Parte sin título 22

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¡DIANA! – escuché un grito. Quité uno de mis audífonos y ahí estaban Ian y su amigo, Josh. Detuve la música y limpié mis lágrimas - ¿pero qué diablos pasó? – preguntó acercándose para abrazarme. Envolví su torso con mis brazos y comencé a llorar otra vez.

Lo vi Ian – dije rompiendo en llanto – se va a casar con una chica pelirroja, alta, parece modelo de pasarela – Ian acariciaba mi espalda suave y lentamente – no corrió para abrazarme o besarme, todo lo contrario, me miró, se sorprendió y apareció su padre con esa chica – Ian le hizo unas señas a Josh y el asintió alejándose. Ian me miró.

Cariño – dijo preocupado – lo siento mucho – sonreí levemente.

Creo que así resulto la locura – hablé con mi voz extraña por el llanto – gasté mi dinero para nada- Ian negó.

Claro que no – arregló mi cabello – nos quedan aventuras, no viajamos para que te encierres a llorar – miré al suelo – esto es difícil, lo sé , pero hay cosas peores cariño – tomé aire profundamente – hay que ser fuertes Diana, el amor no es fácil, jamás lo ha sido y si el idiota de Martin se va a casar, bien, genial, él se está perdiendo a una chica increíble – sonreí – ahora, arregla tu maquillaje – dijo – no le darás en el gusto a Martin. Tienes que ser esa Diana traviesa que perdió su pulsera en Roma y se atrevió a comer panqueques conmigo – reí. Se puso de pie y me llevó de la mano hasta la otra sala. Ahí estaba Josh con un par de dulces y galletas. Reí.

Necesitas esto – dijo Josh apuntando la mesa. Lo abracé sin pensar y el me respondió el abrazo. Ellos eran algo increíble. El apoyo que más necesitaba.

Luego de que te atragantes con todas esas cosas, iremos a un centro comercial que está cerca y por la noche, saldremos a conocer los lugares más geniales de Atlanta – alcé las cejas – y no me dirás que no porque ahora mando yo – sonreí y agradecí tener a Ian conmigo. No me cansaría de hacerlo.

Gracias – dije con una voz apenas audible. Así fue, salimos a pasear toda la tarde y por la noche, recorrimos lugares geniales. Me dormí tranquila pero con las heridas en el pecho. Sé que tardarían en cerrar pero tenía que aceptarlo. Martin será feliz, podrá vivir en su departamento en Roma, con esa chica, Kate, serán un matrimonio sacado de alguna revista, si tienen hijos, serán unos niños hermosos y nuestra historia quedará en alguna página amarillenta cuando seamos ancianos. Sí, me ilusioné mucho y era porque cada beso y toque de Martin me hacía perder la noción del tiempo. No lo culpo, yo iba de vacaciones, yo debía salir de su vida pero me dolió tanto verlo con una chica que ahora, se adueñará de sus labios. Esos labios que me besaban con tanta pasión y con tantos mensajes dulces. Así iba a finalizar nuestra historia. ¿Por qué será que cuando te enamoras, todo lo lindo pasa rápido pero cuando termina, te demoras bastante en superarlo? Ojalá superarlo fuese tan fácil como enamorarse.

Estoy bien mamá- dije por teléfono – sí, volveré pronto a casa, lo he pasado genial acá – bueno, en parte pero no quería que mamá supiese todo – yo también te extraño muchísimo – continué – claro, te amo, descansa – colgué la llamada y miré las fotos que tenía en mi teléfono. Habían algunas en las que salía sonriendo con Martin, sacando la lengua, una de Martin caminando, yo en las calles de Roma, los helados que comimos y más. Suspiré. Tenía que superar esto, tal como Martin me superó a mí.

Vamos a comer algo – dijo Ian tomando su chaqueta de cuero, tenía más de ocho, reí. Subimos al auto de Josh y nos dirigimos a un restaurante muy lindo. Quería ser la misma que era antes, quería volver a creer en el amor, volver a ser fuerte y a ser alguien con el corazón sano otra vez. Le envié un mail a Antonella, contándole todo lo que había sucedido. Ella me hizo saber que estaba muy decepcionada y triste, sumándole que no tenía ni la más mínima idea acerca de Kate. Dudaba seguir siendo amiga de Antonella porque era hermana de Martin pero ella no tenía la culpa. Me daban ganas de cortar todos los lazos y comenzar de nuevo pero Marie y Antonella se convirtieron en personas importantes para mí.

Te encontré en Roma. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora