Parte sin título 15

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¡MARTIN! – se escuchaban gritos – NO – venían risas luego. Desperté lentamente y me puse una almohada en la cara – IDIOTA – unas risas provenientes del patio no me dejaban seguir durmiendo. Miré mi teléfono y marcaban las dos de la tarde. ¡SANTO CIELO!. Me levanté rápidamente. Claro, en una casa ajena me duermo hasta tarde con toda la confianza del mundo. Salí en pijama mirando a todos lados - Sei uno stupido! – se escuchó. Al parecer era Antonella. Bajé las escaleras y miré por la gran ventana de la sala de estar. Claro, ahí estaba la explicación. La hermana de Martin estaba entrando a la piscina y Martin le lanzaba agua. Sonreí. Se veían adorables, ambos como niños reían y jugaban con libertad. Eran muy adorables. La voz de Marie me sorprendió.

¿Por qué no vas a nadar cariño?- me giré y con sonreí.

No, está bien – respondí. Marie asintió.

¿Dormiste bien querida? – cerré los ojos unos segundos algo avergonzada.

Sí, lamento haberme despertado tan tarde Marie, me refiero a que, podría haberte ayudado a ordenar o cocinar – Marie negó con la cabeza.

Por favor tesoro – acarició mi brazo – no me pidas disculpas por eso, puedes dormir todo el día si deseas – sonreí – pero tienes que comer – reímos. Antonella gritó desde la piscina.

¡VAMOS DIANA! – lanzó un grito - ¡VEN A NADAR! – reí - ¡EL AGUA ESTÁ GRANDIOSA! – miré a Marie mientras asentía con la cabeza y decidí subir al dormitorio para ponerme el traje de baño. Frente al espejo, mirando mi cuerpo y acomodando mi cabello, salí del dormitorio y bajé lentamente. Salí y Antonella sonrió moviendo sus manos animadamente. Martin me miró de pies a cabeza y se detuvo en mis ojos. Caminé tímidamente hasta llegar a la piscina. Entré y los saludé.

Creo que dormí bastante hoy- hablé y Antonella soltó una carcajada mientras descansaba en un flotador rosado.

Está bien – comentó – si no hubiese sido por mi novio que me llamó, yo hubiese despertado en quince años más– reímos. Miré a Martin con una sonrisa y asintió con la cabeza mostrando sus blancos dientes. Estaba sentado con los pies en el agua mientras el sol hacía maravillas con su piel. Se veía perfecto. Entré y comencé a nadar. Se sentía grandioso porque estaba muy caluroso y sentir el agua envolver mi cuerpo era algo delicioso. Me sumergí y nadé tranquilamente bajo el agua ¡Que delicia! Me impulsé y salí para tomar aire, giré y Martin estaba mirándome fijamente mientras que Antonella se tomaba fotos con su teléfono. Nos quedamos mirándonos sin decir nada y aquí yo me pregunto, ¿Es posible encantarse tanto con un par de ojos? Me cuestiono eso todo el tiempo porque me siento en las nubes cuando sus ojos se topan con los míos y no se desconectan con facilidad. Apareció Marie con una bandejita con tres vasos desconectándome de la intensa guerra de miradas con su hijo. Al parecer era algo refrescante porque notaba los hielos y unas rodajas de limón en el interior . Nos entregó los vasos y agradecimos.

Vengo en un momento – habló Antonella mientras se bajaba de la flotador - mi novio me está llamando – y vaya que se sentía culpable. Luego del incidente de ayer, había estado hasta tarde hablando por teléfono con su chico. Al parecer, la culpa la estaba consumiendo. Me senté en uno de los flotadores y llevé el vaso a mi boca. Martin miraba a otro sitio totalmente relajado. Que atractivo era, siempre. Entró en la piscina y comenzó a nadar ágilmente. No podía quitarle los ojos de encima. Se sumergió y apareció junto a mí.

Hola- dijo con una sonrisa. Reí.

Hola – quitó el vaso de mis manos y lo puso en la el costado de la piscina. Alcé una ceja. Se acercó y con un movimiento muy rápido, giró mi flotador haciéndome caer en el agua. Su risa se escuchaba por todo el patio y alzaba la cabeza cerrando los ojos mientras sus carcajadas me envolvían. Le lancé agua en venganza y me respondió con mucha risa -¡ESO FUE CRUEL!- grité. Nadó y me tomó por la cintura llevándome al otro lado de la piscina. Pataleé y le lancé agua en la cara pero sólo reía - ¿Qué HACES? – grité y me giró rápidamente.

Ho trovato una sirena- dijo sonriendo - Una bella sirena – me ruboricé y miré a otro sitio pero me lanzó agua en el brazo.

Eres bastante bueno nadando – dije para evitar mis nervios. El alzó los hombros.

Solía hacer surf – dijo con seguridad – pero hace más o menos cuatro meses que no hago – asentí fascinada.

Eso es genial – comenté mientras mis manos jugaban en el agua.

Sube- dijo sonriendo.

¿Subir? – pregunté con rostro de duda.

Aquí – me acercó a su cuerpo y apuntó su espalda. Dudé dos segundos y me subí. Momento épico. Comenzó a nadar conmigo en su espalda. Reí - ¿A dónde quiere ir señorita sirena? – preguntó Martin mientras se deslizaba lentamente en el agua.

Hacia esa isla – apunté al flotador que estaba al otro lado de la piscina. Asintió y me llevó hasta ahí. Me bajé de su espalda y me sumergí en el agua hasta aparecer en medio del flotador redondo. Me senté en el borde y lo miré con una sonrisa.

¿Podrías llevarme? – preguntó. El agua lo cubría hasta sus pectorales. Sonreí.

¿A dónde quieres ir?- pregunté mientras jugaba con mis pies bajo el agua y mi cuerpo flotaba en el flotador.

Acá- dijo con su dedo en mi pecho, justo donde se ubica el corazón. Me quedé en silencio mientras sus ojos me seguían atentamente. No movía su dedo índice de mi piel – a tu corazón – habló. Suspiré y envolví su mano con las mías.

Estás llegando – susurré. Separó un poco sus labios y luego los cerró conmovido. Lo miré a los ojos - ¿Cuánto falta para llegar ahí? – pregunté apuntando su pecho. El suspiró serio.

Bastante – dijo frío – es un camino largo – sonreí.

Tardé en llegar a Roma pero valió la pena. Creo que los viajes largos siempre valen la pena – me miró fijamente y con timidez sonrió.

¿Tienes algo con tu amigo? – preguntó de la nada. Alcé las cejas.

¿Con Ian? – pregunté – no – asintió con la cabeza.

Entonces no me importa – dijo mirándome.

¿Qué es lo que no te importa? – pregunté.

Él- dijo alzando los hombros.

¿Por qué? – reí. ¿Qué le pasaba?

Porque tengo libertad- dijo con seguridad.

¿Libertad? Eres libre Martin- reí - ¿qué tiene que ver Ian? – pregunté

Libre para todo- dijo entrecerrando los ojos.

¿Para todo? – pregunté ladeando mi rostro -¿seguro?

Sí- dijo acercando el flotador a su cuerpo y susurrando – libertad para hacer esto que he querido hacer desde el otro día – tomó mi rostro con sus manos y me besó con tanta ternura en sus labios que perdí la noción del tiempo. Me bajé del flotador y con el agua envolviéndonos, nos dejamos llevar por un tierno beso roba-aliento. Sus dedos acariciaban mi mentón y llevé mis manos a sus hombros. Me giró en el agua y sonreímos en medio del beso – wow, necesitaba eso – dijo suavemente cerca de mi oído.

¿Por qué eres tan misterioso? –pregunté en voz baja. El me miró.

Por cosas mías Diana – besó mi frente y de un segundo a otro se hundió en el agua. Nadó con una habilidad envidiable. Se veía tan libre y relajado. Lo seguí, nadando a mi manera con mis sentidos aún alterados por el beso. Sus ojos brillaban y su rostro con gotitas de agua era una digna obra de arte, tan lindo que me cohibía de una manera inexplicable. Pasó su dedo por mi mejilla y me abrazó sin decir nada. Nos quedamos abrazados por un rato. Levantó la vista y lentamente se alejó. Marie estaba sonriendo desde la casa y movió su mano en gesto de '' no se preocupen por mí'' alejándose y dejándome con mi alma en el cielo.

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