Capítulo 23: Confesiones

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- Steven: ... y están las de chispitas.

Era mediodía y el grupo conformado por Lapis, Jasper, Peridot y Steven estaba reunido frente a La Gran Rosquilla comiendo de un par de cajas repletas de varias de estas de diversos sabores. El niño le había presentado los bocadillos a Lapis, quien se encandiló rápidamente con su forma, dulzura y suavidad.

- Lapis: Están deliciosas.

- Jasper: (Señalándola con un gesto cómplice tras dar un gran bocado) No las ames hasta que las acabes, mocosa.

Con ayuda de Steven y las rosquillas, Lapis pudo finalmente hacer a un lado sus preocupaciones.

O al menos por un rato.

Al regresar a casa, Steven y Lapis decidieron pasar algo de tiempo en la sala, mientras Jasper salió nuevamente a deambular por los alrededores. Peridot se dirigió al taller a continuar trabajando en más proyectos personales.

- Steven: Entonces... ¿cómo estás?

Lapis volteó a verlo de inmediato ante la repentina pregunta, en confusión.

- Lapis: Pues... n-no sé. Supongo que bien.

- Steven: (Entrecierra los ojos, intrigado) ¿Algo más?

- Lapis: (Eventualmente la tierna apariencia del niño la hace reír) Oh-ho... vamos Steven. ¿A qué quieres llegar?

- Steven: No estoy seguro. Es solo que te he visto algo distraída desde que salimos de la Gran Rosquilla. ¿Hay algo de lo que te gustaría hablar?

- Lapis: (Mira a un lado, apenada) Ehm... oye, dudo que sea correcto que te hable de estas cosas. E-es decir, eres solo un niño, eres inocente, gentil, (le pellizca la mejilla) encantador... no quiero echarte a perder el día con mi depresión.

- Steven: Descuida, hablar de ello te hará bien.

Lapis se sobó el brazo, ligeramente incómoda. Steven necesitaba lograr ponerse en su situación para conseguir que la gema oceánica lo escuchara.

El viento sopló lentamente afuera de la casa, cuyo interior se había sumido en silencio mientras Lapis tenía la mirada en el piso, apenada, y nuestro héroe pensaba en su próximo movimiento.

- Steven: Oye, Lapis. Quizá no lo sepas, pero... yo también tengo mis... problemas.

- Lapis: ¿Quién? ¿Tú? Nah, tú eres diferente a todas nosotras Steven. Eres único, y creo que así eres genial. (Acaricia el cabello del niño) Realmente me agradas.

- Steven: En serio. (Su tono va descendiendo) Es decir, tener que lidiar con todo tipo de gemas corruptas, salir en misiones peligrosas sabiendo que podrías no regresar... ver a todos tus amigos y sentir que podría ser la última vez que los saludas... sentir que eres la causa de que alguien tan querida como mi madre ya no esté más... ver las expectativas de todo el mundo puestas en ti, y que jamás se pregunten qué es lo que tú realmente quieres... ¿cómo crees que me siento al respecto?

El gesto divertido en el rostro de Lapis quedó enterrado bajo el asombro. Su mano se deslizó lentamente desde la cara del niño hasta quedar nuevamente colgando a la altura de sus propias caderas, inamovible.

- Steven: Je je... Sí, suena complicado, ¿verdad? Pero, ¿sabes? También tengo a las gemas, a mi padre y a mis amigos. Y todos ellos me ayudan.

- Lapis: (Absorta) ... ¿Cómo?

- Steven: Escuchándome. Aún cuando a veces no tienen idea de lo que les hablo, ellos se mantienen a mi lado e intentan darme ánimo. A veces me aconsejan, otras me hacen favores, y otras simplemente me abrazan. (La toma de las manos) Sí, Lapis, algo tan sencillo como un abrazo puede ser todo lo que necesitas en algún momento. Es por ellos que sonrío. Aún cuando las cosas se ponen difíciles, se que siempre puedes enfrentarlas con una sonrisa.

ReclutamientoWhere stories live. Discover now