Capítulo 9

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Pasaron un par de días desde que Andrew le había confesado a Rebeca, el repentino y desde su punto de vista “absurdo” sentimiento que nació por Dominique. Sintió la necesidad de disculparse con ella, pero claro, por una parte ese no era su estilo, y, por otro, no halló las palabras correctas.

Las clases de aquel martes habían concluido. Todos comenzaron a salir rápidamente de cada salón. Alice, quien le había pedido a Andrew asesoría con un tema, se quedó sentada en su lugar. Andrew la miraba con ceño mientras se ponía de pie.

- Dominique, ¿me permites un momento? -pidió él, al recargarse frente a su escritorio.

Dominique, que ya estaba a punto de salir del salón, se volvió hacia él, quedándose cerca de la puerta. Alice no entendía porqué Andrew le había pedido a Dominique quedarse.

- Verás, Dominique, tu compañera Alicie me pidió asesoría con un par de temas, pero pues yo no doy asesoría fuera de aquí; así que te pido de favor si puedes ayudarle -explicó él, mientras miraba atento la reacción de ambas.

Tanto Dominique como Alicie lo miraron desconcertadas. En especial la segunda.

- Claro. No tengo problema con eso -accedió Dom, no muy convencida.

- Pero, yo necesito que usted sea quien me asesore -insistió Alicie-. Dominique no lo hará. Por favor...

- ¿Por qué no lo  haría? -inquirió él, un tanto irritado por la actitud caprichosa de Alicie.

- Pues porque Dom no tiene tiempo. Trabaja y luego se la pasa con su novio Max.

Dominique de inmediato miró con cierto recelo a su amiga. No podía explicarse porqué la actitud de ella. Andrew no pudo articular palabra; fue evidente su confusión de ambos, y fue imposible no mirarse, tan siquiera por un mínimo instante, como si con eso, hayan intentado décirse algo. Dominique acomodó su suéter y su mochila.

- Disculpe, profesor, debo irme -dijo Dominique, con una cólera notable.

Andrew asintió con la cabeza. Alicie la miró con burla, al paso que meneaba la cabeza.
Dominique salió deprisa. Sus pasos se oían por todo el inmenso pasillo, el cual, estaba casi vacío. Inhalaba y exhalaba con rapidez.
Alicie, corriendo con rapidez, logró alcanzarla.

- Hey, esperame.

- Vete al carajo, Alicie.

- ¿Qué te sucede, tarada?

- Que estoy harta de ti. Deja de joder mi vida.

Dominique miró con desprecio a Alicie; ésta no pudo creer que Dom le habló de esa manera. Ambas se alejaron.
Dominique, al llegar al aparcamiento de la universidad, y hallarse en área donde estaba su bicicleta, se subió en ella y se alejó de ahí, mientras se preguntaba «¿Por qué le importaba tanto la conducta de Andrew con ella?».

Estando en el trabajo, ya más relajada, Dominique trató de despejar su mente de aquella duda que tenía. El día se le había pasado volando.
Mientras acomodaba unos libros, en la sección de «suspenso y terror», oyó unos pasos que se dirigían a ella, pero no les prestó atención y continuó en lo suyo.

- ¿Podrías ayudarme con un libro? -aquella voz la hizo entorpecer, provocando que  tirara unos cuantos libros. Andrew evitó reír. Se puso en cuclillas, para ayudarla a recoger los libros-. Lo lamento, no quise asustarte.

- No lo hizo -respondió tajante ella, mientras él le entregaba los libros que había recogido-. Gracias.

- Bien. Entonces, ¿podrías ayudarme con un libro? -volvió a preguntar él.

- Lo siento, pero estoy bastante ocupada -dijo ella, con un tono de dureza.

Andrew de inmediato captó que le estaban siendo de vueltas sus palabras. Tensó la mandíbula y arqueó una ceja.

- No te preocupes, te puedo esperar -respondió él, al sonreírle.

- Pero... De verdad, me tardaré mucho -volvió a excusarse ella.

- No importa, yo te espero -aseguró él.

- Tengo muchos estantes que ordenar. Como le dije, estoy bastante ocupada. Mejor pídele a alguien más que te ayude -insistió Dominique.

Ambos quedaron en silencio. Dominique en ningún momento dejó de mírarlo algo molesta, algo que en cierto punto, le gustó a él.

- Dominique, disculpa por como te traté ese día... -musitó él-. Me porté como un...

- No te disculpes -lo interrumpió-. Todos tenemos malos días. Por ejemplo, hoy yo lo tengo.

- Pero, no debí.

- No se preocupe... Bueno, iré a seguir acomodándo los libros.

Dominique dio la vuelta y comenzó a alejarse lo más rápido que pudo. Su corazón pareció querer salir y sus mejillas las sintió bastante calientes.

Caminando a la par de Rosie, y tratándo de despejar el caos en mi cabeza, me fue imposible no pensarlo.

- Esto parece película o libro para pubertas -comentó Rosie.

- ¿Por qué?

- Te fijaste en tu profesor.

Andrew comenzó a pasearse por la librería, esperando a que Dominique terminara con sus deberes. Al pasar por uno de los pasillos, la vio atendiendo a un chico. «Lo bueno que estás muy ocupada », se dijo a sí mismo.
El chico, quien se veía muy interesado en el libro que le estaba recomendando ella, lo tomó y con una gran sonrisa le agradeció y se marchó. Cuando Dominique se giró, se encontró de frente con Andrew.

- Vaya, pensé que estabas ocupada -comentó irónico él. Dominique lo miró con seriedad.

El móvil de ella comenzó a sonar; lo sacó rápidamente y respondió. Andrew se cruzó de brazos.

- Hola, Max. Lo siento, pero tengo mucha tarea. No, no. Mejor nos vemos otro día. Sí, el sábado está bien. Vale, cuídate. Claro... Igual yo.

Frunció el entrecejo al momento de colgar. Andrew no dejó de mirarla en ningún momento.

- Tu novio, ¿cierto? -preguntó Andrew.

- ¿Cuál novio? -Dominique lo miró inquisitiva.

- Pues Max, el que mencionó tu compañera...

- Alicie es una mentirosa, ¿de acuerdo? -soltó un poco molesta-. Max es mi amigo.

Andrew sintió una especie de alivió. Max era solamente uno de los tantos amigos de ella. En ese momento, Andrew dejó de preocuparse por él.

- Pero, Alicie lo dijo bastante segura...

- Está loca. Y ya, no tengo porqué darte explicacones.

- Tienes razón -corroboró divertido-. No me debes explicaciones.

- Exacto -afirmó ella.

Un silencio volvió a presentarse. Andrew, ya sin importarle, no podía parar de mírarla. Dominique, sintiéndose nerviosa, se sonrojó por completo.

- ¿Qué tanto me miras? -inquirió ella, sintiendo sus piernas débiles.

- Es que me pareces hermosa -respondió él-. No debería decírtelo, pero sí, me pareces bastante hermosa.

EL PROFESOR [EDITANDO]Where stories live. Discover now