CAPÍTULO 11

1.3K 60 1
                                    

Narradora: Astrid von der Sichel

Martes 9 de julio 1941

Las cartas de Erik se retrasaban cada vez más y más. Me angustiaba demasiado saber si le había sucedido algo. Ya no confiaba en nadie desde la muerte de Christoph. Henriette, había dado a luz a una bellísima niña que tenía los ojos igual de penetrantes que los de mi difunto hermano. Gretchen había conseguido establecer una seria relación con Arnold. Les costó ya que, ambos son muy cerrados en sus sentimientos. Agatha, mi madre, cuidaba de mi sobrina y Henriette. Cuesta creerlo pero quería a esa pequeña como a su propia vida. Un diminuto rayo de felicidad todavía quedaba en estos malos momentos de guerra.

En el hospital de campaña, el Doctor Hollinger había sido trasladado por mantener relaciones con una joven enfermera austriaca. Durante semanas, la pareja fue objeto de comadreos y burlas por parte de todo el equipo hospitalario. En su ausencia el joven teniente médico, Bruno Haider fue quien atendió a los tantos heridos por causa de la contienda. Ambos nos hicimos muy amigos ya que, nuestros gustos eran muy similares y teníamos una edad pareja. Todas las enfermeras suspiraban cada vez que le veían puesto que su atractivo lo hacía ver inteligente y astuto. Su cabello negro se reflejaba en unos ojos grandes contorneados por largas pestañas que coronaban sus párpados y unos hermosos hoyuelos se apoderaban de su sonrisa blanca y deslumbrante dejando a más de una mujer rendida a sus pies.

-¡Buenos días Astrid! ¿Lista para curar a más enfermos?-anunció Bruno.

-Siempre lo estoy Doctor. ¿Y usted?

-Más que preparado. Por cierto, ¿qué tal está ese novio suyo del que tanto habla?

-Si le soy franca, no lo sé. Hace más de tres semanas que no recibo carta de él y eso me hace sentir... mal. Es como si la tierra se lo hubiera tragado, como si hubiera...-el doctor no me dejó acabar la frase que, aunque pudiera darse el caso de ser cierta, me mataba por dentro solo al pensar en que podría ser real.

-No. Eso ni se le pase por la cabeza. Él está vivo. Sirviendo a nuestra patria, sirviendo al Führer. Tiene que tener en cuenta que estamos en guerra sí, cualquier cosa puede ocurrir pero, según lo que usted me ha comentado sobre Erik, él siempre sobrevive porque es un luchador y eso es lo que tiene que tener en cuenta. Dentro de poco seguro que podrá estar disfrutando de su compañía.

Las palabras de mi buen amigo, me dieron esperanzas. Sabía que Erik estaba vivo. Tenía que estarlo. Él era mi vida, mi mundo.

* * *

Mientras caminaba por los pasillos con Gretchen, la enfermera jefe se acercó a nosotras. Al parecer, parte del personal sanitario iba a ser trasladado a Lamballe. Saldríamos en una semana. Era el tiempo necesario para prepararlo todo. Gretchen y yo tras oír la noticia, fuimos a nuestros barracones. Tras una larga e intensiva jornada curando soldados y algún que otro civil, caí en mi catre deseando olvidarme de todo pero el insomnio se apoderó de mí. Era pequeño pero me parecía muy cómodo, después de casi veinticuatro horas de servicio. Además era mi pequeño santuario puesto que bajo él guardaba en una pequeña caja todas la cartas de mi amado. Al no poder dormir, me levanté y las leí todas, una por una, letra por letra. La tristeza inundó mi desolado corazón, las lágrimas salieron por mi rostro y los sollozos surgieron de mi boca. Entonces, percibí detrás de mí la presencia de alguien que me hizo que saliera de mi trance.

-Astrid, ¿está usted bien? Al dirigirme a mi barrancón he oído ruidos provenientes de aquí.

-Sí, solo...-fui interrumpida por él.

-Solo estaba llorando ¿me equivoco?

-No, no lo hace. He estado leyendo las cartas de Erik y me he emocionado un poco. Seguro que está pensando que soy una estúpida por hacerlo pero...

-Pero nada. No creo que sea usted una estúpida por estar llorando a una persona a la que ama; es más, no es nada malo hecerlo de vez en cuando. Nos ayuda a liberar la tensión y expulsar los malos pensamientos aunque, en mi opinión, es mejor hacerlo con un amigo.

-Muchas gracias.

-¿Gracias por qué?  

-Por estar siempre ahí y apoyarme en todo. Es usted una de las mejores personas que he conocido y en quien poder confiar en estos duros tiempos.

-Astrid, yo siempre estaré para protegerla de todo si tú quieres. Por cierto, ¿puedo tutearte?

-Desde luego. Aunque nos conocemos hace poco tiempo, la guerra acelera nos have vivir más deprisa temiendo que a lo mejor nos quede poco tiempo.

Pasamos una larga noche conversando sobre nuestras vidas antes de la contienda. Todos tenemos un pasado que dejamos atrás, incluso él. 

Pasada una semana, todo estaba listo para el traslado. Finalmente nos iríamos de Lille y aquí dejaba algunos de los más tristes recuerdos de mi vida pero otros también habían sido felices. Ahora comenzaba una nueva etapa de mi vida...

Nota de autora:

No sé por donde empezar... Perdón de verdad por retrasarme tanto en publicar. ¡¡Espero que el nuevo doctor os guste!! ¿¿Será tan sólo amigo de Astrid o algo más?? Quien sabe... A Erik lo he querido separar un poco que ya era mucho sobre él y poco de Astrid. ¡¡Os espero en el próximo capítulo!! Prometo que no tardaré tanto.

¡¡Bruno Haider en multimedia!!

¡¡Votad y comentad!!

Esmeralda❤️

Mi Gran GuerraDove le storie prendono vita. Scoprilo ora