

- nne.

Finjamos ser algo. #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora