C.1: KLEIN.

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Mr. Tölmer era un pez gordo. Y como todos los peces gordos, a veces, se las daba de genio y tiburón de las finanzas desarrollando nuevas pruebas de contratación. Esta vez se sentía totalmente orgulloso, puesto que era capaz de eliminar de un golpe a la mitad de competidores por un mismo puesto. Colocaba todos los curriculums recogidos hasta la fecha sobre su escritorio y, sin miramientos, Tölmer tiraba la mitad de ellos a la basura. Cuando Elga le preguntó las razones, su respuesta vino acompañada de una sonrisa divertida y ufana:

-No quiero trabajar con nadie que no tenga suerte.-respondió, llevándose a la boca su puro y encendiéndolo en su propio despacho.

Si Maia Baum hubiera visto su curriculum ser destrozado por la máquina trituradora, no se hubiera pasado las tres últimas semanas pegada a su móvil, deseando que apareciera en pantalla la llamada del Johannes Hospital. Volvió a leer la oferta de trabajo que llevaba tanto tiempo deseando y suspiró cuando la voz de megafonía anunció el nombre de la parada de su trabajo real. Junto con ella, un mínimo de cuarenta personas se bajaron, empujándola y caminando con la tranquilidad de la que disfruta una persona que está de turismo y no intentando llegar pronto a trabajar.

-Hey, Maia.-gritaron a su espalda. La castaña se giró y observó con una mueca a su nueva compañera, acercándose dando saltitos.-No sabía que entrabamos a la misma hora y, ¡menos mal! Es mi primer partido y me da miedo estropearlo todo.

Maia suspiró. Odiaba las conversaciones de trabajo fuera del trabajo que a todo el mundo parecían gustarle. Quizás porque le hacía recordar el trabajo que tanto deseaba y del que no podía hablar. Miró a la chica alta, delgada y muy bien vestida que tenía al lado y se encogió de hombros. Le daba unas dos semanas aproximadamente: por un lado estaban las que no aguantaban la presión de tener hinchas locos y borrachos gritando, insultando y soltando guarradas. Por otro estaban las que acababan enamorándose locamente y se convertían en el rollo de una noche de algún famoso de tres al cuarto.

Por extraño que pareciera, a parte de la señora Paiper, era la mujer con más antigüedad de todo el estadio Signal. No era ni lo suficientemente atractiva como causar alboroto, pero si lo suficientemente inteligente como para saberse de punto a coma toda la historia del equipo y del estadio. No era una persona de la que podían desprenderse fácilmente solo por preferir vaqueros por encima de medias transparentes.

-Es como un día de trabajo normal, solo que con más gente.-respondió.-Solo intenta que nadie de equipos contrarios se peleé en tu zona y no pasará nada. Y si pasa, pulsa rápidamente el botón de seguridad.

-¿Pelearse?-repitió tragando saliva.

-Es fútbol.-obvió, acelerando el paso para subir las escaleras normales.

Escuchó a su nueva compañera bufar, pero por alguna razón, no deseaba quedarse sola y prefería la seria y pasota compañía de Maia que la de su móvil. Con un gran esfuerzo por parte de sus gemelos, subió las escaleras detrás de ella subida en unos impresionantes tacones.

-Pero... ¿qué hago si se pegan?-le preguntó asustada.

Un grupo de hinchas vestidos con los colores amarillo y negro se cruzaron por delante de ellas y les hizo frenar. Gritaban como histéricos, golpeando las paredes y alzando los brazos en algún tipo de danza de pelea ancestral. Dos de ellos observaron a su compañera y le lanzaron varios besos mientras alzaban la cerveza que llevaban en la mano. Sintió como la rubia se encogía a su lado y, protectoramente, fulminó con la mirada a los dos hombres hasta que se volvieron y dejaron de acosar a su acompañante.

-¿Es tu primer trabajo?-preguntó Maia.

Ella asintió mirando el suelo.

Por alguna razón, aquella chica le pareció mucho más sincera y humilde que el resto de modelos que habían decidido contratar como empleadas del estadio. Le sonrió y, dándole una palmada en la mano le hizo un gesto para seguir.

MERAKI (MARCO REUS FF)Where stories live. Discover now