IX

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Reuní el coraje para verte de frente, tratando de hacer ceder la tensión en mi mandíbula, y vi que me sonreías. La hilera superior de tus dientes, blancos y parejos, estaban orgullosos a la vista; tu ojos me observaban detrás de escasas pestañas oscuras, del mismo tono que tu cabello que en ese momento se encontraba peinado hacia atrás. Tan estirado y engominado.

Me sonreíste con tanta osadía y descaro que te odié. Te odié, Caleb, y estoy segura de que no pude ocultar el sentimiento.

A medida que tu sonrisa se desdibujaba, confirmé que yo no era tan buena actriz como tú.


Un café para olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora