capitulo 33

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antes que nada una disculpa por no actualizar antes pero estaba en exámenes finales  pero ahora a disfrutar del capitulo

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Hermione se despertó en medio de la oscuridad. A su izquierda, en la negrura, sonó un aullido.

Tras un día deliciosamente tortuoso por fin había sucumbido al sueño, exhausta. Pero de pronto algo la despertaba. Algo andaba realmente mal. Instintivamente permaneció inmóvil, respirando apenas.

Los gruñidos se intensificaron. Escuchó un pesado jadeo. Un intenso olor le recordó al de los animales salvajes, enjaulados en el zoo.

El corazón le golpeaba el pecho en medio de aquella oscuridad, su cuerpo rompió a sudar. Estaba atrapada: un solo movimiento, y él la atacaría. Permaneció inmóvil, escuchando sus ruidos guturales hasta que, al fin, el tono se hizo más profundo, y Hermione comprendió lo peligroso que era estar allí: tenía que salir.

Con movimientos lentos pero deliberados, sacó las piernas por el lateral de la cama y se puso en pie. Caminó cautelosa hacia la puerta, pegada a la pared. Giró despacio el pomo. Había terminado de hacerlo cuando, justo en ese instante, él se levantó.

Draco golpeó la puerta junto a su rostro. Hermione notó el aliento cálido en su mejilla. Él le gruñó al oído. En la mente de Hermione surgió una idea instantáneamente, como un flash: el cerrarse de una barrera psíquica sobre el futuro, la certeza de que si no salía de allí en ese instante, jamás abandonaría el dormitorio ni viva, ni de ninguna otra forma que le permitiera volver de la muerte. —¿Draco?, ¿Hermione? —Era la voz de Susan, desde el otro lado de la puerta—. Morianna quiere que subáis las escaleras ahora mismo.

Hermione no podía hablar. Se aferraba al pomo de la puerta. Trató de abrirla hacia dentro. El peso del cuerpo de Draco la mantenía cerrada. Entonces él dio un corto paso atrás. Hermione entornó la puerta y se deslizó fuera por la diminuta ranura.

Susan había subido ya las escaleras. Hermione quería llamarla y decirle que la esperara, pero sabía que era peligroso y no quería hacer ruidos innecesarios.

Atravesó el sótano con toda la calma con que fue capaz, resistiéndose al deseo de salir corriendo y delatar su miedo, consciente de que él podía tirársele a la garganta en el instante mismo en que lo hiciera.

Subió con paciencia, uno a uno, los escalones hasta la cocina. Se giró, se dirigió al vestíbulo y comenzó a subir al segundo piso. Durante todo el trayecto Draco se mantuvo pegado a ella, persiguiéndola; su aliento helado le congelaba el cuerpo y el alma.

Hermione entró en el dormitorio de invitados: las mujeres estaban esperándola. Rene estaba sentada sobre la cama, atada y amordazada. Su piel, sin maquillaje, parecía más arrugada y amarillenta de lo habitual, y sus ojos, prominentes, resaltaban con un brillo enloquecido.

De pronto los nervios le estallaron, y la tensión acumulada se liberó con una furiosa explosión. Hermione se giró hacia Morianna y Narcisa, gritando:

— ¿Por qué demonios habéis querido que esto durara tres días? ¡Bastante mal lo ha pasado ya Draco con uno solo! ¡Creo que queréis sabotear la ceremonia!

— Siéntate, Hermione —dijo Narcisa—. Estás alterada, ¿qué ocurre?

— ¿Que qué ocurre? ¡Yo te diré qué ocurre! —continuó Hermione gritando, de pie, mientras le temblaban las rodillas—. Draco se ha convertido en otra cosa. ¡Casi me ataca en el sótano! ¡Me va a cortar el cuello antes de que termine la noche, y la culpa es solo vuestra, de vosotras dos!

EL NIÑO DE LA NOCHE ( DRAMIONE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora