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— ¡Yo quiero uno de pollo! —Julie chillo en cuanto me pare de la mesa con el dinero en mi mano —Pan blanco, con queso cheddar, tostado y sin aderezos — sonrió inocentemente en mi dirección y asentí.

—Yo quiero lo mismo de siempre —Seth levanto la mano y mire en dirección a Blanca que tenía un chicle en su boca.

Bien, vive mostrando lo que mastica.

—Tú no comerás nada, por cochina maleducada —la señale acusadoramente y ella rodo los ojos.

—Quiero uno como el tuyo, de atún —asentí y camine al mostrador de SubWay.

En mi mente repasaba lo que me había pedido Julie para no olvidármelo, si me equivocaba en algo se armaría la tercera guerra mundial y había aprendido hace tiempo que Juls nunca pedía su comida por un tema de timidez.

Solo faltaba una sola persona para que me toque a mí, cuando escuche murmullos detrás de mí, mire incomoda a mis costados y mordí mi labio inferior.

Trataba de auto convencerme de que no estaban hablando de mi o riéndose, ya que desde el video siempre que alguien se reía o hablaba con alguien más, mi mente comenzaba a pensar en distintas opciones de burla hacia mí.

Puede que la gente ni se inmute de mi presencia, pero yo solo me sentía observada o deprimida de la nada.

Solo con una mirada en mi dirección cualquiera podía lograr que me sienta vulnerable.

—Si, creo que es la chica del video —enfoque mi vista en la nuca del señor que tenía delante mío para no darme vuelta — ¿Qué hace aquí? Me daría vergüenza salir después de ese video —otra voz se escucho —No te rías idiota —Y aunque estén susurrando podía escucharlas reír —Pobre, da algo de pena —el pelado que tenía enfrente se movió y fue mi turno.

— ¿Cómo va a que... ¡Thomas! ¡Es la de Calum no me dejes! —la emoción en el rostro del chico que me estaba por atender era obvia.

Las chicas que tenia detrás comenzaron a reír aun más fuerte y trague intentando sacar el nudo que se había formado en mi garganta.

—Decir su nombre tres veces enfrente del espejo funciono —Al que había llamado Thomas choco los cinco con otro chico y quise moverme, pero mi cuerpo no me lo permitió.

Un maldito año y la gente seguía recordándolo, hasta parecía no dejar de darles gracia.

La gente no se cansaba, pero yo sí.

Respire hondo y me moví entre la gente que se había acumulado a mi alrededor hacia la mesa de mis amigos —Ow, ¡no me dejes! —una de las muchachas grito provocando que varios estallen en risas.

Camine con más rapidez a la mesa, tome mis cosas del respaldo de la silla y salí corriendo de allí, dejando a mis amigos sin entender nada. 


Macaria [cth]Where stories live. Discover now